Cuba enfrenta crisis energética sin precedentes tras colapso del sistema eléctrico

Cuba enfrenta crisis energética sin precedentes tras colapso del sistema eléctrico

Los apagones que sufre la isla prueban una vez más la incapacidad del régimen de mejorar la vida de sus ciudadanos

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro

Cuba se encuentra en una profunda crisis energética que ha llevado al Gobierno a declarar una "situación de emergencia energética" tras un apagón masivo el pasado viernes. Este evento catastrófico no solo es un síntoma de un sistema eléctrico en ruinas, sino que también pone de manifiesto el fracaso general de la gestión del régimen cubano. La raíz del problema se ubica en un colapso estructural que ha sido alimentado por años de ineficiencia en la política energética, junto a una dependencia insostenible del petróleo importado, que representa la principal fuente de generación de electricidad en el país.


La situación energética en Cuba no es nueva; de hecho, el país ha atravesado crisis similares en el pasado, como el conocido Periodo Especial de los años noventa tras la caída de la Unión Soviética. Sin embargo, lo que se vive actualmente trasciende esos episodios, ya que en cuestión de solo tres días, el sistema eléctrico de la isla experimentó al menos cuatro colapsos. En muchas regiones, los apagones se convirtieron en la norma, con barrios enteros sumidos en la oscuridad y hogares enfrentando graves dificultades, especialmente en hospitales que dependen de energía constante para la atención de pacientes.


Las consecuencias de esta crisis energética no se limitan a la falta de electricidad. La creciente frustración de la población ha estallado en cacerolazos y protestas en diferentes partes del país, señalando un descontento que se ha acumulado durante años. El éxodo de cubanos en busca de mejores condiciones de vida ha alcanzado cifras nunca antes vistas, un fenómeno que refleja el desespero de muchos por escapar de una situación que parece no tener solución a la vista.


El presidente Miguel Díaz-Canel, en un intento por calmar a la población, recurrió a la retórica habitual del régimen, proclamando la importancia de "patria, Revolución y socialismo". Sin embargo, la realidad que enfrentan los cubanos es diametralmente opuesta. El colapso eléctrico ha sacado a la luz la desprotección que sienten frente a un gobierno incapaz de asegurar sus necesidades básicas. En este contexto, el primer ministro Manuel Marrero hizo una rara concesión al admitir que la falta de mantenimiento e inversión ha sido la causa principal del colapso energético, una declaración que contradice la narrativa oficial de culpar al bloqueo estadounidense.


Las palabras de Marrero son un reconocimiento tardío de que, para recuperar la estabilidad energética, se requiere un cambio radical en la política de inversión y mantenimiento de la infraestructura. La red eléctrica cubana, obsoleta y sobrecargada, no puede sostenerse sin una inyección de recursos y tecnología que actualmente parece lejana. La dependencia del petróleo de importación, en un escenario global marcado por la inestabilidad y el aumento de precios, exacerba aún más una situación que muchos consideran insostenible.


Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación cómo la crisis energética se transforma en una crisis humanitaria. Las familias cubanas se ven forzadas a adaptarse a un nuevo normal, donde la incertidumbre sobre el suministro eléctrico se traduce en un mayor sufrimiento diario. La falta de energía afecta desde la conservación de alimentos hasta el acceso a servicios médicos, haciendo que lo cotidiano se convierta en un reto monumental.


El futuro de Cuba parece depender de una reforma estructural que permita abrir la economía a la inversión privada y a un modelo que priorice el bienestar de sus ciudadanos. Sin embargo, esta transformación requeriría una voluntad política que hasta ahora ha estado ausente en el liderazgo cubano, enfocado más en mantener el control que en atender las necesidades urgentes de su población.


La crisis energética es, en última instancia, un reflejo de una sociedad que ha estado atrapada en un ciclo de desconfianza y descontento. A medida que los apagones se convierten en una realidad habitual, el clamor por un cambio se intensifica y la esperanza de un futuro mejor se desvanece. La historia reciente de Cuba nos recuerda que la resistencia de un pueblo tiene límites, y que la oscuridad en las calles es también un símbolo de la oscuridad en la que se encuentra su futuro.

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