El cónclave inicia tras la muerte del papa Francisco, un nuevo capítulo para la Iglesia

El cónclave inicia tras la muerte del papa Francisco, un nuevo capítulo para la Iglesia

Con la muerte del papa Francisco se activa el mecanismo de elección de su sucesor.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Mundo 21.04.2025

La muerte del papa Francisco, ocurrida a la edad de 88 años, ha dado inicio a uno de los rituales más antiguos y ceremoniales de la Iglesia católica: el cónclave. Este proceso, que se llevará a cabo en la emblemática Capilla Sixtina, está diseñado para elegir al nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos en el mundo. La historia del cónclave se remonta al siglo XIII, y desde entonces ha sido el mecanismo central para la elección de los papas, caracterizado por su secreto y solemnidad.


El cónclave comenzará con una serie de congregaciones generales donde los 135 cardenales con derecho a voto discutirán sobre el futuro de la Iglesia. Este grupo de cardenales, que representa a 94 países de todos los continentes, está compuesto por una mayoría significativa de aquellos que fueron nombrados por Francisco. En total, 108 de ellos fueron designados por el papa fallecido, lo que podría influir en la dirección que tome la Iglesia en su próximo liderazgo.


Una vez que se complete esta fase preparatoria, los cardenales se reunirán en la Capilla Sixtina, donde prestarán un juramento de confidencialidad antes de que comience el proceso de votación. Este aislamiento es una medida crucial para asegurar que las discusiones y decisiones tomadas en el cónclave permanezcan en secreto. La historia ha enseñado que cualquier filtración podría socavar la legitimidad del nuevo papa y generar controversias innecesarias.


El proceso de votación es meticuloso. Comienza con la misa 'Pro Eligendo Pontifice' y, tras realizar el juramento, los cardenales se encierran en la Capilla. Se eligen al azar nueve cardenales que oficiarán la votación, y el trabajo se distribuye entre ellos: algunos supervisan el proceso, otros recogen los votos y otros revisan las papeletas. Este nivel de organización refleja la importancia del evento y la seriedad con la que se toman las decisiones.


Para ser elegido como papa, un cardenal debe obtener al menos dos tercios de los votos de sus colegas. Este requisito asegura que el nuevo líder goce de un amplio apoyo dentro del Colegio Cardenalicio. Las votaciones se repiten cuatro veces al día, y si tras varias rondas ningún candidato logra el consenso necesario, el proceso se simplifica. Solo los dos cardenales más votados pasan a la siguiente ronda, lo que agiliza la búsqueda de un nuevo líder.


Uno de los momentos más simbólicos del cónclave es la quema de las papeletas. Si el humo que sale de la chimenea es negro, significa que no se ha alcanzado un acuerdo, lo que genera expectación en la Plaza de San Pedro. Sin embargo, si el humo es blanco, indica que se ha elegido a un nuevo papa, marcando el final de un proceso que ha capturado la atención del mundo católico.


Llegado el momento de la elección, el cardenal electo es preguntado si acepta el cargo. Si la respuesta es afirmativa, se le permite elegir un nuevo nombre y se le viste con la vestimenta papal. Este instante no solo es crucial para el nuevo líder, sino que también simboliza la continuidad de la tradición y la misión de la Iglesia.


La presentación del nuevo papa desde el balcón central de la Basílica de San Pedro es un evento que marca el inicio de su pontificado. El cardenal protodiácono hace el anuncio oficial con la frase 'Habemus Papam', desatando una ola de júbilo entre los fieles reunidos en la plaza. Este es un momento de gran carga emocional, tanto para el nuevo papa como para los católicos de todo el mundo, quienes ven en él una figura de esperanza y guía espiritual.


La importancia de este cónclave va más allá de la elección de un nuevo líder; es un reflejo de los desafíos que enfrenta la Iglesia en el mundo contemporáneo. Desde la crisis de los abusos hasta la necesidad de adaptación a una sociedad en constante cambio, el nuevo papa tendrá ante sí la gran responsabilidad de guiar a la Iglesia en tiempos de incertidumbre y transformación. La elección de un nuevo líder puede marcar un nuevo rumbo en la historia de la Iglesia, y los ojos del mundo entero estarán puestos en los cardenales que, en el aislamiento de la Capilla Sixtina, decidirán el futuro de esta venerable institución.

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