Lula admite falta de preparación de Brasil para desastres en el sur, que ahora enfrenta nuevas crecidas.

Lula admite falta de preparación de Brasil para desastres en el sur, que ahora enfrenta nuevas crecidas.

Nuevas crecidas de ríos y lagos prolongaron este lunes el drama de la población del sur de Brasil, adonde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajará de nuevo el miércoles tras reconocer que las autoridades “no estaban preparadas” para una catástrofe así.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El sur de Brasil enfrenta una situación de emergencia sin precedentes a causa de las nuevas crecidas de ríos y lagos que han provocado un desastre climático con consecuencias devastadoras. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha reconocido públicamente que las autoridades no estaban preparadas para afrontar una catástrofe de esta magnitud, mientras que el estado de Rio Grande do Sul sufre las consecuencias con un saldo trágico de 147 muertos, 127 desaparecidos, 806 heridos y 600,000 personas desplazadas de sus hogares, según cifras de la Defensa Civil.


Ante la gravedad de la situación, el presidente Lula ha decidido suspender una visita oficial a Chile para monitorear de cerca la emergencia y ha anunciado que viajará nuevamente al estado afectado este miércoles, en lo que será su tercera visita en pocos días. Durante una reunión con autoridades locales, Lula expresó que la magnitud del desastre ha superado las capacidades de respuesta del gobierno, reconociendo la falta de preparación para afrontar una tragedia de tal envergadura.


A pesar de una disminución en las lluvias, el gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, ha instado a los evacuados a no regresar a sus viviendas, especialmente en zonas de alto riesgo como la capital Porto Alegre y sus alrededores, donde el río Guaíba sigue creciendo y amenaza con alcanzar niveles récord. La Defensa Civil advierte que el río podría superar su pico histórico de 5,35 metros, aumentando la preocupación y el riesgo para la población local.


En medio de este panorama desolador, las autoridades locales han implementado medidas de emergencia, como la construcción de barreras con sacos de arena en Porto Alegre para proteger la infraestructura de bombeo de agua y evitar un colapso en el suministro a varios barrios de la ciudad. Mientras tanto, miles de personas se han refugiado en albergues improvisados, enfrentando la incertidumbre y la pérdida de sus pertenencias en medio de la tragedia.


La situación se complica aún más con la llegada de un frente frío, que amenaza con empeorar las condiciones climáticas y dificultar las labores de rescate y asistencia a los afectados. Las autoridades han comenzado a distribuir suministros y donaciones para apoyar a las familias damnificadas, quienes recibirán ayuda económica para iniciar la reconstrucción de sus vidas, aunque la magnitud de la devastación plantea un desafío sin precedentes.


Además, la catástrofe en Rio Grande do Sul ha tenido repercusiones en países vecinos como Argentina, donde cientos de personas han sido evacuadas en la provincia de Entre Ríos debido a las inundaciones provocadas por la crecida del río Uruguay. La solidaridad y la colaboración internacional se hacen imprescindibles en momentos como este, donde la naturaleza ha golpeado con fuerza y ha dejado a su paso un rastro de destrucción y desolación.


En medio de la tragedia, la resiliencia y la unidad de la población se convierten en pilares fundamentales para afrontar la crisis y comenzar el proceso de reconstrucción. Es necesario un esfuerzo conjunto de las autoridades, la sociedad civil y la comunidad internacional para brindar apoyo y esperanza a aquellos que han perdido tanto en este desastre sin precedentes en el sur de Brasil.

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