Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El análisis de la estrategia de Xi Jinping en relación con la administración de Donald Trump revela un enfoque que combina un pragmatismo comercial con una clara disposición a confrontar y responder a los desafíos percibidos. Según Evan Medeiros, profesor en la Universidad de Georgetown y exfuncionario del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., la postura del presidente chino se define por la "claridad y la determinación". Esto implica que los vínculos entre Pekín y Washington serán estrictamente comerciales, asemejándose en su forma a la famosa estrategia del personaje Don Corleone de la película "El Padrino", donde la negociación se realiza con un firme sentido de autoridad y, en ocasiones, intimidación. Medeiros también destaca la ausencia de un acercamiento personal entre Xi y Trump, sugiriendo que el líder chino optará por medidas de represalia prontas y contundentes para establecer su influencia. Esta táctica parece ser una respuesta calculada a las acciones que la administración Trump podría llevar a cabo, especialmente en lo que respecta a la relación comercial entre ambos países. Con la toma de posesión de Trump programada para el 20 de enero, se prevé que Xi no asista, lo que simboliza una distancia clara y deliberada entre ambos líderes. Las preocupaciones de China son múltiples y están centradas en la posibilidad de una reducción más profunda de la interdependencia económica, el apoyo a Taiwán y las acciones que podrían desestabilizar su economía. Estas inquietudes han llevado a Pekín a formular una respuesta que se puede categorizar en tres vertientes: represalias, adaptación y diversificación. Cada una de ellas busca salvaguardar los intereses de China frente a lo que perciben como una amenazante postura estadounidense. En el ámbito de las represalias, el gobierno chino ha comenzado a implementar sanciones a diversos gigantes armamentistas de EE.UU., en un intento por equilibrar las acciones de Washington contra su industria tecnológica. Medeiros subraya que la falta de respuestas de Pekín podría ser vista como un signo de debilidad, lo que podría incentivar a Trump a intensificar sus estrategias agresivas. La estrategia de adaptación implica que China ha lanzado un fuerte estímulo fiscal y monetario, orientado a apoyar tanto a las empresas nacionales como a los consumidores. Este cambio busca mitigar los efectos negativos de cualquier guerra comercial que pudiera desatarse y, aunque ha mostrado resultados desiguales, es un paso necesario para robustecer la economía local. La diversificación de las relaciones económicas también está en el centro de la estrategia de Xi. La búsqueda de acuerdos de comercio más amplios con naciones no aliadas a EE.UU. es una jugada clave. Recientemente, Xi inauguró un puerto de aguas profundas en Perú, un proyecto que podría transformar el comercio chino en América Latina, una región rica en recursos naturales vitales para la economía china. Medeiros también menciona que durante una reunión celebrada en diciembre con los líderes de las principales organizaciones económicas internacionales, Xi hizo un llamado claro para que "China sea la fuerza líder de la estabilidad económica mundial". Este mensaje no solo refleja la ambición de Pekín de jugar un papel destacado en el orden global, sino también su firme oposición al proteccionismo, que considera contraproducente para el crecimiento económico. Con la mira puesta en el futuro, el enfoque de Xi no solo busca contrarrestar las amenazas que provienen de Washington, sino que también se alinea con su visión de un orden económico mundial más favorable a China. La combinación de represalias, adaptación y diversificación podría sentar las bases para una nueva dinámica en las relaciones entre China y EE.UU., donde el gigante asiático busca no solo defenderse de las agresiones externas, sino también posicionarse como un actor fundamental en la economía global. La pregunta que queda en el aire es cómo responderá la administración Trump a estas tácticas y si la confrontación entre ambas potencias se intensificará o se moderará. La estrategia que adopte Xi será crucial para determinar el futuro de las relaciones bilaterales y, en última instancia, el rumbo de la economía mundial en un contexto cada vez más interconectado y complejo.