Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La historia del Museo Nicolini, fundado por Jorge Nicolini, es un testimonio de la pasión por los automóviles que ha perdurado a lo largo de las décadas. Desde su infancia, Nicolini estuvo rodeado de motores, gracias a la empresa familiar que representaba a marcas icónicas como Packard y Mack. Sin duda, su amor por las carreras y los autos lo llevó a dar un paso audaz en su vida: vender su Ford Taunus y un Mustang Shelby para adquirir diez carros antiguos, lo que marcó el inicio de su impresionante colección. El primer automóvil que compró Nicolini fue un Lincoln de 1925. Este vehículo, que avistó mientras se dirigía a la fábrica de su familia, lo cautivó desde el primer momento. En un acto de valentía y determinación, se prestó el dinero de su madre y adquirió el Lincoln por casi S/. 2.000 en 1962, un precio modesto para un automóvil de tal categoría. Este fue el primer paso de una colección que, con el tiempo, se transformaría en un museo que resguarda piezas de inestimable valor histórico. Con el tiempo, la pasión de Nicolini creció y expandió su colección. En 1965, adquirió su primer Ford modelo T, un vehículo que restauró con sus propias manos y que le ganó un concurso de Ford por su excepcional conservación. El premio, un Ford Taunus nuevo, fue una oportunidad que Nicolini aprovechó al venderlo junto a su Mustang Shelby, lo que le permitió adquirir diez autos antiguos. Sin embargo, su sueño de abrir un museo se vio postergado por las difíciles circunstancias del país en las décadas de 1970 y 1980. No fue hasta el año 2002 que Nicolini pudo cumplir su anhelo y abrir las puertas del Museo Nicolini, inicialmente con una impresionante colección de 64 autos clásicos. Entre estos vehículos, destacan un Boyer de 1901 y un Cadillac presidencial que fue utilizado por figuras políticas peruanas como Manuel A. Odría y Fernando Belaúnde Terry. Nicolini se enorgullece de tener en su colección algunos de los automóviles más raros del mundo, como el Wanderer de 1915 y el Stutz de 1928. El museo no solo es un lugar para admirar autos antiguos, sino que también cuenta con una sección dedicada a los mini coches de la década de 1960. Aquí, los visitantes pueden encontrar modelos icónicos como el Mazda R360 y el Fiat 500, que se destacan por sus diseños únicos y sistemas de apertura de puertas poco convencionales. Esta variedad de vehículos representa la evolución del diseño automotriz a lo largo de los años y las distintas necesidades del mercado. Un aspecto fascinante de la colección es la presencia de autos que reflejan la historia de tiempos difíciles, como el Willys Jeep de 1946, un ícono militar que fue esencial durante la Segunda Guerra Mundial. Este vehículo, a pesar de su escasa potencia comparado con los estándares actuales, tiene un lugar especial en la memoria colectiva de la guerra y simboliza la resistencia y funcionalidad de la época. El Museo Nicolini también alberga vehículos que desafían el paso del tiempo en términos de potencia. Un Cadillac Sedan de Ville de 1963, por ejemplo, es capaz de generar 325 hp, superando a muchos vehículos modernos. Este tipo de autos no solo son piezas de museo, sino que representan un legado de ingeniería que aún asombra a los entusiastas del motor. Entre los autos más emblemáticos que se pueden encontrar en el museo, destaca el Chevrolet Impala Sport Coupe de 1959, conocido no solo por su popularidad en el mercado estadounidense, sino también por su aparición en numerosas películas de Hollywood. Este sedán, con un motor V8 de 250 hp, ha dejado una huella imborrable en la cultura automotriz y sigue siendo un símbolo de la era dorada de los automóviles. Finalmente, el K-2 Sport de Allard, un ejemplar muy raro de 1950, cierra el recorrido del museo. Este auto descapotable, con un motor V8 Mercury, es una joya que ilustra la exclusividad y el lujo de los automóviles de su tiempo. Solo se fabricaron 21 unidades, de las cuales tres llegaron a Sudamérica, lo que lo convierte en una pieza de coleccionista muy apreciada. La visita al Museo Nicolini no es solo un paseo por una colección extraordinaria, sino un viaje a través de la historia del Perú y del mundo automotriz. Con más de 130 modelos que abarcan distintas épocas y estilos, cada automóvil cuenta una historia, y es en este museo donde los amantes de los coches pueden apreciar la rica herencia que estos vehículos representan. Sin lugar a dudas, el legado de Jorge Nicolini y su dedicación a la preservación del automovilismo antiguo continuará inspirando a futuras generaciones.