Angélica Espinoza brilla en París como bicampeona paralímpica: un orgullo peruano

Angélica Espinoza brilla en París como bicampeona paralímpica: un orgullo peruano

Angélica Espinoza se coronó bicampeona paralímpica en París 2024, un triunfo que simboliza el sacrificio familiar y la dedicación.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Deportes 03.09.2024

El pasado 29 de agosto, el nombre de Angélica Espinoza resonó con fuerza en el corazón de todos los peruanos, tras haberse coronado como bicampeona paralímpica al obtener su segunda medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de París 2024. La alegría de la victoria se sintió en cada rincón del país, pero para doña Julia Carranza, madre de Angélica, el triunfo fue algo más que un logro deportivo; fue la culminación de años de sacrificio y dedicación que ella y su familia han vivido al lado de su hija. Desde las primeras horas de la mañana, doña Julia recuerda cómo Angélica se levantaba a las 5 a.m. para entrenar, solo para regresar a casa en la noche, agotada pero comprometida con su sueño. "No hubo un solo día en que no se preparara", cuenta doña Julia con nostalgia y orgullo. Para ella, cada hora de entrenamiento representa el esfuerzo de su hija por alcanzar una meta que, aunque distante, siempre pareció posible gracias a su tenacidad. La emoción de la medalla dorada se mezcló con lágrimas de felicidad cuando doña Julia vio a Angélica en televisión cantando el himno nacional. "Le dejé un audio de WhatsApp llorando", confiesa, todavía con la voz entrecortada por la dicha. Esa imagen, tan vívida en su memoria, simboliza no solo la victoria de su hija, sino también el sacrificio de toda una familia que ha estado a su lado en cada paso del camino. La madre de Angélica no oculta su admiración por la determinación de su hija. "La gente no siempre comprende el esfuerzo que hay detrás de una medalla", explica. Según ella, competir a nivel mundial implica enfrentarse a un sistema que, en muchos casos, cuenta con mejores recursos y tecnología. Para Angélica, ser una de las mejores del mundo, incluso obteniendo diplomas en algunas competiciones, ya es un gran logro, y es un esfuerzo que merece ser reconocido. Doña Julia comparte la certeza de que el camino a París no fue fácil; requiere no solo dedicación, sino también una gestión adecuada en el ámbito deportivo. "Es un tema delicado que Angélica tiene que abordar cuando regrese", dice. Con la evolución de los deportes paralímpicos en el país, nota que ha habido un avance en la respuesta de las instituciones deportivas, aunque también se siente que hay aspectos que aún deben mejorarse. El proceso de preparación para la competencia fue meticuloso. Doña Julia recuerda las largas horas de entrenamiento, las visitas regulares a nutricionistas y el estricto régimen que su hija debía seguir. "No es solo cuestión de talento, es sacrificio y disciplina", enfatiza, mientras una sonrisa de orgullo se dibuja en su rostro. La familia siempre soñó con este momento. "Cuando Angélica se lo propuso, supimos que, si trabajaba duro, lo lograría", explica doña Julia. El escepticismo inicial fue reemplazado por una fe inquebrantable en las habilidades de su hija, y el momento de verla en el podio fue la materialización de un sueño que parecía imposible. La emoción de ver a su hija en los principales periódicos del mundo la llena de un orgullo indescriptible. "He comprado todos los periódicos", dice riendo, consciente de la magnitud del logro de Angélica. Para ella, cada titular que celebra a su hija es un reconocimiento al esfuerzo y sacrificio que han hecho como familia. En un momento tan significativo, doña Julia también hace un llamado a las autoridades. "Es importante que se reconozca el esfuerzo de los deportistas, que se resalten sus logros y se hable de su sacrificio. Angélica ha demostrado que se puede lograr todo con trabajo", afirma con determinación. Su mensaje es claro: el éxito de su hija debe inspirar a otros y demostrar que la perseverancia y la dedicación pueden llevar a la gloria. Así, mientras el país celebra el triunfo de Angélica Espinoza, su madre se mantiene firme en su convicción de que cada lágrima y cada sacrificio han valido la pena. La historia de Angélica es un testimonio de lucha y esperanza que, sin duda, continuará inspirando a futuras generaciones de deportistas.

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