Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que el fútbol universitario transita hacia una nueva era marcada por la introducción del Playoff de Fútbol Americano Universitario de 12 equipos, las dinámicas financieras que rodean los acuerdos de Nombre, Imagen y Semejanza (NIL) han cobrado protagonismo en la configuración de las plantillas de los equipos. Las variaciones en los presupuestos de NIL entre los contendientes al Playoff revelan una relación compleja entre gasto y éxito, con algunos programas emergiendo en la cima mientras que otros se quedan cortos a pesar de las grandes inversiones. Este año, la disparidad en los presupuestos de NIL entre los equipos participantes fue notable, con estimaciones que sugieren que algunas plantillas operaron con tan solo 3 millones de dólares, mientras que otras, como Ohio State, alcanzaron alrededor de 20 millones de dólares. Este amplio rango subraya no solo las capacidades financieras de diferentes instituciones, sino también las presiones que conllevan tales inversiones. El director atlético de Ohio State, Ross Bjork, mencionó la cifra significativa de 20 millones de dólares en fondos de NIL para los jugadores de los Buckeyes, un número que se convirtió en un punto focal mientras el equipo disfrutaba de un buen comienzo y luego enfrentaba pérdidas decepcionantes. A medida que los equipos luchan por un lugar en el Playoff, surge la pregunta: ¿un presupuesto de NIL más grande equivale a una mejor oportunidad de avanzar en la postemporada? La evidencia es mixta. Por ejemplo, Florida State invirtió 12 millones de dólares solo para terminar con un desastroso récord de 2-10, mientras que Ole Miss, con un presupuesto entre 10 y 13 millones de dólares, se quedó a las puertas del Playoff con un 9-3. Estos ejemplos destacan que más dinero no garantiza necesariamente el éxito en el campo, y los resultados pueden verse influenciados por numerosos factores más allá del apoyo financiero. El desafío de la transparencia en el gasto de NIL se complica por el hecho de que los colectivos, que son responsables de gestionar estos fondos, a menudo guardan celosamente sus detalles financieros. La falta de mecanismos de reporte claros—especialmente en comparación con los presupuestos tradicionales de los departamentos atléticos—significa que gran parte de la información disponible es especulativa. Al ser preguntados, muchos colectivos optaron por no revelar cifras específicas, citando tanto razones competitivas como operativas. Para los programas atléticos, las implicaciones del gasto en NIL van más allá de atraer talento. Los colectivos deben destinar una parte significativa de sus presupuestos a retener a los jugadores actuales, una estrategia que ha demostrado ser vital para la estabilidad dentro de los equipos. Los informes indican que hasta un 80 a 90 por ciento de los presupuestos de algunos colectivos está destinado a esfuerzos de retención en lugar de nuevas adquisiciones. Este cambio refleja una realidad revolucionaria en el deporte universitario, donde mantener a los jugadores estrella es tan crítico para el éxito de un programa como reclutar talento destacado de secundaria. Además, el panorama en evolución de los deportes universitarios está preparado para una transformación adicional con los cambios anticipados en las regulaciones sobre la distribución de ingresos, que podrían permitir a las escuelas distribuir los ingresos televisivos entre los atletas. Este nuevo marco, que se espera que se implemente para el verano de 2024, podría complicar aún más las dinámicas financieras de NIL. Los programas deberán navegar cómo equilibrar estas nuevas fuentes de ingresos con los esfuerzos colectivos existentes, añadiendo otra capa al ya intrincado rompecabezas financiero. A medida que las universidades lidian con estos cambios, la narrativa en torno a NIL y su impacto en el Playoff de Fútbol Americano Universitario seguramente continuará desarrollándose. Aunque no se puede negar que el respaldo financiero juega un papel fundamental en la configuración de las plantillas competitivas, las experiencias de equipos como Ohio State y Florida State sirven como un recordatorio de que el éxito en el fútbol universitario es un esfuerzo multifacético. En un deporte donde cada dólar gastado puede crear expectativas elevadas, las instituciones deben no solo invertir sabiamente, sino también cultivar el entorno y la estrategia adecuadas para aprovechar esas inversiones de manera efectiva. A medida que se asienta el polvo del Playoff de esta temporada, la conversación en torno a NIL inevitablemente evolucionará, revelando el verdadero poder del dinero en el mundo del fútbol americano universitario.