
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Saúl Luciano Lliuya, un agricultor y guía de montaña de Huaráz, Perú, está en el centro de un juicio que podría sentar un precedente histórico en la lucha contra el cambio climático. Tras casi una década de espera, ha logrado que la energética alemana RWE se enfrente a la justicia en un tribunal de su país, acusándola de ser responsable del deshielo de glaciares que amenaza la vida de más de 50.000 habitantes en su comunidad. Este caso, que comienza a desvelar sus primeros capítulos, no solo busca justicia para Lliuya y sus vecinos, sino que también apunta a establecer un marco de responsabilidad para grandes emisores de gases de efecto invernadero.
La denuncia sostiene que RWE es responsable de aproximadamente el 0,38% de las emisiones globales desde el inicio de la industrialización. Lliuya argumenta que, debido a estas emisiones, su hogar y el de sus conciudadanos están en riesgo por el aumento del volumen del lago glaciar Palcacocha, que ha crecido desproporcionadamente en las últimas décadas. La amenaza de una avalancha, similar a la que devastó Huaráz en 1941 y que dejó 1.800 muertos, es una preocupación constante para los residentes de la zona.
En la primera audiencia del juicio, celebrada en el Tribunal Regional Superior de Hamm, se planteó una de las preguntas más críticas: ¿está la propiedad de Lliuya realmente en peligro por el riesgo de inundaciones provenientes de Palcacocha? Mientras se espera un fallo para el 14 de abril, el tribunal mostró interés en evaluar la relación entre el cambio climático, las emisiones de RWE y el peligro que enfrenta la comunidad. Si se determina que existe un riesgo jurídico tangible, el caso podría avanzar a una fase en la que se debe analizar cuánto contribuyeron las emisiones de RWE a este peligro.
El agricultor busca que RWE contribuya con 17.000 euros para financiar medidas de seguridad que ayuden a proteger a la comunidad de un posible aluvión. Aunque el costo total del proyecto de defensa es de 3,5 millones de dólares, Lliuya considera que la cifra solicitada es un paso proporcional en relación con el impacto ambiental que tiene la empresa. La creciente presión por parte de la comunidad y el apoyo de organizaciones como Germanwatch han llevado a Lliuya a tomar esta valiente iniciativa legal.
La abogada de Lliuya, Roda Verheyen, destacó que este juicio es pionero en el sentido de que se le está exigiendo a una empresa por los daños derivados del cambio climático. Según Germanwatch, el caso es único, al ser el primero que ha llegado a la fase de obtención de pruebas. La posibilidad de que el tribunal reconozca la responsabilidad de RWE podría abrir la puerta a otros litigios similares alrededor del mundo, donde comunidades vulnerables buscan justicia climática.
En el transcurso de la audiencia, los argumentos de RWE fueron criticados por el tribunal, que desestimó la noción de que todos los emisores de gases pudieran ser responsables de los efectos del cambio climático. A pesar de que la empresa se defiende con la idea de que siempre ha cumplido con la normativa, el tribunal parece estar tomando en serio los riesgos que enfrentan las comunidades como Huaráz.
Este juicio no solo es relevante para los peruanos, sino que podría marcar un hito en la jurisprudencia internacional sobre el cambio climático. Si Lliuya triunfa, esto podría significar un cambio en la percepción de la responsabilidad empresarial en relación con los impactos ambientales, alentando a más comunidades a exigir cuentas a quienes más contribuyen a la crisis climática.
Mientras tanto, la comunidad de Huaráz, que ha sentido de manera aguda las consecuencias del cambio climático, sigue esperando con expectación el fallo del tribunal. La historia de Lliuya es un reflejo de cómo los efectos del calentamiento global están siendo cada vez más reconocidos en las salas de justicia, un espacio donde antes se creía que el poder de las grandes corporaciones era insuperable.
La realidad es que el cambio climático ya no es un problema distante, es una crisis urgente que afecta vidas y medios de subsistencia. El caso de Lliuya resuena en un mundo que enfrenta fenómenos meteorológicos extremos y que cada vez más comprende la necesidad de una justicia climática real y efectiva. La decisión que tome el tribunal podría no solo cambiar la vida de los huaracinos, sino también inspirar a otros alrededor del mundo a alzar la voz en defensa de su futuro ante las grandes corporaciones.
El proceso que ha llevado a Lliuya a este punto es un testamento de la resiliencia y la determinación. Su historia, junto a la de su padre, es un recordatorio de que, aunque el camino hacia la justicia puede ser largo y arduo, la lucha por un mundo más justo y sostenible debe continuar. Mientras espera el veredicto, Saúl Luciano Lliuya no solo busca proteger su hogar, sino también encender una llama de esperanza en aquellos que sienten que sus voces han sido ignoradas.
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