Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La llegada al aeropuerto Jorge Chávez en una noche fría y nublada marca el comienzo de una serie de reflexiones sobre la esencia de ser peruano, que nos lleva a aferrarnos a esos momentos de ternura y cariño que nos brindan consuelo en tiempos inciertos. En medio de un clima político que a menudo se siente delictivo y surrealista, emergen esos espacios que llamamos "islas de cariño y ternura", donde la kalidez del afecto humano, las conversaciones enriquecedoras y los recuerdos compartidos se convierten en refugios temporales para nuestras almas. En estas islas, se manifiestan risas espontáneas, sabores de la cocina tradicional y la belleza de nuestras tradiciones, elementos que nos unen a pesar de las distancias. Sin embargo, al observar nuestra realidad nacional, es difícil no sentir la frustración ante un sistema político que perpetúa la injusticia y la exclusión. La reciente asignación de pensiones vitalicias a expresidentes que han traicionado la confianza del pueblo es un claro ejemplo de cómo se perpetúan las desigualdades y se ignoran las verdaderas necesidades de la población. Al compartir estos pensamientos con amigos en una de estas reuniones en nuestras islas de cariño, la conversación inevitablemente se tornó hacia la crítica de un liderazgo que parece desconectado de los problemas cotidianos de los peruanos. Un canciller que narra historias inverosímiles y una cultura política marcada por la ineficiencia y el desencanto dejan un sabor amargo en la boca. En este contexto, las verdaderas aspiraciones de la ciudadanía por salud, seguridad y empleo digno parecen relegadas a un segundo plano. A pesar de este sombrío panorama, no debemos permitir que la desesperanza nos consuma. La historia, como bien lo señala el historiador Howard Zinn, no es solo una crónica de la crueldad humana, sino también una celebración de la compasión y el sacrificio. En tiempos difíciles, recordar aquellos momentos de grandeza humana puede ser la chispa que encienda nuestra capacidad de actuar y cambiar el rumbo. Es fundamental que, en lugar de centrarnos únicamente en lo negativo, busquemos alimentar nuestra energía con las experiencias positivas que hemos vivido. Cada pequeño gesto de bondad y cada acto de solidaridad construyen el futuro, que es, al fin y al cabo, una sucesión interminable de presentes. La manera en la que elegimos vivir hoy puede marcar la diferencia en el mañana. Mis encuentros recientes con amigos entrañables, como Teresina Muñoz-Nájar, son ejemplos perfectos de cómo se pueden crear redes de apoyo y fortaleza. Juntos, hemos trabajado en proyectos que reivindican la memoria y la historia de nuestro país, un esfuerzo que nos recuerda que no estamos solos en esta lucha. Su reciente obra, "Valientes: mujeres del bicentenario", es un testimonio del coraje y la resistencia de las mujeres peruanas, un homenaje necesario en tiempos donde tantas enfrentan abusos y desigualdades. La dedicación de su libro a las mujeres extraordinarias que han formado parte de nuestra historia es un recordatorio del legado que llevamos en nuestras manos. Este tipo de iniciativas son las que nos impulsan a seguir adelante, a no rendirnos y a trabajar por un futuro donde el respeto y la equidad sean una realidad palpable. Los espacios de cariño y ternura que creamos en nuestras comunidades son esenciales para enfrentar los desafíos que nos presenta la política y la vida diaria. Es en esos momentos de conexión genuina donde encontramos la fuerza para seguir luchando, donde se forjan la amistad y la solidaridad que nos acompañan en el camino. Así, al mirar hacia el futuro, no debemos olvidar que cada pequeño esfuerzo cuenta. La esperanza es una herramienta poderosa que, cuando se cultiva en nuestras islas de cariño, puede transformar nuestra realidad. Aunque el camino sea incierto, el compromiso de construir un mundo más justo y humano está en nuestras manos. En honor a todas las mujeres valientes que nos han precedido y a las que siguen luchando, el viaje continúa, y juntos podemos escribir un nuevo capítulo en la historia de nuestro país.