Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La práctica de hacer ruido mientras se realiza ejercicio ha despertado el interés tanto de atletas como de investigadores. En un reciente día en Vedauwoo, un parque de Wyoming, un entusiasta del deporte se encontró gritando, gruñendo y maldiciendo mientras luchaba por atravesar una grieta desafiante. Este comportamiento, lejos de ser simplemente una expresión de frustración, podría tener ciertos beneficios tanto fisiológicos como psicológicos. Los estudios sobre la vocalización durante el ejercicio son limitados, pero algunos han sugerido que emitir sonidos puede mejorar la fuerza y el rendimiento deportivo. Mary J. Sandage, profesora de habla y lenguaje en la Universidad de Auburn, ha señalado que los beneficios de los gritos pueden estar más relacionados con la manera en que respiramos antes de vocalizar. Durante actividades físicas intensas, el cuerpo a menudo recurre a la maniobra de Valsalva, que consiste en cerrar la garganta mientras se ejerce presión en los pulmones. Esta técnica puede ayudar a estabilizar la columna vertebral y, a su vez, permitir generar más fuerza. Sin embargo, la dimensión psicológica del ejercicio también juega un papel crucial. Sarah Ullrich-French, psicóloga deportiva, destaca que hacer ruido puede servir como un mecanismo para enfocar la atención y liberar tensiones emocionales. Para algunos, estas vocalizaciones pueden ser una forma de alcanzar un estado mental óptimo que favorezca el rendimiento. Esto es especialmente evidente en disciplinas como las artes marciales, donde los atletas utilizan gritos cortos, conocidos como "kiais", para potenciar su energía y concentración. Los ruidos que producimos durante el ejercicio no son solo una cuestión de fuerza o atención. La vocalización también puede influir en el entorno social del deportista. Por ejemplo, en un partido de tenis, un buen gruñido puede enmascarar el sonido del impacto de la pelota, lo que puede desorientar al oponente. Marjorie Blackwood, campeona canadiense de tenis, enfatiza cómo los ruidos pueden alterar la percepción del juego, afectando la estrategia del rival. Aun así, no es raro que algunos deportistas se sientan incómodos al hacer ruido, especialmente en un entorno que valora la quietud. Existe un estigma que rodea a aquellos que se expresan ruidosamente, en particular a las mujeres. Sandage anima a las personas a no reprimirse y a utilizar cualquier recurso que les ayude a maximizar su rendimiento, siempre y cuando se mantenga el respeto hacia los demás en el entorno. Mientras que algunos pueden optar por gritar, otros pueden encontrar en la respiración consciente una alternativa igualmente efectiva. Scott Sinnett, psicólogo cognitivo, observa que una exhalación fuerte puede servir como un recurso para liberar tensión sin incomodar a quienes nos rodean. La clave parece radicar en encontrar un equilibrio que funcione para cada individuo. Es interesante reflexionar sobre cómo, en la búsqueda de mejorar nuestro rendimiento físico, podemos inadvertidamente afectar a quienes nos rodean. Un gimnasio ruidoso o una cancha de tenis bulliciosa puede ser tanto un campo de batalla de esfuerzo personal como un espacio de interacción social. La forma en que nos expresamos físicamente, ya sea a través de gritos o susurros, puede tener repercusiones en nuestra experiencia y en la de los demás. Lo que es indiscutible es que el ruido durante el ejercicio puede ser una manifestación de esfuerzo. Desde gruñidos en el gimnasio hasta exclamaciones de triunfo en el escenario deportivo, estos actos vocales son una parte integral de la cultura de muchos deportes. La próxima vez que sientas la necesidad de hacer ruido mientras ejercitas, recuerda que no estás solo en esta experiencia y que tu expresión podría ser tanto un catalizador para tu propio rendimiento como una forma de conectar con el entorno que te rodea. Así, el acto de hacer ruido mientras se hace ejercicio no es solo un fenómeno aislado, sino una compleja interrelación entre la fisiología, la psicología y las dinámicas sociales. Desde la búsqueda de fuerza hasta el establecimiento de conexiones, cada gruñido y grito puede tener un propósito más profundo del que inicialmente podríamos suponer. En un mundo donde el ruido a menudo se ve negativamente, es posible que, en el contexto del ejercicio, este refleje una forma de liberación y autoconfianza.