Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que la temporada inaugural del Playoff de Fútbol Americano Universitario de 12 equipos llega a su fin, la emoción y la imprevisibilidad que han caracterizado el deporte este año son evidentes en los éxitos de equipos que anteriormente estaban relegados a la periferia de la contienda. Notablemente, Arizona State, un programa con un pasado modesto, ha adoptado la narrativa del desvalido, culminando en una sorprendente victoria por el campeonato sobre Iowa State. Bajo la dirección del entrenador en jefe más joven del fútbol universitario, Kenny Dillingham, los Sun Devils han proporcionado una chispa refrescante en este formato ampliado. Dillingham, un joven de 34 años, ejemplifica el espíritu aventurero de esta nueva era de playoffs. La arriesgada jugada de su equipo en cuarta y uno, en su propia zona, durante el Campeonato de la Big 12 mostró una valentía que se está convirtiendo en emblemática del panorama actual del fútbol universitario. "Oh, diablos, está bien amigo, hagámoslo", reflexionó, encapsulando la emocionante imprevisibilidad que los aficionados han llegado a amar. Esta filosofía resuena más allá del vestuario de Arizona State; es un grito de unión para los aficionados que navegan por las vueltas y revueltas de una temporada marcada por sorprendentes derrotas y triunfos inesperados. De hecho, la transición de un formato de playoffs de cuatro equipos a uno de 12 ha inyectado nueva vida al fútbol universitario. Han quedado atrás los días en que solo unos pocos programas dominaban la conversación. El cuadro de la selección ha dado origen a enfrentamientos intrigantes que los aficionados esperan con ansias. El choque entre el sembrado No. 9 Tennessee y el No. 8 Ohio State, por ejemplo, promete fuegos artificiales, mientras que el sembrado No. 10 Indiana se enfrenta al renombrado No. 7 Notre Dame. Incluso el sembrado No. 12 Clemson, que se enfrenta al No. 5 Texas, tendrá su propia narrativa de redención por explorar. Quizás lo que más destaca es la nueva paridad en la liga. Esta temporada, la distinción entre los equipos mejor clasificados y aquellos que apenas se mantienen ha blurred significativamente. Con el invicto No. 1 Oregon liderando la carga, la competencia es feroz, pero no abrumadoramente desigual. La presencia de potencias tradicionales como Alabama y Carolina del Sur en la mezcla, a pesar de sus menores sembrados, señala un cambio hacia un campo más equilibrado donde las sorpresas son la norma en lugar de la excepción. Esta inclusividad es una gran ventaja para el fútbol universitario, ya que el playoff ahora refleja una mayor diversidad geográfica. Con equipos que representan diversas regiones—desde Indiana hasta Arizona, y Boise hasta Carolina del Sur—el playoff encarna una representación nacional que el formato anterior carecía. Notablemente, el ascenso de programas como Indiana, que históricamente ha luchado, junto con el resurgimiento de SMU, muestra que el panorama está evolucionando. Estos equipos pueden no haber estado en el centro de atención nacional antes, pero ahora son centrales en la narrativa del playoff, para deleite de sus aficionados. Sin embargo, aunque hay mucho que celebrar, el sistema no está exento de controversias. Las discusiones sobre los criterios del comité de selección, los problemas de siembra y la falta de ventaja de local para los equipos mejor sembrados han generado debate entre aficionados y analistas. Además, los desafíos continuos de la arbitraje y las implicaciones de la reestructuración de conferencias siguen proyectando una sombra sobre el deporte. Sin embargo, estas quejas a menudo alimentan la pasión que hace que el fútbol universitario sea un espectáculo tan atractivo, asegurando que las discusiones en torno al deporte permanezcan vivas y en constante evolución. A medida que miramos hacia el playoff, marcado por la promesa de emocionantes enfrentamientos y nuevas narrativas, es claro que el formato de 12 equipos ha revitalizado el fútbol universitario. El juego es más inclusivo, más impredecible y, sin duda, más emocionante. Con cada semana que pasa, las apuestas han aumentado y las historias se han desarrollado de maneras que han mantenido a los aficionados al borde de sus asientos. La temporada 2024 se acerca, llena de potencial y anticipación. Para jugadores, entrenadores y aficionados por igual, ha llegado el momento de abrazar este nuevo capítulo y saborear la emoción que nos espera. El tocino está caliente y es hora de disfrutarlo.