Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El 4 de septiembre de 2024, Quito se vio envuelta en una grave emergencia ambiental provocada por cuatro incendios forestales que se desataron casi simultáneamente en varias zonas de la ciudad. El descontrol del fuego generó una nube de humo que oscureció el cielo y afectó la calidad del aire, llevando a la evacuación de 25 familias en el sector de Nayón. A medida que el día avanzaba, el panorama se tornó alarmante, con un olor a quemado que invadió el aire y preocupación entre los ciudadanos por posibles riesgos de salud. Los siniestros se registraron en Chilibulo, Nayón, Pifo y La Merced, y hasta el momento, solo uno de ellos pudo ser controlado. La situación fue complicada, pues se requirió la intervención de 128 bomberos, quienes se han enfrentado a condiciones extremas, como temperaturas que superaron los 500 grados en el área de Itulcachi, lo que complicó los esfuerzos para extinguir el fuego. Mientras tanto, se realizaron barreras preventivas para evitar la propagación de las llamas. El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, ha señalado que estos incendios fueron provocados por supuestas quemas controladas en actividades agrícolas. Una vez concluidas estas quemas, el material residual fue arrojado a las quebradas, lo que, sumado a la sequedad del clima, generó una chispa que encendió el fuego en varias zonas. Este tipo de prácticas agrícolas irresponsables pone en riesgo no solo el medio ambiente, sino también la salud de los quiteños. Ante el avance de los incendios, la Policía Nacional activó un operativo de evacuación en Nayón, donde 80 oficiales colaboraron para sacar a las familias de las áreas de riesgo. Aunque no se reportaron heridos ni fallecidos hasta el cierre de esta edición, las autoridades siguen vigilantes ante posibles complicaciones y daños a la propiedad de los habitantes cercanos a los siniestros. La situación ha llevado a la activación de múltiples recursos. La Unidad de Bienestar Animal (UBA) se desplegó para atender a los animales de compañía que pudieran verse afectados, mientras que la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) coordinó el control del tráfico en las áreas afectadas. Además, el Municipio y la Prefectura de Pichincha han proporcionado apoyo logístico y médico para garantizar la atención a los ciudadanos en medio de la crisis. El humo de los incendios ha tenido un impacto significativo en la calidad del aire, y se ha reportado la presencia de ceniza en distintos sectores de la ciudad, como América, Colón y La Carolina. Los fuertes vientos han contribuido a la dispersión de partículas contaminantes, generando preocupación entre los habitantes por posibles problemas respiratorios. Las autoridades ambientales han declarado que la situación es crítica, y la Agencia Metropolitana de Control (AMC) ha iniciado investigaciones para determinar las responsabilidades detrás de los incendios. Se ha encontrado a un grupo de personas quemando troncos para la producción de carbón en Yaruquí, lo que podría haber contribuido a la ignición de otro incendio. La sanción podría ascender hasta los $34,500, de acuerdo a la normativa vigente en control de fuegos. La situación podría complicarse aún más si se considera el pronóstico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), que advierte que la radiación ultravioleta en Quito está en niveles extremadamente altos, aumentando el riesgo de más incendios. Este escenario ha llevado al Ministerio de Educación a activar un Plan de Continuidad Educativa, que implica la modalidad no presencial en 22 instituciones cercanas a los puntos críticos. La preocupación es palpable entre los quiteños, quienes ven cómo su ciudad se enfrenta a una crisis ambiental que, de no controlarse, podría tener consecuencias a largo plazo. Las autoridades trabajan en conjunto, pero la colaboración de la ciudadanía es crucial para prevenir futuros incidentes y proteger el entorno natural. En este contexto, es fundamental que se refuercen las campañas de concientización sobre el manejo responsable del fuego y la preservación de los ecosistemas. La involucración de la comunidad en la vigilancia de la flora y fauna de Quito no solo puede prevenir desastres naturales, sino también fomentar una cultura de respeto hacia el medio ambiente.