El impresionante récord de multas por velocidad de empresa del bus que dejó 4 muertos en Lurín

El impresionante récord de multas por velocidad de empresa del bus que dejó 4 muertos en Lurín

La crisis del transporte en el Perú cobra más vidas cada semana. Negligencia y exceso de velocidad son comunes. En Lurín, un bus de Roman Tours se volcó, dejando 4 muertos y 22 heridos graves.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Mundo 03.08.2024

La crisis del transporte en el Perú se ha convertido en un tema alarmante que pone de manifiesto la falta de regulación y el descuido en la seguridad vial. Recientemente, un trágico accidente en la vía Interoceánica, en Ayacucho, cobró la vida de cuatro personas y dejó a 29 heridos. Este incidente es solo la punta del iceberg de una serie de accidentes que han dejado huellas de sangre en las carreteras del país. En lo que parece ser una cadena interminable de desgracias, otros 25 fallecimientos se registraron en la vía Los Libertadores, mientras que Apurímac reportó tres muertes adicionales en un accidente similar.


Los números son escalofriantes y reflejan una realidad preocupante: la seguridad en el transporte terrestre no solo es una prioridad, sino una urgencia. Entre los casos más impactantes se encuentra el de un grupo de nueve músicos que perdieron la vida en Tarma cuando el bus que los transportaba hacia Lima volcó. Sus sueños y aspiraciones se apagaron en un instante, dejando a sus familias sumidas en el dolor y la incertidumbre.


El escenario se complica aún más con el trágico incidente en Magdalena, donde un peatón fue fatalmente impactado por un bus que colisionó contra un inmueble. Este tipo de accidentes no solo afecta a los pasajeros, sino que también arrastra a inocentes que transitan por las calles, resaltando la responsabilidad compartida en la seguridad vial. En Puno, otro choque frontal de buses en Ayaviri dejó cuatro fallecidos y 19 heridos, resaltando la urgencia de una revisión exhaustiva de las condiciones de las unidades de transporte y del estado de las vías.


La situación es insostenible, y los informes de la empresa del bus involucrado en el accidente de Ayacucho revelan un impresionante récord de multas por exceso de velocidad. Este dato, que debería encender alarmas en las autoridades competentes, evidencia la falta de control y supervisión sobre las empresas de transporte. Las multas no parecen ser un deterrente suficiente, y el costo humano de esta irresponsabilidad se traduce en vidas perdidas y familias desgarradas.


El problema radica no solo en las empresas de transporte, sino también en la cultura de la impunidad que se ha instaurado en el país. La falta de sanciones más severas y el escaso seguimiento a las infracciones cometidas por los conductores perpetúan un ciclo de irresponsabilidad que se traduce en tragedias. La cantidad de accidentes y muertes en las carreteras peruanas debería ser motivo suficiente para que el Estado tome cartas en el asunto y implemente medidas efectivas que garanticen la seguridad de todos.


La ciudadanía, por su parte, también tiene una responsabilidad. La educación vial es fundamental y debe ser un eje central en la formación de conductores y peatones. Es necesario que todos comprendamos la importancia de respetar las señales de tránsito y los límites de velocidad. Cada vida cuenta, y una acción irresponsable puede tener consecuencias fatales.


En medio de esta crisis, es vital que los medios de comunicación continúen visibilizando estos temas y exigiendo respuestas a las autoridades correspondientes. Solo a través de la presión social y el compromiso ciudadano podremos conseguir un cambio real en las políticas de transporte y seguridad vial. La tragedia que azota a tantas familias no debe ser en vano; debe ser el motor que impulse acciones concretas para evitar que sigamos contando muertes en nuestras carreteras.


El camino hacia una mejora en el transporte público y en la seguridad vial es largo y complicado, pero no imposible. Con voluntad política, conciencia social y medidas efectivas, podemos construir un sistema de transporte que no solo sea eficiente, sino también seguro. Sin embargo, este cambio debe comenzar ahora, antes de que se registre otra tragedia que sume más nombres a la lista de víctimas fatales en nuestras carreteras. La seguridad vial no puede seguir siendo una opción: es un derecho que todos merecemos.

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