
Juan Brignardello Vela
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El Festival de Cannes, un evento emblemático en el mundo del cine, fue testigo de un momento trascendental este martes cuando Robert de Niro recibió la Palma de Oro de honor. En un discurso apasionado, el legendario actor no solo celebró su carrera, sino que también lanzó un enérgico llamado a la acción contra los ataques del presidente de Estados Unidos hacia la industria cinematográfica. De Niro utilizó este prestigioso escenario para expresar su preocupación por lo que él considera una amenaza inminente a la libertad artística. El veterano actor, conocido por su trabajo en películas aclamadas como "Taxi Driver" y "Raging Bull", comenzó su discurso aludiendo a la situación actual bajo el mandato de Trump, aunque sin mencionarlo directamente. Habló de cómo el presidente ha iniciado un proceso de recortes de fondos en áreas esenciales como el arte, los derechos humanos y la educación. De Niro también criticó la propuesta de imponer aranceles del 100% a las películas producidas fuera de Estados Unidos, un movimiento que, según él, podría perjudicar gravemente la diversidad y el acceso al cine. "Estos ataques son inaceptables", sentenció De Niro, enfatizando que el problema no se limita a Estados Unidos, sino que afecta a la comunidad global. En un tono urgente, instó a la audiencia a reaccionar "ya, hoy", destacando la importancia de una respuesta pacífica pero firme ante estos desafíos. "La creatividad no tiene precio", dijo, subrayando la necesidad de proteger el arte como un pilar fundamental de la democracia y la inclusión. Durante su emotivo discurso, De Niro reafirmó que el arte tiene el poder de unir a las personas y abrazar la diversidad, lo que lo convierte en un objetivo para los regímenes autocráticos. Con el auditorio del Grand Théâtre Lumière de Cannes en pie, el actor enfatizó que "somos una amenaza para los autócratas y los fascistas de este mundo", encapsulando la esencia de su mensaje en un llamado a la acción colectiva. Además de su crítica a la política actual, De Niro también hizo un llamado a los estadounidenses a participar en el proceso electoral, recordando que el voto es un derecho y una responsabilidad que no debe tomarse a la ligera. En un homenaje al espíritu de la Revolución Francesa, cerró su discurso con el famoso lema de "libertad, igualdad y fraternidad", resonando con la audiencia, que lo aclamó con aplausos y ovaciones. El actor compartió el escenario con su amigo y colega Leonardo DiCaprio, quien entregó la Palma de Oro y elogió no solo el talento actoral de De Niro, sino también su profundo compromiso con causas sociales y democráticas. DiCaprio recordó cómo su vida cambió al conocer a De Niro a una edad temprana, señalando la influencia que ha tenido en su carrera y en su visión del cine. El evento conmemorativo también se convirtió en un viaje nostálgico para De Niro, quien recordó su primera aparición en Cannes hace 50 años con "Mean Streets", y cómo el festival ha sido un pilar en su vida profesional. Habló de su conexión con la comunidad cinematográfica y de cómo estas experiencias lo llevaron a fundar el Festival de Tribeca en 2002, en respuesta a los ataques del 11 de septiembre, con el fin de unir a la gente en tiempos difíciles. A medida que las palabras de De Niro resonaban en el auditorio, el impacto de su mensaje se hizo palpable, no solo por su relevancia política, sino también por el profundo sentido de comunidad y solidaridad que promovió. La combinación de su legado cinematográfico y su compromiso social ha hecho de De Niro una figura respetada y admirada, tanto en el cine como en la vida pública. Por su parte, DiCaprio reiteró que el legado de De Niro va más allá de los papeles que ha interpretado; se trata también de cómo ha tratado a los personajes, transformándolos y dándoles vida de maneras que resonarán a lo largo de generaciones. Su mensaje fue claro: la industria del cine necesita figuras como De Niro, que no solo se comprometen a contar historias, sino que también defienden los valores fundamentales que sustentan la libertad y la creatividad. El Festival de Cannes no solo celebró a un ícono del cine, sino que también se convirtió en un foro para la defensa de la libertad artística y un recordatorio de que, en tiempos de adversidad, la voz de los artistas puede ser una poderosa herramienta para el cambio. La emotividad del evento y la urgencia del mensaje de De Niro permanecen en la mente de quienes asistieron, instando a una reflexión sobre el papel del cine en la sociedad y la responsabilidad de protegerlo frente a las amenazas del autoritarismo.
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