Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El reciente incidente que involucró a Robin Le Normand, central del Atlético de Madrid, durante el derbi madrileño, ha reavivado un debate crucial sobre la seguridad en el fútbol. Le Normand sufrió un grave traumatismo craneoencefálico tras un choque con Aurélien Tchouaméni, lo que lo ha dejado fuera de las canchas por un tiempo indeterminado. Este evento, lejos de ser aislado, se alinea con un estudio publicado en Lancet Neurology que establece una alarmante conexión entre los golpes en la cabeza en el fútbol y un incremento en el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. El doctor Alex Iranzo, neurólogo y líder del estudio, destaca cómo el fútbol ha evolucionado en las últimas décadas, volviéndose más físico y competitivo, con un aumento notable en los golpes a la cabeza. Para entender el contexto, Iranzo y su equipo analizaron partidos de varias Copas del Mundo, desde 1974 hasta la más reciente en 2022. Los datos son reveladores: los golpes en la cabeza han aumentado exponencialmente. Mientras que en el Mundial de 1974 hubo aproximadamente 1.800 cabezazos, en la última edición se registraron cerca de 2.500. Más preocupante aún es el aumento en el número de colisiones en la cabeza que requieren atención médica. En 1974, apenas se registraron 17 golpes, cifra que creció a 50 en el Mundial de Qatar 2022. De estos, un 33% requirió asistencia médica, lo que subraya la gravedad de la situación. Iranzo señala que estos impactos repetidos, aunque de baja intensidad, pueden tener efectos acumulativos, aumentando el riesgo de enfermedades neurodegenerativas a largo plazo. La preocupación por los efectos de estos golpes no es nueva. En deportes de contacto como el fútbol americano o el hockey sobre hielo, se ha estudiado extensamente la relación entre las conmociones y la demencia. Sin embargo, el fútbol había sido tradicionalmente considerado más seguro, hasta que casos como el de Jeff Astle y otros exjugadores británicos comenzaron a arrojar luz sobre esta problemática. De los 11 titulares de la final del Mundial de 1966, cinco han fallecido con demencia, lo que ha generado un clima de alarma en la comunidad futbolística. Futbolistas retirados como Alan Shearer y Gary Lineker han expresado su inquietud sobre el tema, abogando por la implementación de medidas que limiten el uso de cabezazos, especialmente entre los más jóvenes. Estas recomendaciones han llevado a la Federación estadounidense a prohibir los cabezazos en los entrenamientos de menores de 10 años, una iniciativa que otras federaciones han comenzado a adoptar. Las evidencias científicas respaldan estas preocupaciones. Investigaciones recientes sugieren que los futbolistas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar enfermedades como el Alzheimer. Un estudio realizado en Suecia indica que los jugadores de élite tienen 1.5 veces más probabilidades de padecer demencia en comparación con el resto de la población. Además, el mismo grupo de investigación en el Hospital Clínic dirigido por Iranzo ha encontrado un vínculo entre los traumatismos craneales y el trastorno de sueño REM, un síntoma precursor del Parkinson. En este contexto, es esencial que el mundo del fútbol no se vuelva alarmista. La mayoría de los jugadores no desarrollarán demencia, pero la predisposición es real y debe ser abordada. Iranzo enfatiza la necesidad de educación y concienciación sobre los riesgos de los golpes en la cabeza, así como la implementación de estrategias preventivas a nivel institucional. Las iniciativas para mejorar la seguridad en el deporte ya están en marcha. Claudio Vázquez Colomo, de la Real Federación Española de Fútbol, ha subrayado el avance en la concienciación sobre los traumatismos craneales. Nuevos protocolos permiten la evaluación médica inmediata tras un golpe en la cabeza y han establecido normas para la sustitución de jugadores con conmociones, lo que marca un paso adelante importante en la protección de los futbolistas. Sin embargo, no todos están convencidos de que las cifras presentadas en el estudio sean completamente representativas. Eugenio Martínez de las Heras, exjugador y actual responsable del Departamento de Salud de la Asociación de Futbolistas Españoles, ha cuestionado la comparación entre épocas y considera que el estilo de juego actual, con balones más ligeros, puede haber mitigado el riesgo. No obstante, reconoce la necesidad de educar a los jugadores sobre la importancia de reconocer los síntomas de las conmociones y la relevancia de salir del campo en caso de sufrir un golpe. El fútbol se enfrenta a un reto significativo en torno a la salud de sus jugadores. A medida que avanzamos en la comprensión de los riesgos asociados con los golpes en la cabeza, la comunidad futbolística debe unir esfuerzos para garantizar un entorno más seguro para todos los deportistas, desde las categorías menores hasta los profesionales. La protección de la salud de los jugadores debe ser una prioridad, y las medidas adoptadas hasta la fecha son solo el comienzo de un camino hacia un fútbol más seguro y consciente de sus implicaciones a largo plazo.