El megatsunami de Groenlandia: un recordatorio del impacto del cambio climático

El megatsunami de Groenlandia: un recordatorio del impacto del cambio climático

Un año más tarde, un estudio ha revelado además que el fenómeno dejó secuelas durante siete días

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Hace un año, el 16 de septiembre, un fenómeno natural inusitado y devastador se desató en las aguas heladas de Groenlandia, un evento que, sorprendentemente, pasó desapercibido para el mundo en general. Un megatsunami de más de 200 metros de altura se generó como resultado de un deslizamiento de tierra en una remota región, impactando principalmente una estación militar deshabitada. Los reportes iniciales de este suceso comenzaron a circular a través de redes sociales, pero la magnitud del evento fue subestimada, y las implicaciones de este fenómeno se han convertido en un foco de estudio para los investigadores alrededor del mundo.


La investigación, liderada por Angela Carrillo Ponce en el centro alemán de investigación Geoscience (GFZ), ha revelado que las señales sísmicas generadas por el megatsunami fueron detectadas incluso a más de 5,000 kilómetros de distancia. Este detalle subraya la capacidad de los fenómenos naturales extremos para tener un impacto mucho más amplio del que se podría imaginar inicialmente. Los científicos han encontrado movimientos sísmicos persistentes, lo que indica que el evento tuvo una duración y una influencia considerable que se prolongó más allá de lo que se había anticipado.


Utilizando imágenes satelitales y modelos computarizados, el equipo de Carrillo Ponce ha seguido el rastro de las olas generadas por el megatsunami, observando que, tras el evento inicial, se mantuvo una ola de aproximadamente un metro de altura durante al menos una semana en el fiordo deshabitado. Esta onda estacionaria fue detectada como una señal sísmica de larga duración (VLP), un fenómeno que se ha relacionado con eventos de descongelación de glaciares, colapsos de icebergs y corrimientos de tierra. Estos hallazgos revelan la complejidad de las interacciones entre el cambio climático y la actividad geológica en las regiones polares.


Los científicos han señalado que el rápido descongelamiento de los glaciares nórdicos y el permafrost aumenta las probabilidades de que se repitan fenómenos similares en el futuro. Este tipo de eventos no solo son preocupantes por su potencial destructivo, sino también por lo que representan en el contexto del cambio climático global, una crisis que está provocando cambios drásticos en los ecosistemas y el clima de nuestro planeta. La comunidad científica está en alerta ante la posibilidad de que estos megatsunamis se conviertan en un riesgo más frecuente en el futuro, y se hace necesario un monitoreo constante.


Los registros sísmicos de larga duración no son un fenómeno nuevo en la región. En 2017, una avalancha en el fiordo de Karrat provocó un tsunami que inundó el municipio de Nuugaatsiaq, resultando en la destrucción de 11 viviendas y la pérdida de cuatro vidas. Este trágico antecedente pone de relieve la vulnerabilidad de las comunidades costeras en Groenlandia ante eventos que pueden desatarse sin previo aviso, convirtiendo la investigación sobre el megatsunami en una prioridad para la seguridad pública.


La magnitud de las olas generadas por el megatsunami de Groenlandia despierta inquietud en comparación con otros desastres naturales. El tsunami de Tailandia en 2004 alcanzó olas de aproximadamente 30 metros y causó la muerte de unas 200,000 personas, mientras que el evento en Japón en 2011 resultó en olas de hasta nueve metros y dejó un saldo trágico de 22,000 víctimas. Esta comparación resalta el potencial destructivo de un megatsunami de 200 metros, y subraya la necesidad de una mayor atención y preparación para enfrentar futuros fenómenos de esta naturaleza.


El hecho de que el megatsunami de Groenlandia no haya recibido la cobertura mediática que merece plantea interrogantes sobre la forma en que la sociedad actual responde a los desastres naturales. En un mundo donde la información fluye a través de las redes sociales, es sorprendente que un evento de tal magnitud haya quedado casi en el olvido. La falta de conocimiento y preparación frente a estos fenómenos puede resultar en consecuencias devastadoras, no solo para las comunidades locales, sino para el mundo en general.


Los científicos advierten que el cambio climático está transformando la dinámica de los glaciares y los ecosistemas polares, y que fenómenos como el megatsunami de Groenlandia podrían convertirse en un signo del futuro que nos espera. La comunidad internacional debe tomar conciencia de estos riesgos y actuar de manera proactiva para mitigar las consecuencias de estos desastres naturales, que son cada vez más frecuentes y severos.


En conclusión, el megatsunami que azotó Groenlandia hace un año es un recordatorio aleccionador de la fragilidad de nuestro planeta. La comunidad científica está trabajando arduamente para comprender este fenómeno y su relación con el cambio climático, pero también es crucial que la sociedad en su conjunto reconozca la importancia de estas investigaciones. Solo a través de una mayor conciencia y preparación podremos enfrentar los desafíos de un futuro incierto, donde los desastres naturales pueden convertirse en la norma en lugar de la excepción.

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