Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un cambio monumental en el panorama futbolístico, Arabia Saudita está lista para albergar la Copa Mundial de la FIFA 2034, tras una candidatura sin competencia que posiciona al país en la vanguardia del deporte global. Esta decisión, que se ratificará en breve por parte de la FIFA, marca un hito significativo en la iniciativa Visión 2030 de Arabia Saudita, destinada a expandir su huella cultural y económica mediante inversiones extensas en diversos sectores, incluido el deporte. La ratificación de la candidatura de Arabia Saudita es en gran medida una formalidad, ya que el país se encuentra solo tras un rápido proceso de licitación que dejó a otros posibles contendientes, como Australia, incapaces de comprometerse debido al ajustado calendario impuesto por la FIFA. El organismo rector había anunciado previamente que los procesos para 2030 y 2034 estarían vinculados, lo que permitió a la candidatura saudita avanzar sin competencia. Este movimiento estratégico ha suscitado críticas, con algunas voces, como la de la Asociación de Fútbol de Noruega, expresando su descontento, pero el clamor por la disidencia ha pasado en gran medida desapercibido en los pasillos del poder de la FIFA. La decisión de otorgar la Copa del Mundo a Arabia Saudita se produce en medio de un escrutinio continuo sobre el historial de derechos humanos de la nación. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, conocido por sus estrechos lazos con el príncipe heredero Mohammed Bin Salman, ha apoyado con vigor la campaña saudita. En una evaluación reciente, la FIFA calificó la candidatura saudita con un impresionante 4.2 sobre 5, a pesar de reconocer riesgos moderados en derechos humanos. Este respaldo es sintomático de la tendencia más amplia de la FIFA de priorizar la ganancia financiera y la influencia global sobre consideraciones éticas, reflejando sus decisiones pasadas de otorgar Copas del Mundo a Rusia y Qatar. Albergar la Copa del Mundo es un gran logro para Arabia Saudita, especialmente mientras la nación trabaja para establecerse como un centro de eventos deportivos internacionales. A medida que se acerca el torneo de 2034, el gobierno saudita tiene planes ambiciosos para el desarrollo de infraestructura, incluyendo la construcción de 11 nuevos estadios, uno de los cuales estará ubicado en la ciudad futurista de Neom, que aún se encuentra en su fase conceptual. Tales desarrollos plantean preguntas sobre la viabilidad de satisfacer las demandas logísticas del torneo, especialmente considerando las extremas temperaturas veraniegas de la nación, que anteriormente llevaron a decidir que la Copa Mundial de Qatar se celebrara en invierno. Mientras tanto, en el campo, la Liga de Campeones ha estado llena de drama y anticipación. Notablemente, Kylian Mbappé del Paris Saint-Germain tuvo una noche frustrante contra el Atalanta, anotando temprano antes de sucumbir a una lesión. Su situación refleja la naturaleza montañosa del fútbol europeo, donde la imprevisibilidad reina suprema. El Real Madrid, que triunfó por poco en un encuentro tenso, parece prosperar en tales momentos que quitan el aliento, mientras que el Liverpool continúa demostrando dominio en su grupo. La ronda actual de la Liga de Campeones también ha visto a equipos como la Juventus y el Manchester City preparándose para un enfrentamiento de alto riesgo, con el City envuelto en batallas legales derivadas de numerosos cargos presentados por la Premier League. Este contexto presenta una rica narrativa sobre la integridad deportiva y las posibles consecuencias duraderas de las controversias fuera del campo, ejemplificada por la propia tumultuosa historia de la Juventus con el escándalo de Calciopoli. A medida que el mundo del fútbol se prepara para un nuevo capítulo con la Copa Mundial 2034 en el horizonte, se hace cada vez más evidente que la intersección entre el deporte, la política y la ética seguirá alimentando discusiones tanto dentro como fuera del campo. Los próximos años prometen ser tanto emocionantes como polémicos, mientras el deporte navega por nuevos terrenos en un paisaje global en rápida transformación.