Arabia Saudita albergará la Copa Mundial de 2034 en medio de controversias sobre derechos humanos y clima.

Arabia Saudita albergará la Copa Mundial de 2034 en medio de controversias sobre derechos humanos y clima.

Arabia Saudita será el país anfitrión de la Copa Mundial de 2034 en medio de controversias sobre derechos humanos, sostenibilidad y abusos laborales, repitiendo las preocupaciones surgidas durante el Mundial de Catar 2022.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes 11.12.2024

En un desarrollo significativo para el mundo del fútbol, Arabia Saudita ha sido confirmada como la sede de la Copa Mundial masculina de 2034, una decisión que ha generado una amplia controversia y debate. Esta confirmación, que se espera sea anunciada oficialmente hoy, llega después de que Australia se retirara del proceso de licitación en octubre pasado, dejando a Arabia Saudita como el único candidato viable. Sin embargo, esta decisión está ensombrecida por serias preocupaciones sobre los derechos humanos, la sostenibilidad y la idoneidad general de la nación para albergar un evento tan prestigioso. Las organizaciones de derechos humanos han expresado fuertes críticas a la selección de Arabia Saudita, trazando paralelismos con las controversias que rodearon la Copa Mundial de 2022 en el vecino Catar. Las principales cuestiones incluyen el trato a los trabajadores migrantes, los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTQ+, y la sombra que proyecta el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Amnistía Internacional y otros defensores de los derechos humanos han condenado la evaluación de la situación de derechos humanos en Arabia Saudita realizada por la FIFA, que clasificó la situación del país como de riesgo medio, a pesar de la abrumadora evidencia de abusos. El informe de evaluación de la FIFA otorgó a la candidatura de Arabia Saudita una puntuación de 4.2 sobre 5, la más alta jamás otorgada a una candidatura para la Copa del Mundo, citando una "visión innovadora y ambiciosa" para el torneo. Esto ha provocado la indignación entre los grupos de derechos humanos, que argumentan que la decisión de la FIFA equivale a complicidad en las violaciones de derechos humanos en curso. Steve Cockburn de Amnistía Internacional comentó que la evaluación de la FIFA representa un "blanqueo" de los abusos a los derechos laborales en Arabia Saudita, afirmando que sin compromisos significativos para proteger a los trabajadores, la próxima Copa del Mundo probablemente estará "manchada por la explotación". Otra capa de complejidad surge de las regulaciones de la FIFA que restringen los derechos de sede en función de la distribución geográfica. Con la Copa Mundial de 2026 ya programada para llevarse a cabo en Estados Unidos, Canadá y México, las únicas confederaciones elegibles restantes para 2034 eran la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) y la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC). Como el miembro más prominente de la AFC, el camino para Arabia Saudita fue en gran medida inalterado tras la retirada de Australia. El CEO de Fútbol Australia, James Johnson, indicó que el rápido cronograma de licitación y los altos costos de alojamiento fueron disuasivos significativos, llevando al país a decidir no presentar una candidatura. También existen preocupaciones sobre el impacto potencial del clima en el torneo, así como sobre la logística de la organización. La FIFA aún no ha establecido un cronograma para la Copa del Mundo, dejando incertidumbre sobre si se llevará a cabo en los meses de verano o se trasladará a un período más fresco, como fue necesario durante Catar 2022. El clima de Arabia Saudita plantea desafíos no solo para el rendimiento y la seguridad de los jugadores, sino también para la experiencia de los aficionados. El gobierno saudita ha sido vocal sobre sus motivaciones para albergar eventos deportivos importantes, afirmando que busca diversificar su economía y mejorar la salud pública a través del deporte, que es una parte fundamental de su iniciativa Visión 2030. Sin embargo, los críticos argumentan que estas ambiciones tienen un alto costo humano, particularmente para los millones de trabajadores migrantes que forman una parte significativa de la fuerza laboral en la construcción y otros sectores. Han surgido informes que destacan las malas condiciones laborales, la esclavitud moderna y la falta de recursos para estos trabajadores, lo que plantea el espectro de problemas similares a los que se observaron en el período previo a la Copa Mundial de Catar. Además, la igualdad de género y los derechos LGBTQ+ siguen siendo temas controvertidos en Arabia Saudita. Las mujeres en el reino enfrentan extensas restricciones legales y sociales, mientras que las relaciones del mismo sexo están criminalizadas bajo la ley Sharia. A pesar de los reclamos de progreso, como el aumento de la participación en deportes femeninos, los defensores de los derechos humanos sostienen que la discriminación sistémica subyacente continúa sin cesar. La falta de compromisos concretos para proteger los derechos de las mujeres y de las personas LGBTQ+ durante la Copa del Mundo es una omisión flagrante que plantea más preguntas sobre la naturaleza del torneo. La magnitud del desarrollo requerido para la Copa del Mundo plantea preocupaciones ambientales adicionales. Se espera que los ambiciosos proyectos de infraestructura asociados con la Visión 2030, incluido el masivo proyecto NEOM, dependan en gran medida de la mano de obra migrante en medio de acusaciones de violaciones de derechos laborales. Los críticos temen que la Copa del Mundo podría agravar los abusos existentes en derechos humanos en la búsqueda de un desarrollo rápido y de inversión. A medida que el mundo centra su atención en Arabia Saudita como nación anfitriona, la próxima década será crucial para cómo el reino navega estos desafíos. Mientras la FIFA promueve la idea de un torneo transformador que mejorará el panorama del fútbol global, la realidad sobre el terreno puede reflejar una narrativa completamente diferente: una de explotación, represión y un recordatorio contundente de los costos humanos detrás de los megaeventos deportivos. El destino de la Copa Mundial de 2034 sigue siendo incierto, pero una cosa es clara: la atención estará centrada en Arabia Saudita y el mundo estará observando de cerca.

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