Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El panorama del fútbol americano universitario ha cambiado drásticamente en la última década, especialmente en lo que respecta a la evaluación y retención del talento élite en la posición de mariscal de campo. El recorrido de los mariscales de campo de cinco estrellas, alguna vez considerados como heraldos de estabilidad para los programas, ha tomado un camino sinuoso, a menudo caracterizado por transferencias, lesiones y cambios en el cuerpo técnico. Desde 2014 hasta 2023, de los 31 mariscales de campo de cinco estrellas reclutados, un asombroso 20 optaron por transferirse al menos una vez, mientras que cinco experimentaron la agitación de transferirse dos o más veces. La dinámica en constante evolución del atletismo universitario, influenciada por los acuerdos de Nombre, Imagen y Semejanza (NIL) y la elegibilidad inmediata para transferencias, ha complicado aún más la narrativa tradicional del fútbol americano universitario. La realidad es contundente: solo nueve de estos 31 mariscales de campo han sido titulares en sus escuelas originales durante dos o más temporadas, una estadística que subraya la turbulencia en la posición de mariscal de campo. Kyle Allen, quien inició su carrera en Texas A&M, enfrentó un comienzo turbulento donde eventualmente fue relegado al banquillo en favor de Kyler Murray antes de transferirse a Houston. Su carrera en la NFL, aunque no exenta de desafíos, lo llevó a un total de 19 titularidades, mostrando los caminos impredecibles que enfrentan muchos de estos mariscales de campo élite. De manera similar, el prometedor inicio de Josh Rosen en UCLA se desvaneció tras ser seleccionado en la décima posición del draft en 2018, lo que culminó en su salida de la NFL. La tendencia de las transferencias no se trata únicamente del rendimiento; circunstancias como la dinámica del equipo y las lesiones juegan un papel crucial. Tomemos a Kyler Murray como ejemplo. Después de una temporada en Texas A&M y un año detrás de Baker Mayfield en Oklahoma, brilló como titular y aseguró el Trofeo Heisman en 2018. Su trayectoria fue mucho más fluida que la de muchos de sus compañeros, pero aún así ejemplifica la presión que enfrentan estos jóvenes atletas en un entorno hipercompetitivo. Otros mariscales de campo como Shea Patterson y Jacob Eason también navegaron por las complejidades de las transferencias y lesiones, con Patterson encontrando cierto éxito en Michigan tras dejar Ole Miss, y Eason eventualmente siendo titular en Washington después de un periodo en Georgia. De manera similar, Tua Tagovailoa acaparó titulares al asumir el rol de titular en Alabama, lo que lo llevó a una exitosa carrera en la NFL tras el draft. Cabe destacar que mariscales de campo como Trevor Lawrence y Justin Fields lograron aprovechar al máximo sus situaciones, con Lawrence cumpliendo con las expectativas en Clemson y siendo seleccionado en primer lugar por los Jaguars, mientras que Fields prosperó en Ohio State después de transferirse de Georgia. La tendencia se extiende a reclutas más recientes como Arch Manning, quien ha pasado su carrera temprana como suplente en Texas, pero se espera que asuma el rol de titular en un futuro cercano. Mientras tanto, Nico Iamaleava está experimentando actualmente su primera temporada como titular a tiempo completo en Tennessee tras ser un recluta muy codiciado. A medida que el portal de transferencias continúa remodelando el fútbol americano universitario, el caso de los mariscales de campo que se mueven de un programa a otro resalta la falta de estabilidad y seguridad que alguna vez caracterizó la posición. La imprevisibilidad del desarrollo de los jugadores, junto con la influencia de los cambios de entrenadores y el impacto de los acuerdos de NIL, significa que incluso los prospectos más publicitados pueden encontrarse en un camino sinuoso lleno de obstáculos. A medida que el fútbol americano universitario entra en una nueva era marcada por el empoderamiento de los jugadores, los recorridos de estos mariscales de campo de cinco estrellas sirven como un microcosmos de los cambios más amplios en el deporte. El desafío para los programas no será solo cómo atraer talento élite, sino cómo retenerlo en un entorno donde la lealtad es menos garantizada, y el camino hacia el éxito puede llevar a menudo a través de múltiples instituciones. Esta realidad subraya la importancia de la adaptabilidad tanto para los jugadores como para los programas mientras navegan por las complejidades del fútbol americano universitario moderno.