Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En el corazón del Abierto de Cincinnati, se desarrolló un momento crucial que encapsuló la creciente necesidad de la tecnología de repetición de video en el tenis. A medida que se acercaba la medianoche, el canadiense Félix Auger-Aliassime se enfrentaba al británico Jack Draper en un tenso encuentro de octavos de final. Las apuestas eran altas y las emociones aún más intensas cuando una llamada crucial cambió drásticamente el rumbo del partido. El clímax llegó cuando Draper sirvió ancho, avanzó para volear y Auger-Aliassime respondió con un revés que rozó la red y pasó al otro lado. Mientras Draper creía haber hecho un ganador brillante, Auger-Aliassime estaba seguro de que la pelota había tocado el lado de Draper antes de sobrepasar la red. El árbitro, Greg Allensworth, lo consideró un tiro válido, declarando a Draper como el ganador. Auger-Aliassime, desconcertado por la decisión, suplicó por una revisión, pero sus apelaciones cayeron en oídos sordos. Este incidente recuerda una controversia similar ocurrida días antes, cuando un mal funcionamiento del sistema de llamadas electrónicas de línea (ELC) empañó un partido entre Taylor Fritz y Brandon Nakashima. En ambos casos, los jugadores quedaron a merced del juicio humano en momentos de fracción de segundo, mientras que la tecnología que podría haber aclarado sus situaciones estaba ya sea fallando o no disponible. A medida que el circuito ATP lidia con estos problemas técnicos, está claro que el estado actual de la arbitraje pone en riesgo la integridad del deporte. La complejidad de la situación se vio agravada por el hecho de que, en el calor del momento, Allensworth tuvo que tomar una decisión instantánea basada en información limitada. Las repeticiones sugirieron que la raqueta de Draper pudo haber hecho contacto con la pelota cuando esta tocó el suelo de su lado antes de elevarse en el aire. Esto plantea una pregunta significativa: ¿debería un jugador perder un punto debido a una decisión que podría haber sido revertida con evidencia en video? El elemento frustrante para jugadores y aficionados por igual es la falta de recursos. Auger-Aliassime expresó sus preocupaciones, afirmando que la decisión se sentía arbitraria y que una simple revisión podría haber traído claridad a una situación de otro modo confusa. Los atletas no deberían verse obligados a defender su integridad tras decisiones arbitrales cuestionables, ni los árbitros deberían ser los únicos responsables de decisiones que podrían aclararse fácilmente mediante tecnología. La noción de deportividad y juego limpio en el tenis es primordial, sin embargo, incidentes como este desafían esos ideales. Los jugadores deberían poder competir sabiendo que las reglas se harán cumplir de manera justa, con el apoyo de tecnología que ya está presente en el deporte. La resistencia a implementar revisiones de video de manera consistente es desconcertante, particularmente cuando las apuestas emocionales y competitivas son tan altas. A medida que el tenis mira hacia el Abierto de EE. UU., que comienza en breve, es crucial que los organismos rectores del deporte reconsideren su enfoque hacia la arbitraje y la tecnología. Si bien algunos pueden argumentar que no todos los partidos pueden estar sujetos a repetición de video, la inconsistencia del arbitraje entre diferentes partidos y torneos solo sirve para resaltar la necesidad de un sistema cohesivo que pueda adaptarse a las demandas de los deportes modernos. Los recientes incidentes subrayan un problema más amplio en juego: una infraestructura deportiva que parece reacia a adoptar los avances que podrían proteger a sus jugadores y mejorar la experiencia del espectador. De cara al futuro, el tenis tiene la oportunidad de aprender de los errores del pasado y asegurarse de que la tecnología sirva como un aliado, en lugar de un obstáculo, en la búsqueda de la equidad y la integridad en la cancha. El deporte no puede permitirse que momentos como el punto de partido entre Draper y Auger-Aliassime se conviertan en solo una nota al pie en una historia de fracasos arbitrales; debe abordar el problema de frente y evolucionar.