El fútbol femenino de Francia enfrenta una crisis: los problemas en los cuartos de final exigen una nueva dirección.

El fútbol femenino de Francia enfrenta una crisis: los problemas en los cuartos de final exigen una nueva dirección.

El equipo femenino de fútbol de Francia enfrenta la desilusión tras otra eliminación en cuartos de final, lo que ha generado un clamor por un nuevo liderazgo de cara al Campeonato Europeo.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Deportes 05.08.2024

A medida que el pitido final resonaba en el estadio, el equipo nacional femenino de fútbol de Francia se enfrentaba a una profunda sensación de desilusión. Acababan de sufrir otra eliminación en cuartos de final en un torneo importante, marcando la octava vez en 15 años que habían sido eliminadas en esta etapa. Los ecos de fracasos pasados pesaban mucho, ya que los recuerdos de su derrota anterior ante Estados Unidos en los cuartos de final de la Copa Mundial de 2019 todavía flotaban en el aire. A pesar de los notables logros de otros atletas franceses, como las cuatro medallas de oro del nadador Léon Marchand y el electrizante final de Cassandre Beaugrand en el triatlón, el mismo espíritu de triunfo no se extendió al fútbol femenino. El deporte ha luchado históricamente por captar el corazón del público francés, como lo evidencian las desalentadoras asistencias a los partidos a lo largo del torneo. Los cuartos de final registraron las cifras de asistencia más bajas desde el inicio de la competencia en 1996, con un promedio de apenas 12,212 espectadores por partido. Si bien los partidos en París atrajeron a aficionados, el entusiasmo decayó en otros lugares, y la reciente derrota 1-0 ante Brasil poco hizo para cambiar la opinión de los escépticos. A lo largo del partido, Francia luchó con fuerza pero, al final, desperdició numerosas oportunidades, especialmente a través de la máxima goleadora del torneo, Marie-Antoinette Katoto, quien no pudo convertir oportunidades críticas. Un penalti ejecutado por Sakina Karchaoui fue detenido, y hasta una falta clara que merecía una revisión del VAR no llevó a nada más que frustración para jugadores y aficionados. En el minuto 82, una falta de comunicación defensiva permitió a Gabi Portilho de Brasil aprovechar el hueco y marcar, sellando el destino de Francia y enviándolas de nuevo a casa. Tras el partido, había una palpable decepción entre las jugadoras. La capitana del equipo, Wendie Renard, expresó un sentimiento compartido de frustración, mientras que Delphine Cascarino lamentó: “No merecíamos perder”. Sin embargo, esta derrota es emblemática de un problema más amplio y persistente dentro del equipo. Esta eliminación en cuartos de final no fue solo un simple tropiezo; subraya una tendencia preocupante, donde incluso circunstancias favorables—como un sorteo ventajoso en el torneo—no pudieron traducirse en éxito en el campo. La gestión bajo Hervé Renard, quien había intentado reintegrar a las jugadoras tras la tumultuosa era de la exentrenadora Corinne Diacre, también ha estado bajo escrutinio. A pesar de algunos cambios positivos, los comentarios de Renard sugiriendo una falta de fe en el programa femenino no hicieron nada por infundir confianza. Su anuncio de partida tras los Juegos Olímpicos solo aumentó la incertidumbre en torno al futuro del equipo. Además, se reveló que había expresado interés en entrenar a otros equipos, lo que insinúa una falta de compromiso con el programa femenino francés. A medida que Francia mira hacia el Campeonato Europeo el próximo verano, la necesidad de un nuevo entrenador que crea genuinamente en el potencial de este talentoso grupo nunca ha sido más crucial. Jugadoras como Katoto, Sandy Baltimore, Selma Bacha y Maëlle Lakrar representan una base formidable, pero sin un liderazgo sólido, sus talentos pueden seguir infrautilizados. El equipo debe reevaluar su dirección, abordando la situación del portero y considerando un cambio generacional para rejuvenecer la alineación. El camino a seguir requiere un entrenador que fomente la creencia y la confianza, en lugar de perpetuar una cultura de culpa. El fútbol femenino en Francia ha estado atrapado en un ciclo de eliminaciones tempranas y oportunidades perdidas, llevando a una frustrante estancación que contrasta marcadamente con el progreso realizado por otros equipos internacionales. Con el próximo Campeonato Europeo en el horizonte, es el momento propicio para el cambio. Francia debe aprovechar este momento, no sea que se queden aún más atrás mientras otras naciones avanzan.

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