Aumento alarmante de cáncer en jóvenes menores de 50 años y sus posibles causas

Aumento alarmante de cáncer en jóvenes menores de 50 años y sus posibles causas

En la última década, más de una docena de tipos de tumores se incrementaron entre los menores de 50 años. Los científicos no tienen todas las respuestas, pero ofrecen algunas pistas

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud 08.10.2025

En la última década, ha emergido una preocupación creciente en el ámbito médico y científico: el notable aumento en los diagnósticos de cáncer entre personas menores de 50 años. Esta tendencia, que ha sido objeto de investigaciones intensivas, ha revelado que más de una docena de tipos de cáncer han experimentado un incremento significativo en su incidencia en este grupo de edad. Aunque los científicos aún no tienen todas las respuestas, las investigaciones recientes están comenzando a ofrecer pistas sobre las posibles causas detrás de este fenómeno alarmante.


El primer indicio de esta tendencia se presentó en 2013, cuando la oncóloga renal Kimryn Rathmell, entonces en la Universidad de Vanderbilt, observó un número creciente de pacientes jóvenes con cáncer de riñón, incluyendo un caso impactante de un paciente de 18 años con metástasis. A medida que Rathmell profundizaba en sus observaciones, el alcance del problema se hizo evidente cuando un informe del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) documentó que entre 2010 y 2019, las tasas de 14 tipos de cáncer habían aumentado entre personas menores de 50 años en Estados Unidos.


Este aumento se ha tornado más que una simple anomalía clínica; se ha convertido en un patrón global. Al examinar los datos, Rathmell y sus colegas se dieron cuenta de que lo que estaban observando no era un fenómeno aislado, sino una tendencia que se estaba repitiendo a nivel mundial. De acuerdo a las estadísticas, aunque los cánceres de inicio precoz aún son raros, su incidencia ha ido en aumento desde 1990, con miles de nuevos casos reportados cada año. En el caso del cáncer de mama, por ejemplo, se registraron en 2019 aproximadamente 4,800 casos más de lo esperado, si las tasas de 2010 se hubieran mantenido.


Una de las explicaciones más comunes para este aumento es la mejora en los métodos de detección y el aumento de los análisis médicos. Sin embargo, los investigadores están advirtiendo que hay otros factores en juego que merecen ser explorados más a fondo. Entre estos, el cambio en el estilo de vida que ha caracterizado a las últimas décadas podría estar influyendo de manera significativa en el riesgo de desarrollar cáncer a una edad temprana.


La década de 1950 se menciona a menudo como un punto de inflexión, donde los nacidos en esos años comenzaron a experimentar tasas más elevadas de cáncer de inicio precoz en la década de 1990. Este fenómeno, conocido como "efecto de la cohorte de nacimiento", sugiere que las exposiciones ambientales y los estilos de vida predominantes en esa época han podido sentar las bases para el aumento de casos en generaciones más jóvenes. Las evidencias apuntan a una mayor inactividad física, un incremento en el consumo de alimentos procesados y azucarados, y la exposición a plásticos y productos químicos como factores que podrían contribuir a este aumento.


Mientras los científicos continúan investigando estos aspectos, también han comenzado a explorar la relación entre la obesidad y el riesgo de cáncer. Estudios recientes han mostrado que la incidencia de varios tipos de cáncer relacionados con la obesidad ha aumentado en adultos jóvenes, con un énfasis particular en el cáncer colorrectal, que es uno de los más comunes de inicio precoz. La obesidad puede influir en el desarrollo del cáncer a través de múltiples mecanismos, incluyendo desregulación metabólica y resistencia a la insulina, lo que subraya la importancia de la dieta y el estilo de vida en la prevención del cáncer.


Otro factor que ha sido objeto de análisis es el impacto de los cambios reproductivos en las mujeres. Se ha observado que la edad de inicio de la menstruación y la edad promedio del primer embarazo han cambiado drásticamente desde la década de 1950, lo que podría estar contribuyendo al aumento de casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes. Cada ciclo menstrual representa un ciclo de división celular en el tejido mamario, creando oportunidades para que surjan mutaciones que pueden llevar al cáncer.


Además, investigaciones recientes sugieren que factores ambientales, combinados con exposiciones durante los primeros años de vida, pueden causar cambios en el código genético que incrementen el riesgo de cáncer. Las bacterias productoras de toxinas, como algunas cepas de E. coli, están siendo estudiadas como posibles desencadenantes de mutaciones en el ADN que podrían poner a las personas más jóvenes en una "vía rápida hacia el cáncer". Este tipo de descubrimiento resalta la complejidad de la biología del cáncer y la necesidad de ver más allá de las mutaciones genéticas aisladas.


Este panorama desolador también plantea una pregunta fundamental: ¿cuánto tiempo tomará entender completamente los factores que contribuyen a estos aumentos de cáncer en personas jóvenes? La respuesta no es sencilla. Identificar nuevos factores de riesgo es un proceso que requiere tiempo y una amplia base de evidencia. Sin embargo, la comprensión de que las mutaciones por sí solas no son suficientes para desarrollar cáncer abre un camino hacia intervenciones más efectivas y una mayor concienciación sobre la prevención.


Es evidente que el aumento de diagnósticos de cáncer en personas jóvenes es un fenómeno multifacético que necesita ser estudiado y comprendido en profundidad. A medida que la comunidad científica avanza, es urgente fomentar un diálogo abierto sobre la salud pública, el estilo de vida y los factores ambientales que podrían estar influyendo en esta alarmante tendencia. La prevención y la intervención temprana son nuestras mejores armas en la lucha contra esta creciente crisis de salud.

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