Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los recientes desarrollos en el Manchester United bajo la dirección de Sir Jim Ratcliffe han suscitado una mezcla de preocupación y escepticismo entre los aficionados y analistas por igual. Ratcliffe, conocido por su ambición y perspicacia empresarial, parece haber adoptado un enfoque directo y sin rodeos para gestionar el club. Sin embargo, esta dureza, evidenciada por la rápida destitución del director deportivo Dan Ashworth solo cinco meses después de su llegada, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad y efectividad de tal estrategia. La decisión de contratar a Ashworth fue recibida inicialmente con optimismo; se le aclamó como uno de los mejores directores deportivos a nivel mundial, capaz de revitalizar un club de fútbol estancado. Sin embargo, la abrupta finalización de su contrato refleja un patrón más amplio de impulsividad que ha caracterizado las acciones iniciales de Ratcliffe. Esta tendencia continuó con un programa de despidos, la retirada de beneficios para el personal y el aumento de los precios de las entradas, todo mientras la mala gestión financiera del club se ha hecho evidente a través de despidos de alto perfil y decisiones de transferencias costosas. De hecho, el enfoque de Ratcliffe parece recordar el caos que a menudo sigue a las fases iniciales de una nueva propiedad. Comparaciones históricas con la tumultuosa transición del Chelsea bajo Todd Boehly y Clearlake Capital sugieren que los cambios radicales a menudo conducen a la inestabilidad. El Manchester United, durante mucho tiempo acosado por la mediocridad bajo los Glazers, ciertamente necesitaba una sacudida, sin embargo, la forma y la velocidad de estos cambios corren el riesgo de crear su propio conjunto de problemas. Si bien la intención de Ratcliffe de restaurar al Manchester United a su antigua gloria es encomiable, su historial en la propiedad del fútbol plantea dudas. Sus emprendimientos anteriores en el Niza y el Lausanne Sport no produjeron los resultados transformadores que podrían justificar sus ambiciosas afirmaciones. Críticos, incluidos aficionados de sus clubes anteriores, han expresado decepción con sus estrategias, destacando una falta de comprensión de la dinámica del fútbol. A medida que las quejas sobre el pobre reclutamiento de jugadores y las decisiones de entrenamiento continúan surgiendo, el miedo a repetir errores del pasado se vuelve palpable. Las declaraciones recientes de Ratcliffe reflejan una aguda conciencia de los problemas de larga data del club, enfatizando la necesidad de cambios estructurales para combatir años de declive. Sin embargo, la ejecución de estos planes—particularmente la dependencia de un comité para definir el estilo de juego del Manchester United—parece confusa. El último nombramiento de entrenador, Ruben Amorim, no se ha alineado con la estrategia integral que Ratcliffe había delineado anteriormente, dejando interrogantes sobre la coherencia de la visión del club hacia el futuro. Esta desconexión se ha visto agravada por las decisiones desconcertantes en torno al reclutamiento de jugadores. Las inversiones en transferencias de verano, que ascienden a alrededor de 200 millones de libras, aparentemente carecieron de dirección, ya que tanto Ten Hag como Ashworth fueron despedidos poco después. Tal desembolso financiero significativo debería haberse integrado idealmente en una estrategia a largo plazo coherente en lugar de un enfoque fragmentado que ha resultado en una plantilla poco adecuada a los requisitos tácticos de Amorim. El desafío inmediato para Ratcliffe radica en reconciliar su ambiciosa visión con las realidades de gestionar un club histórico pero en dificultades. Por cada paso audaz que da para rectificar las deficiencias de la era Glazer, parece haber una decisión igualmente errática que socava su credibilidad. La posición actual del club refleja una lucha continua, con apenas cuatro puntos obtenidos en sus cuatro primeros partidos de la Premier League, lo que sugiere que el camino hacia la recuperación será largo y complicado. En última instancia, aunque las intenciones de Ratcliffe pueden ser genuinas, la ejecución hasta ahora plantea importantes señales de advertencia. Su reputación como un empresario implacable podría transformarse en una imagen de imprudencia si no puede encontrar un camino sostenible hacia adelante. Por el bien del Manchester United y su leal base de aficionados, la esperanza es que su curva de aprendizaje sea rápida y que pueda traducir su éxito corporativo en una estrategia futbolística coherente y efectiva. Las apuestas son altas, y la vigilancia solo se intensificará a medida que su mandato continúe desarrollándose.