El tenis australiano se dispara mientras Alexei Popyrin conquista el histórico título del Masters de Montreal.

El tenis australiano se dispara mientras Alexei Popyrin conquista el histórico título del Masters de Montreal.

Alexei Popyrin gana su primer título ATP Masters 1000 en Montreal, convirtiéndose en el primer australiano masculino desde 2003 en lograr esta hazaña.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Deportes 13.08.2024

La victoria de Alexei Popyrin en el Masters de Montreal representa un capítulo notable en la narrativa del tenis australiano. El lunes por la noche, el jugador de 25 años capturó su primer título en un ATP Masters 1000, superando a Andrey Rublev con un contundente marcador de 6-2, 6-4. Con este triunfo, Popyrin no solo grabó su nombre en los libros de récords, sino que también se convirtió en el primer jugador australiano masculino en ganar un evento ATP 1000 desde Lleyton Hewitt en 2003. Mientras yacía en la cancha, disfrutando de su victoria, Popyrin se quedó momentáneamente sin palabras. “Wow”, expresó en la ceremonia posterior al partido, una respuesta adecuadamente sobria ante un logro que cambia la vida. La emoción no se le escapó; reconoció el papel crucial de su sistema de apoyo, a pesar de la ausencia de su novia, quien normalmente lo acompaña en el tour. “Mi novia y mi familia... han sacrificado tanto”, señaló, subrayando la naturaleza colectiva del éxito en un deporte que a menudo se siente solitario. El camino de Popyrin hacia el título fue extraordinario. Navegó por un sendero peligroso, derrotando a cinco jugadores del top 20, una hazaña que ningún jugador de la ATP ha logrado en 2024 hasta ahora. Su actuación fue un reflejo de la reciente imprevisibilidad del tenis; desde 2020, solo tres hombres—Daniil Medvedev, Holger Rune y Novak Djokovic—han replicado este logro. Esta victoria marca un punto de inflexión significativo, especialmente porque se produjo durante su debut en el cuadro principal del Abierto de Canadá, una rareza que no se veía desde Djokovic en 2007. Durante el último año, Popyrin había estado mejorando constantemente. Partidos cerrados contra leyendas como Novak Djokovic en el Abierto de Australia demostraron su creciente destreza en la cancha. Sin embargo, fue en Montreal donde realmente logró unir todas las piezas. La ausencia de competidores de alto nivel como Djokovic y Carlos Alcaraz, recién salidos de sus compromisos olímpicos, brindó tanto oportunidades como un contexto único para que Popyrin brillara. Este momento de "flujo en el tenis" es una rareza, una ventana donde los jugadores emergentes pueden capitalizar la ausencia de las élites del deporte. Su camino hacia el título estuvo marcado por la resiliencia y un juego hábil. Triunfó sobre Hubert Hurkacz en un partido que puso a prueba su temple, superando desventajas significativas y mostrando una notable calma bajo presión. En los cuartos de final, se enfrentó a Grigor Dimitrov, salvando tres puntos de partido y cambiando las tornas con un poco de suerte y ejecución hábil. Sin embargo, sería deshonesto atribuir su éxito únicamente a la suerte. Con una altura de 1,98 m, el servicio de Popyrin, junto con su evolución en el golpe de derecha, demostró ser armas formidables. Los datos de Tennis Abstract destacan que, aunque realizó menos primeros servicios, ganó un mayor porcentaje de puntos tras ellos que en torneos anteriores. Su golpe de derecha, tradicionalmente un punto de preocupación, se convirtió en un factor decisivo, ya que entregó tiros más rápidos y agresivos que mantenían a los oponentes adivinando. En la final contra Rublev, la estrategia fue clave. Aunque el ruso pudo haber parecido ganar impulso en los intercambios más largos, Popyrin interrumpió hábilmente su ritmo. Ajustó su juego para asegurarse de que los intercambios favorecieran sus fortalezas, ganando una mayor proporción de intercambios cortos. Esta astucia táctica fue un testimonio de su crecimiento como jugador y su capacidad para aprovechar el momento cuando más importaba. La victoria de Popyrin no solo lo impulsa hacia las altas esferas del ranking de la ATP, colocándolo en el puesto 23 del mundo y asegurando un sembrado para el próximo Abierto de EE. UU., sino que también sirve como recordatorio de la importancia del tiempo y la adaptabilidad en el deporte. En el mundo del tenis, donde las oportunidades pueden ser efímeras, su capacidad para capitalizar el momento habla volúmenes sobre su carácter y determinación. A medida que crece la anticipación por el Abierto de EE. UU., todas las miradas estarán puestas en Popyrin, ansiosas por ver si esta estrella emergente puede continuar su ascenso.

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