Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente salida de Wayne Rooney del Plymouth Argyle ha reavivado las preguntas sobre su viabilidad como entrenador de fútbol. El hombre de 39 años ahora se encuentra reflexionando sobre su futuro tras otro período decepcionante, que refleja su salida anterior del Birmingham City hace apenas un año. Con el Plymouth estancado en el fondo de la tabla del Championship y con el ignominioso récord de haber concedido más goles en las cuatro divisiones superiores, es difícil ignorar la dura realidad de su trayectoria como entrenador. Cuando Rooney fue nombrado en Plymouth, había un palpable escepticismo entre los aficionados y los expertos. Muchos consideraron que su nombre de alto perfil era la única razón de su contratación, con una creencia generalizada de que tendría dificultades para lograr un impacto significativo. Este escepticismo ha sido validado por su historial como entrenador, que ha estado marcado por una serie de mandatos infructuosos. La incursión de Rooney en la gestión comenzó con un período prometedor en el Derby County a principios de 2021, donde logró sacar al equipo de la zona de descenso. Sin embargo, tras ese éxito inicial, su mandato rápidamente se convirtió en una serie de resultados decepcionantes, culminando en el descenso del Derby en 2022. Su aventura en la Major League Soccer con el DC United resultó igualmente poco inspiradora, y su etapa con el Birmingham fue nada menos que desastrosa, viendo al equipo caer de contendientes a playoffs a luchadores por la permanencia. Ahora, con un récord de solo 21 victorias en 93 partidos—un porcentaje de victorias de apenas 22.5%—las preguntas sobre las capacidades de Rooney como entrenador son evidentes. Hay un argumento convincente de que si su ilustre carrera como jugador no hubiera incluido etapas en el Manchester United y la selección nacional de Inglaterra, no habría recibido más oportunidades en la gestión. Sin embargo, a pesar de esta falta de éxito, sigue existiendo la creencia en algunos sectores de que Rooney continuará atrayendo ofertas de trabajo debido a su estatus de celebridad en el fútbol. Habló con franqueza sobre su pasión por el juego, comparando sus experiencias en la gestión con un "bicho" del que no puede deshacerse. La disposición de Rooney para aceptar roles en clubes menos glamorosos demuestra un compromiso con mejorar su oficio, pero la pregunta sigue siendo: ¿está tomando decisiones equivocadas en sus nombramientos, o simplemente le falta el talento necesario para el éxito en la gestión? Los críticos señalan su conciencia táctica y su gestión en el juego como áreas críticas de preocupación. En Birmingham, por ejemplo, se informó que era poco activo durante las sesiones de entrenamiento, lo que generó dudas sobre su compromiso para desarrollar a los jugadores. Si bien no ha sido percibido como impopular entre los miembros del equipo, hay una creciente percepción de que su estilo de gestión no está resonando bien con las demandas del trabajo. La vulnerabilidad de Rooney fuera del fútbol también plantea preocupaciones. Las presiones de la gestión pueden ser intensas, y parece que Rooney podría estar luchando por sobrellevar los dobles desafíos de la escrutinio público y las responsabilidades de ser entrenador. Su mentor y amigo, Gary Neville, lo ha descrito como la "persona positiva definitiva", pero tal positividad puede no ser suficiente para superar la creciente evidencia en contra de sus credenciales como entrenador. A medida que Rooney considera sus próximos pasos, la pregunta de hacia dónde va desde aquí sigue abierta. ¿Regresará a la MLS, descenderá a la League One o quizás explorará oportunidades en mercados emergentes como Arabia Saudita? Una cosa parece cierta: si está decidido a continuar por este camino, debe buscar buenos consejos y tomar decisiones acertadas que se alineen con las lecciones aprendidas de su tumultuosa trayectoria como entrenador. La narrativa más amplia que rodea a los exjugadores profesionales que transitan hacia la gestión está comenzando a tomar forma, con muchos de la generación de Rooney, incluidos Neville, Lampard y Gerrard, experimentando simultáneamente luchas similares. Pueden haber alcanzado la cúspide del éxito como jugadores, pero replicar ese logro en la gestión ha sido esquivo. La pregunta persiste: ¿realmente han invertido el esfuerzo y el estudio necesarios para convertirse en los mejores entrenadores que pueden ser, o su riqueza y estatus han apagado su competitividad? A medida que se asienta el polvo sobre la última aventura de Rooney, el mundo del fútbol observa con expectación. ¿Encontrará la determinación para recuperarse, o se desvanecerá en el fondo como solo otra historia de un jugador estrella cuyos sueños de gestión nunca se materializaron del todo? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es cierta: el futuro de Wayne Rooney en la gestión del fútbol está en la cuerda floja.