Juan Brignardello Vela
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Rickey Henderson, una figura destacada en la historia del béisbol, falleció el viernes a la edad de 65 años, dejando un legado que resuena profundamente tanto entre compañeros como entre oponentes. Su reputación como un jugador orgulloso y a menudo extravagante, conocido cariñosamente como el "Hombre de Robo", solo fue igualada por la admiración y el respeto que cosechó a lo largo de su ilustre carrera de 25 años en las Grandes Ligas de Béisbol. Tras su fallecimiento, han llegado emotivos tributos de toda la comunidad del béisbol. Compañeros y amigos han compartido sus historias y recuerdos de Henderson, enfatizando no solo su extraordinaria destreza en el campo, sino también la calidez y generosidad del hombre detrás de la persona. El veterano manager Tony La Russa expresó el dolor colectivo sentido por muchos, señalando que, aunque Henderson era bien conocido por sus logros en el campo, también era reconocido como un querido compañero y mentor. La organización de "Los Atléticos", donde Henderson se convirtió en un ícono de la franquicia, emitió un comunicado destacando su papel como amigo y mentor de innumerables jugadores y miembros del personal en el Coliseo de Oakland. Este sentimiento fue reiterado por sus antiguos compañeros receptores, quienes recordaron la experiencia única de jugar junto a Henderson. El miembro del Salón de la Fama Mike Piazza lo describió como "un sueño para batear detrás de él", mientras reconocía la alegría y el humor que aportaba al vestuario. La notable carrera de Henderson comenzó en 1979 y abarcó generaciones, culminando en un legado que incluye más carreras anotadas y bases robadas que cualquier otro jugador en la historia. Fue 10 veces All-Star, tres veces ganador del Silver Slugger y ganador del premio MVP, logros que le valieron un impresionante 95 por ciento de los votos para el Salón de la Fama durante su primer año de elegibilidad. Su impacto en el juego iba más allá de las estadísticas; era una fuente de risas y ligereza, como señalaron los miembros del Salón de la Fama Frank Thomas y Wade Boggs, quienes recordaron su capacidad para elevar el ánimo de quienes lo rodeaban. Thomas, en particular, describió a Henderson como "el motor de mi era", mientras que Boggs dijo que será "profundamente extrañado". Incluso los oponentes respetaban los talentos y el carácter de Henderson. Billy Wagner, quien jugó contra él y luego fue su compañero de equipo, expresó su sorpresa al enterarse de la noticia del fallecimiento de Henderson y reflexionó sobre la inspiración que brindó a futuras generaciones de jugadores. A lo largo de su carrera, Henderson jugó para nueve equipos de las Grandes Ligas, pero siempre será recordado como un Atléticos de Oakland. Sus profundos lazos con el Área de la Bahía y el impacto que tuvo en la franquicia no pueden ser subestimados. Su antiguo compañero Jose Canseco expresó una profunda tristeza, afirmando que Henderson no solo fue un jugador increíblemente talentoso, sino también un ser humano excepcional. A medida que se celebra el legado de Henderson, los recuerdos compartidos por aquellos que lo conocieron revelan a un hombre que fue tan generoso con su sabiduría como hábil en el campo. Su capacidad para conectarse con los demás, ya fueran compañeros de equipo o jóvenes jugadores en busca de orientación, consolidó su estatus no solo como una gran figura del béisbol, sino como una figura querida dentro del deporte. En los días posteriores a su fallecimiento, se hace cada vez más evidente que Rickey Henderson fue más que un atleta estelar; fue una fuente de inspiración, humor y camaradería. Su naturaleza jactanciosa en el campo solo fue igualada por el corazón que mostró fuera de él, y mientras la comunidad del béisbol llora su pérdida, celebra la huella indeleble que ha dejado en el juego.