Venezolanos en EE. UU.: la lucha de David por el TPS y la seguridad ante el miedo

Venezolanos en EE. UU.: la lucha de David por el TPS y la seguridad ante el miedo

Los migrantes venezolanos en EE. UU. enfrentan la pérdida del TPS, aumentando su riesgo de deportación y perpetuando el miedo y la incertidumbre.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 02.02.2025

La situación de los migrantes venezolanos en Estados Unidos se ha vuelto cada vez más precaria, especialmente para aquellos que han huido de la violencia y la criminalidad en su país de origen. David, un venezolano que dejó atrás su vida en Venezuela debido a amenazas de la banda criminal conocida como el Tren de Aragua, es uno de los muchos que ahora se enfrentan a la posibilidad de perder su Estatus de Protección Temporal (TPS). Este estatus, que les permite residir y trabajar legalmente en EE. UU., se encuentra en jaque debido a cambios en las políticas migratorias del gobierno. David recuerda el momento crítico que lo llevó a salir de Venezuela. Era dueño de una peluquería en Aragua y un día, mientras atendía a una clienta, fue asaltado a mano armada. La situación se volvió insostenible, y tras recibir amenazas directas contra su vida y la de su familia, decidió emprender el difícil camino hacia Colombia y, eventualmente, hacia Estados Unidos. Esta travesía, marcada por el miedo y la incertidumbre, incluyó asaltos y secuestros que prácticamente le despojaron de todo lo que tenía. Una vez en EE. UU., David encontró cierta estabilidad al obtener el TPS, pero la reciente decisión del gobierno de Trump de anular la prórroga del estatus ha intensificado su ansiedad. La posibilidad de ser deportado a un país donde su vida podría estar en peligro es una carga emocional que pesa sobre sus hombros. "Es muy duro saber que corro el riesgo de volver a Venezuela por perder el TPS", dice David, reflejando el miedo que comparten muchos migrantes en su situación. El TPS fue creado para proteger a aquellos que enfrentan condiciones extremas en sus países de origen, pero ahora está bajo el escrutinio de una administración que ha adoptado posturas más rígidas en materia de inmigración. La extensión que David disfrutó se ha vuelto una espada de doble filo, pues mientras le ofrecía un respiro temporal, también lo convirtió en un objetivo de las nuevas políticas que buscan deportar a indocumentados. La situación es aún más compleja para aquellos como David, que han sido víctimas de violencia en su país. La percepción errónea de que todos los venezolanos están asociados con el Tren de Aragua ha generado un estigma que amenaza su seguridad y bienestar en EE. UU. "Que seamos venezolanos no significa que todos seamos Tren de Aragua", afirma, enfatizando que muchos migrantes, como él, escapan del mismo tipo de violencia que se intenta erradicar. David ha seguido el consejo de su abogado y está considerando presentar una solicitud de asilo, lo que podría darle más tiempo en el país mientras su caso es evaluado. Este proceso es, sin embargo, incierto y puede ser largo y desgastante. Mientras tanto, él continúa trabajando arduamente para mantener a su familia, que todavía reside en Colombia, esperando un futuro mejor. La administración de Biden había hecho esfuerzos para proporcionar un alivio migratorio a los venezolanos, pero con la llegada de Trump al poder, las promesas de protección se desvanecen. La secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem, ha dejado claro que se buscarán maneras de evaluar la situación de todos los migrantes, lo que genera aún más preocupación entre quienes dependen del TPS para su supervivencia en EE. UU. La influencia del Tren de Aragua en Estados Unidos ha llevado a la creación de un clima de miedo y desconfianza hacia los migrantes venezolanos. David, que ha sido un sobreviviente y no un perpetrador de violencia, se siente atrapado en una narrativa que no refleja su realidad. "Ahora no solo me da miedo que me pare un policía en la calle, también me da miedo saber que el Tren está en Estados Unidos", confiesa. El futuro de David y de miles de otros migrantes venezolanos sigue siendo incierto. Mientras algunos buscan la forma de regularizar su situación a través de programas de refugiados o asilo, otros enfrentan la dura realidad de quedar expuestos a la deportación. A medida que las políticas migratorias se vuelven más estrictas, las esperanzas de una vida tranquila y segura en EE. UU. se desvanecen para quienes han arriesgado todo por un nuevo comienzo. La historia de David es un recordatorio de la lucha por la dignidad y la seguridad en un mundo cada vez más complejo y desafiante para los migrantes.

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