Juan Brignardello Vela
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En los últimos años, Marruecos ha experimentado una transformación notable en su panorama futbolístico, posicionándose como una superpotencia emergente en el deporte. El estadio El Harti, de color ocre, en Marrakech, sirve como un microcosmos de esta evolución. Una vez un modesto recinto con capacidad para 10,000 personas para el Kawkab Athletique Club de Marrakech, el estadio quedó en gran medida sin uso tras su propósito original para la Copa Mundial de 2010, que finalmente fue organizada por Sudáfrica. Sin embargo, en 2018, después de una inversión significativa por parte del gobierno marroquí, El Harti fue revitalizado, equipado con comodidades modernas e infraestructura, convirtiéndolo en un atractivo destino de entrenamiento para equipos y clubes internacionales. Este cambio hacia la inversión en infraestructura futbolística es parte de una estrategia más amplia del estado marroquí para aprovechar el deporte como una herramienta de diplomacia e influencia, tanto en el continente africano como más allá. Los próximos años son cruciales para Marruecos, ya que se prepara para albergar la Copa Africana de Naciones por segunda vez en su historia y la Copa Mundial de la FIFA en 2030, que se co-organizará con España y Portugal. Esta será solo la segunda vez que una nación africana alberga partidos de la Copa Mundial, después de Sudáfrica en 2010. Un testimonio de la creciente estatura de Marruecos en el mundo del fútbol es la construcción del Gran Estadio Hassan II cerca de Casablanca. Planeado para ser el estadio de fútbol más grande del mundo, con una capacidad de 115,000, el recinto simboliza las aspiraciones de Marruecos en el deporte. Hay grandes esperanzas de que este estadio incluso albergue la final de la Copa Mundial de 2030. Además, Marruecos está preparado para acoger las próximas cinco ediciones de la Copa Mundial Femenina Sub-17, consolidando aún más su compromiso con el desarrollo del fútbol. El camino hasta este punto no ha estado exento de desafíos. La narrativa del fútbol en Marruecos cambió drásticamente tras no clasificarse durante dos décadas hasta 2018 y luego alcanzar las semifinales de la Copa Mundial en 2022. Este logro no fue meramente coincidencial; fue el resultado de un esfuerzo concertado para invertir en infraestructura futbolística, con aproximadamente 80 millones de euros asignados al desarrollo de instalaciones deportivas en los últimos años. El establecimiento de la Academia de Fútbol Rey Mohammed VI es un ejemplo destacado, que ofrece instalaciones de entrenamiento de última generación destinadas a nutrir el talento local. Las figuras clave detrás de esta transformación incluyen a Fouzi Lekjaa, presidente de la Real Asociación Marroquí de Fútbol desde 2014, quien ha desempeñado un papel vital en el renacimiento futbolístico de Marruecos. Elegido para el consejo de la FIFA en 2021, el doble papel de Lekjaa como "ministro delegado del presupuesto" le otorga una influencia significativa sobre las directrices financieras del país. Su liderazgo ha facilitado la reintegración de Marruecos en la comunidad futbolística africana, permitiendo al país recuperar su posición en la Confederación Africana de Fútbol (CAF). Marruecos ha reconocido el poder del fútbol como un vehículo para el crecimiento social y económico. Los recientes éxitos del país en el campo han abierto puertas para un aumento del turismo y la inversión, con proyecciones de atraer a 26 millones de visitantes para 2030. A medida que Marruecos busca superar a Egipto como el destino más visitado en el norte de África, el fútbol se ve como un catalizador para esta ambición. Sin embargo, el camino hacia el éxito no ha estado exento de baches. Las decisiones pasadas de Marruecos, incluida la retirada de la organización de la Copa Africana de Naciones en 2015 por preocupaciones de salud, habían tensionado las relaciones con los países vecinos. No obstante, el gobierno marroquí aprendió de los errores del pasado y desde entonces ha redirigido su enfoque hacia el fomento de lazos más fuertes dentro de la comunidad futbolística africana. La reciente ceremonia de premios de la CAF destacó el ascenso de Marruecos y su compromiso de celebrar el fútbol tanto a nivel político como en las bases. Si bien los premios celebraron logros individuales, también enfatizaron la importancia del apoyo gubernamental en el desarrollo del deporte. La presencia de figuras políticas durante el evento demostró la interconexión entre el fútbol y el orgullo nacional. La ubicación geográfica de Marruecos, junto con sus abundantes recursos naturales, proporciona una base sólida para sus ambiciones. Con el 70% de las reservas de fosfatos conocidas del mundo bajo su gestión, la estabilidad económica de Marruecos puede impulsar aún más sus aspiraciones futbolísticas. Un acuerdo entre la federación de fútbol marroquí y el Grupo OCP tiene como objetivo profesionalizar los centros de entrenamiento y promover el talento joven, asegurando que el futuro del fútbol marroquí siga siendo brillante. A medida que Marruecos se prepara para la Copa Mundial de 2030, el panorama futbolístico del país refleja una mezcla de ambición, inversión y un renovado sentido de identidad. Con nuevos estadios imponentes y un compromiso para nutrir el talento, Marruecos no solo está reconfigurando su propia narrativa en el fútbol, sino que también está emergiendo como una fuerza clave en el fútbol africano y global, demostrando que el hermoso juego puede ser, de hecho, un poderoso motor de progreso económico y diplomático.