Café colombiano enfrenta crisis de precios y calidad por sequía y conflictos globales

Café colombiano enfrenta crisis de precios y calidad por sequía y conflictos globales

La libra de arábica, la variedad más extendida en el país, toca máximos en 12 años al cotizarse en 2,70 dólares en la Bolsa de Nueva York

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La situación actual del café colombiano se encuentra marcada por un aumento significativo en los precios, impulsado en gran parte por la sequía más severa que ha enfrentado Brasil en las últimas siete décadas. Brasil, como el principal productor y exportador mundial de café, con una participación de casi un tercio del mercado global, ha visto cómo sus cosechas se ven gravemente afectadas por condiciones climáticas extremas. Esta realidad ha llevado a un incremento en la cotización de la libra de café arábica, que ha alcanzado esta semana los 2,70 dólares en la Bolsa de Nueva York, reflejando un aumento del 43% a lo largo del año.


El panorama se complejiza cuando se considera que, a pesar de la subida de precios que podría beneficiar a algunos productores colombianos, el costo al que los consumidores deben acceder al café ha aumentado considerablemente. La taza de café, ese ritual que acompaña a millones de colombianos en sus desayunos, se ha vuelto más cara. En este contexto, el aumento del 36% en las exportaciones de sacos colombianos durante la primera mitad del año parece, a primera vista, un indicativo positivo para la economía cafetera del país. Sin embargo, este optimismo se topa con la realidad de la inflación y la presión que esto ejerce sobre el consumo.


Desde marzo de 2023, cuando la inflación en Colombia alcanzó su punto más alto en 13,4%, se ha registrado una reducción en la tasa, que ahora se sitúa en 6,1%. A pesar de este descenso, los precios de los alimentos, y en particular del café, siguen siendo un tema de preocupación para los consumidores. La combinación de fenómenos climáticos como La Niña y El Niño, junto a problemas logísticos derivados de conflictos geopolíticos, ha contribuido a la inestabilidad de los precios.


El impacto de la invasión rusa a Ucrania en 2022 y los recientes conflictos en Oriente Medio han encarecido el transporte marítimo, afectando tanto las exportaciones de café como la importación de insumos agrícolas necesarios para la producción. Los costos de flete se han multiplicado en ocasiones hasta por diez, lo que se traduce directamente en un aumento en el precio final del café que los colombianos encuentran en tiendas y supermercados.


Actualmente, el costo de una carga de 125 kilos de café pergamino seco en el mercado local se aproxima a los 2.200.000 pesos, un aumento notable desde los 1.360.000 pesos de mediados del año pasado. Alexander Taborda, representante del comité cafetero de Antioquia, señala que, aunque los precios han comenzado a subir desde mayo, el verdadero impacto dependerá de la cosecha del segundo semestre, que representa el 60% de la producción de café del país.


Sin embargo, el fenómeno de la sequía ha generado un déficit hídrico que podría afectar la calidad del grano. Las altas temperaturas registradas en agosto y septiembre han llevado a que muchos caficultores teman que las cerezas del café se cosechen "veraneadas" y con bajo peso. Esto implica que los compradores podrían regatear precios, disminuyendo significativamente las ganancias de los productores.


Un aspecto crítico a considerar es la estructura del sector cafetalero en Colombia, donde el 90% de los caficultores son pequeños minifundistas que cultivan en parcelas de menos de cinco hectáreas. Este grupo representa el 60% de la producción nacional, lo que hace que la dinámica de ganancias y pérdidas sea compleja y variable. La falta de transparencia en la cadena de suministro dificulta la evaluación precisa de quién se beneficia realmente de los aumentos de precios.


A pesar de que 2023 ha sido un año regular para muchos caficultores colombianos, el impacto de los precios y la baja producción debido al clima adverso se siente en el campo. Este contexto no es exclusivo de Colombia; otros productores en países como Vietnam, Indonesia, México y Costa Rica también enfrentan desafíos similares. La acumulación de pérdidas durante años de precios bajos significa que muchos productores esperan ansiosos el final del trimestre para ver si pueden recuperarse.


En un mundo donde el clima juega un papel cada vez más determinante en la producción agrícola, los consultores e inversores agrícola están mirando con atención las proyecciones meteorológicas. Albert Scalla, de Stone X, destaca que pequeñas variaciones en la lluvia pueden tener un impacto devastador en el mercado. La crítica situación en Brasil, donde las temperaturas alcanzan niveles extremos, pone de manifiesto la fragilidad de la producción cafetera global y la inminente necesidad de adaptaciones en las prácticas agrícolas para enfrentar estos desafíos climáticos.


El futuro del café colombiano se presenta incierto, atrapado entre la posibilidad de precios altos y la amenaza de condiciones climáticas adversas que afectan la calidad y la cantidad del grano. La interconexión entre mercados, clima y conflictos geopolíticos hace que la situación sea aún más compleja, dejando a caficultores y consumidores en un tira y afloja constante, donde cada gota de lluvia cuenta.

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