Juan Brignardello Vela
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En el panorama en constante evolución de las Grandes Ligas de Béisbol, el papel del primera base ha experimentado una profunda transformación en las últimas décadas. Una vez considerado el bastión de los bateadores de poder, la posición ahora refleja una combinación de habilidades variadas, dejando a los aficionados y analistas preguntándose: "¿Dónde han ido todos los primera base de poder?" Al observar más de cerca a dos jugadores de diferentes épocas, se ofrece un contraste notable que subraya este cambio. En 2024, Vladimir Guerrero Jr. de los Toronto Blue Jays se destaca con un OPS de .940, significativamente más alto que cualquier otro primera base en la liga. El rendimiento notable de Guerrero le valió un sexto lugar en la votación de MVP, un logro raro para un primera base en el juego actual. En comparación, en 1999, Sean Casey registró un OPS de .938, ocupando el octavo lugar entre los primera base, opacado por figuras como Mark McGwire y Jeff Bagwell. Los números de Casey, que lo habrían convertido en una estrella en el juego de hoy, eran simplemente decentes en una era donde las expectativas para los primera base eran altísimas. Casey reflexiona sobre esta evolución, señalando que en sus días de juego, el poder de bateo no era solo un activo, sino un requisito para el éxito en la primera base. "Tenías que dar fuerte," recuerda. "Si no das fuerte, no juegas." Esta ideología está en gran medida ausente en el clima actual, donde el porcentaje de slugging colectivo de los primera base alcanzó un mínimo histórico en 2024, un recordatorio contundente de cómo ha cambiado el juego. Las cifras hablan por sí solas. Según el Weighted Runs Created Plus (wRC+), el rendimiento promedio de los primera base en 2024 marca el más bajo desde 1962. Solo hubo cinco primera base con wRC+ superior a 120 en 2024, en comparación con 15 en 1999. El panorama que alguna vez albergó a poderosos bateadores capaces de conectar consistentemente 25 jonrones se ha reducido, dejando a los equipos luchando por encontrar potencia ofensiva. El gerente general de los Pittsburgh Pirates, Ben Cherington, señaló la actual escasez de primera base impactantes, afirmando: "Parece que estamos en un momento en el que no hay una plantilla tan profunda." La tendencia es evidente en las formas en que los equipos están construyendo sus plantillas, a menudo optando por jugadores con habilidades diversas en lugar de centrarse únicamente en el poder. Esto es particularmente evidente con jugadores como Pete Alonso y Christian Walker, quienes se han convertido en mercancías codiciadas debido a su combinación única de poder y versatilidad. El cambio en las expectativas se extiende más allá de la producción ofensiva. La defensa ha adquirido una nueva importancia en la posición. La eliminación del shift en el infield ha enfatizado la necesidad de rango y atletismo, marcando una ruptura con la época en que los equipos se llenaban de grandes y lentos bateadores. Terry Francona, ahora dirigiendo en Cincinnati, indica que la filosofía de colocar "al tipo grande y lento" en la primera base está desactualizada. "Tener un buen primera base hace que todos los demás en el infield sean mejores," dijo, destacando las responsabilidades duales del rol tanto en defensa como en ofensiva. A medida que los equipos se adaptan a un enfoque más multidimensional, los perfiles de los jugadores que pueden desempeñar adecuadamente la primera base se han ampliado. Los clubes están optando cada vez más por atletas versátiles que pueden contribuir de múltiples maneras, a menudo dejando de lado el arquetipo clásico del bateador de poder. Jugadores como Luis Arraez y Jake Cronenworth ejemplifican esta tendencia, ya que comparten responsabilidades en la primera base mientras también contribuyen en otras áreas del lineup. La regla del bateador designado ha influido sin duda en la composición de las plantillas, permitiendo a los equipos rotar jugadores a través del orden de bateo sin necesidad de un tradicional primera base de poder. Sin embargo, esta tendencia comenzó antes de que se implementara la regla del DH en la Liga Nacional, lo que indica un cambio más amplio en el juego. A medida que el pitcheo se vuelve cada vez más dominante, los equipos están inclinándose hacia la combinación de estrategias ofensivas para maximizar sus posibilidades de anotar. John Thorn, un historiador del béisbol, lo resume de manera sucinta: "Los primera base siempre se fortalecían una vez que Babe Ruth introdujo la era del jonrón." Sin embargo, hoy en día, el mejor bateador del equipo ya no garantiza jugar en la primera base. La evolución de la evaluación de jugadores enfatiza la versatilidad, llevando a una posición que alguna vez fue un centro de poder a parecerse ahora a un carrusel de talento que a menudo sacrifica algo de potencia ofensiva por fiabilidad defensiva. Como resaltan las estadísticas, la edad dorada de los primera base—caracterizada por bateadores prolíficos y talentos icónicos—puede estar desvaneciéndose en la historia. La posición que alguna vez definió la fuerza ofensiva en el béisbol ahora refleja un juego que valora una multiplicidad de habilidades sobre la pura potencia. Con el panorama cambiando continuamente, uno se pregunta si el primera base de poder regresará o si la posición permanecerá para siempre como una combinación de fuerza y versatilidad, adaptándose a las demandas del béisbol moderno.