Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En medio del creciente desafío que enfrenta Europa respecto al acceso a la vivienda, Viena se erige como un ejemplo notable de un modelo de vivienda pública que parece ofrecer soluciones concretas a la crisis del alquiler. Con un sistema que permite que entre el 75% y el 80% de sus habitantes cumplan los requisitos para acceder a apartamentos de alquiler moderado, la capital austriaca se ha convertido en un faro de esperanza para aquellos que buscan alternativas a la escalofriante escalada de precios en otras grandes ciudades europeas. Visitar los bloques de vivienda social en Viena es un testimonio palpable de esta utopía práctica. Una residente del Karl Marx-Hof, un complejo emblemático construido en los años 30, compartió su experiencia, revelando que paga 370 euros al mes por un apartamento de 70 metros cuadrados. En contraste, otra inquilina de Alterlaa, un desarrollo de los años 70, señala que su alquiler asciende a 1.200 euros por un espacio más amplio y con comodidades adicionales. Estas cifras no solo ilustran la variedad de la oferta, sino también la accesibilidad general que caracteriza el mercado de alquiler en Viena. El sentido de pertenencia entre los inquilinos es palpable en cada conversación. Muchos expresan su deseo de permanecer en sus hogares, incluso tras la llegada de la jubilación. Un jubilado hizo una declaración que encapsula este sentimiento: "Mi próxima residencia tendrá dos metros de largo y medio de ancho. ¿Lo entiende?" Este apego a la vivienda pública subraya el éxito del modelo vienés, donde la movilidad suele ser vista como una elección, no como una necesidad impuesta por la economía. La historia detrás de este sistema de vivienda pública se remonta a las políticas progresistas instauradas tras la Primera Guerra Mundial, durante el periodo conocido como la "Viena Roja". A pesar de la creciente influencia de la extrema derecha en el Parlamento austriaco, Viena sigue siendo un bastión de los socialdemócratas que, a lo largo de los años, han mantenido una red de políticas sociales y de vivienda accesible. Actualmente, un impresionante 76% de los hogares en la ciudad son de alquiler, gracias a la combinación de vivienda pública y cooperativas con apoyo estatal. El contraste con otras ciudades europeas es notable. Christian Schantl, responsable de relaciones internacionales de Wiener Wohnen, la mayor empresa pública de viviendas en Europa, señala que el costo por metro cuadrado de un apartamento público en Viena es de aproximadamente 8,5 euros, muy por debajo de los precios de los alquileres privados que rondan los 15 euros. Comparando con ciudades como Barcelona o Madrid, donde el precio del metro cuadrado puede alcanzar los 20 euros, el modelo vienés se destaca como un ejemplo a seguir. Uno de los aspectos más innovadores del sistema de vivienda en Viena es su inclusión: no se trata solamente de proporcionar vivienda a los más desfavorecidos, sino que se busca integrar a la clase media en el mismo entramado. El acceso a viviendas sociales está regulado por criterios que permiten que muchas familias de clase media, con ingresos de hasta 6.599 euros para grupos de cuatro, puedan optar a estos espacios. Este enfoque evita la segregación y promueve un entorno social cohesionado. Sin embargo, la estrategia de vivienda de Viena no ha estado exenta de críticas. Algunos opositores argumentan que el sistema subsidia a los más adinerados y que debería centrarse en ayudar exclusivamente a aquellos en mayor necesidad. Sin embargo, la administración sostiene que este enfoque es lo que ha permitido mantener una clase media estable, evitando que las familias caigan en la trampa de la precariedad habitacional que se observa en otros lugares. La vicealcaldesa, Kathrin Gaál, destaca que la clave del éxito vienés radica en la disponibilidad de suelo público para la construcción, algo que garantiza un futuro en el que la vivienda seguirá siendo accesible. Con tres millones de metros cuadrados de reservas, la ciudad tiene la capacidad de seguir construyendo y manteniendo su modelo de vivienda social. La historia de este sistema no es reciente; es el resultado de un legado de más de 100 años de política social. Tras la caída del Imperio Austrohúngaro, los socialdemócratas se comprometieron a transformar la infraestructura urbana para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Desde entonces, la construcción de viviendas sociales ha sido parte integral de la identidad vienesa, un esfuerzo que ha perdurado a lo largo de diversas crisis políticas y económicas. A medida que la extrema derecha avanza en otros rincones de Europa, el consenso en Viena sobre la vivienda pública parece ser un respiro en medio de la polarización. Aún así, observadores locales como el periodista Uwe Mauch expresan su preocupación por el futuro de este modelo. La herencia cultural y social de la ciudad no sólo es un punto de orgullo, sino también un recordatorio de que la lucha por el acceso a la vivienda asequible es un desafío continuo que requiere atención y compromiso constante. Viena, con su enfoque progresista y su clara visión de un futuro inclusivo, continúa mostrando que es posible combinar desarrollo urbano, políticas sociales y un sentido de comunidad. Mientras el mundo observa, la pregunta es: ¿puede este modelo ser adaptado y replicado en otras ciudades, o es una utopía que solo puede existir en la singularidad de su contexto?