Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A un año del devastador paso del huracán Otis por las costas de Guerrero, la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) ha revelado cifras alarmantes sobre el impacto del fenómeno en el ámbito económico y social del país. Según el último informe de la AMIS, Otis se ha convertido en el segundo huracán más costoso en términos de indemnizaciones en la historia de México, solo superado por el huracán Wilma, que impactó en 2005, y detrás de la pandemia de COVID-19, que también dejó huellas profundas en el sector asegurador. Los datos expuestos por la AMIS son elocuentes: se han registrado un total de 44,653 siniestros relacionados con Otis, que han generado un costo estimado de 39,343 millones de pesos mexicanos, una cifra que, al tipo de cambio actual, equivale a aproximadamente 1.98 billones de dólares. Este monto se distribuye entre diversas coberturas, incluyendo daños a inmuebles, seguros de automóviles y otro tipo de daños generales que han afectado a miles de mexicanos. La magnitud de estos números subraya la ferocidad del huracán, que no solo dejó daños materiales a su paso, sino que también alteró la vida económica de muchas comunidades en Guerrero y más allá. Las estadísticas reflejan no solo el impacto inmediato del fenómeno meteorológico, sino también el largo camino hacia la recuperación que enfrentan aquellos que perdieron sus hogares, negocios y medios de vida. Norma Alicia Rosas, directora general de la AMIS, expresó su compromiso con la población afectada, afirmando que la industria de los seguros se encuentra en alerta para brindar apoyo a quienes más lo necesitan. “La industria de los seguros está comprometida con la población afectada por este tipo de eventos que los impactan directamente”, comentó Rosas, enfatizando la importancia de la colaboración entre el sector asegurador y las autoridades para ofrecer respuesta inmediata a los damnificados. No obstante, el impacto económico de Otis también plantea interrogantes sobre la preparación y resiliencia del país frente a fenómenos climáticos cada vez más intensos. Expertos en el área de desastres naturales advierten que el cambio climático está generando huracanes más poderosos, lo que puede traducirse en mayores pérdidas económicas y sociales en el futuro. Esto implica que tanto el gobierno como el sector privado deben trabajar juntos en la implementación de estrategias que fortalezcan la infraestructura y mejoren los sistemas de alerta temprana. En este contexto, la AMIS ha señalado que la experiencia acumulada a raíz de eventos como Otis es esencial para el diseño de futuras políticas de aseguramiento y protección ante desastres. Las lecciones aprendidas deben ser utilizadas como base para establecer medidas más efectivas que mitigan riesgos y aseguren una recuperación rápida y eficiente. Es evidente que la reconstrucción de las áreas afectadas no solo depende de las indemnizaciones, sino de un enfoque integral que contemple la planificación urbana, la educación en gestión de riesgos y la promoción de seguros como herramientas esenciales para la protección ante desastres. A medida que el país avanza en su proceso de recuperación, es fundamental que se realicen inversiones en infraestructura resiliente que permita a las comunidades enfrentar futuros desafíos con mayor preparación. Mientras tanto, los afectados por Otis continúan lidiando con las secuelas del huracán, muchos de ellos aún luchando por restablecer su calidad de vida. La atención y el apoyo de las instituciones aseguradoras son cruciales en este proceso, pero también lo es la solidaridad y el trabajo conjunto de la sociedad civil para ayudar a los más vulnerables a levantarse de nuevo. El huracán Otis ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de México, recordándonos la fragilidad de nuestra existencia ante la fuerza de la naturaleza, y la importancia de estar preparados para enfrentar lo que venga. El desafío ahora es aprender de esta experiencia y forjar un futuro más seguro para todos.