La "flota fantasma" rusa: evasión de sanciones y riesgos ambientales crecientes

La "flota fantasma" rusa: evasión de sanciones y riesgos ambientales crecientes

Estados Unidos y Reino Unido anunciaron el viernes nuevas sanciones contra alrededor de 200 buques diseñados para eludir restricciones, normas de seguridad y seguros

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 16.01.2025

La reciente imposición de nuevas sanciones por parte de Estados Unidos y el Reino Unido contra el sector energético ruso ha puesto de manifiesto la complejidad de las operaciones marítimas que Moscú utiliza para evadir estas restricciones. Con la invasión de Ucrania como telón de fondo, el Kremlin ha recurrido a una red de buques que operan bajo condiciones de opacidad, conocida como la “flota fantasma”. Esta situación no solo dificulta la implementación efectiva de las sanciones, sino que también plantea serias preocupaciones sobre la seguridad y el medio ambiente.


La “flota fantasma” se refiere a aquellos buques que participan en actividades ilegales con el propósito de eludir las sanciones internacionales, así como evitar cumplir con las normativas de seguridad y medioambientales. Su existencia no es nueva, ya que anteriormente fue empleada por países como Irán y Venezuela, que también enfrentan sanciones internacionales. Sin embargo, la guerra en Ucrania ha llevado a un aumento exponencial en el tamaño de esta flota, que ahora se estima que representa alrededor del 17% de todos los petroleros rusos, según el Atlantic Council.


Ante las sanciones que limitan su capacidad de exportar petróleo, el gobierno ruso ha estado forzado a adaptarse. La actual batería de restricciones incluye un embargo, un tope de precios y la prohibición de servicios marítimos. Esto ha llevado a Rusia a adquirir petroleros y ofrecer sus propios seguros para sortear las normas internacionales. Así, la flota fantasma se convierte en una solución para mantener sus exportaciones petroleras, cruciales para financiar sus actividades bélicas.


El impacto de esta red de buques va más allá de la economía rusa. Según el Instituto KSE de la Escuela de Economía de Kiev, estos petroleros constituyen el 90% de las exportaciones de crudo y el 36% de los envíos de productos petrolíferos desde Rusia. La capacidad de evadir el tope de 60 dólares por barril mediante esta flota es un factor que permite a Rusia seguir obteniendo ingresos pese a las sanciones en vigor.


Sin embargo, el uso de estos viejos petroleros no solo representa un desafío para los esfuerzos de sanción, sino que también plantea riesgos inminentes para el medio ambiente. La flota fantasma está compuesta en su mayoría por barcos que han superado los 20 años de antigüedad, y se estima que para 2025, representarán el 11% de la flota mundial de petroleros. Este aumento es alarmante, considerando que antes de la guerra, esa cifra era solo del 3%.


Los barcos de la flota fantasma suelen operar sin el seguro correspondiente, conocido como “P&I”, que es esencial para cubrir una variedad de riesgos, incluidos los relacionados con conflictos bélicos y derrames de petróleo. Dado que entre el 90% y el 95% del mercado de seguros está controlado por empresas de la Unión Europea y el Reino Unido, que han impuesto sanciones contra Rusia, el acceso a seguros adecuados se ha vuelto casi imposible para estos buques.


La falta de seguros adecuados convierte el trabajo a bordo de estos barcos en una actividad extremadamente peligrosa. Elisabeth Braw, experta del Atlantic Council, subraya que los esquemas de seguros alternativos que han sido propuestos por los gobiernos de Rusia e Irán son insuficientes para proteger a las tripulaciones y al medio ambiente en caso de accidentes.


Además, el riesgo de contaminación ambiental es significativo, ya que un derrame de petróleo o un accidente en el mar podría tener consecuencias devastadoras no solo para la fauna marina, sino también para las comunidades costeras de Europa. El Instituto KSE ha emitido advertencias sobre estos riesgos, sugiriendo que la prolongada operación de buques envejecidos podría resultar en desastres ecológicos de gran magnitud.


En conclusión, la “flota fantasma” se ha convertido en un componente clave de la estrategia de Rusia para eludir las sanciones internacionales impuestas por su invasión a Ucrania. Mientras el Kremlin continúa buscando formas de sostener su economía, los riesgos asociados con esta red de buques aumentan, tanto para la seguridad marítima como para el medio ambiente. La comunidad internacional se enfrenta a un desafío significativo para contrarrestar estas operaciones y minimizar sus repercusiones.

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