
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




El vuelo 4819 de Delta, que partió de Minneapolis con destino a Toronto, se convirtió en un escenario de caos el pasado lunes cuando el avión se volcó al aterrizar en el Aeropuerto Internacional Pearson. A pesar del impacto, que dejó una de sus alas en llamas, las 80 personas a bordo lograron salir ilesas gracias a la combinación de un ingenioso diseño aeronáutico y la rápida reacción de la tripulación. Este incidente ha puesto de relieve las significativas mejoras en la seguridad aérea que han tenido lugar en las últimas décadas.
Michael McCormick, profesor asociado en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, fue uno de los expertos que analizó la situación. Su primera impresión fue la de asombro al ver salir a los pasajeros caminando de un avión volcado. Sin embargo, su segundo pensamiento se centró en el diseño y la ingeniería detrás de la aeronave, que han evolucionado significativamente desde los primeros días de la aviación. "Es la investigación en aviación civil de años lo que ha permitido que algo así ocurra", subrayó McCormick.
Una de las claves del diseño actual de las aeronaves está en la ubicación de los tanques de combustible. En el pasado, el combustible se almacenaba en el vientre de la aeronave, justo debajo de los pasajeros. Sin embargo, los accidentes del pasado llevaron a los expertos a almacenar el combustible principalmente en las alas. Esto se observó durante el accidente del CRJ900, cuando la ruptura del ala derecha liberó combustible, pero no afectó al compartimento de los pasajeros, reduciendo el riesgo de una explosión devastadora.
El diseño de las alas no solo tiene como objetivo prevenir incendios, sino también garantizar que el avión pueda detenerse en una posición estable. Como explicó McCormick, "queremos ser capaces de separar el combustible del compartimento de los pasajeros y, al mismo tiempo, asegurarnos de que el fuselaje pueda detenerse en una posición estable". Afortunadamente, el avión terminó boca abajo, pero en una posición que permitió a los pasajeros evacuar sin mayores complicaciones.
Otro aspecto fundamental que contribuyó a la supervivencia de todos los pasajeros fueron los robustos asientos del avión, diseñados para soportar fuerzas extremas. La normativa actual exige asientos "16G", lo que significa que pueden soportar hasta 16 veces la fuerza de la gravedad. Este diseño no está enfocado en la comodidad, sino en la durabilidad y la seguridad de los ocupantes en caso de una emergencia, un punto que McCormick enfatizó al recordar la experiencia de volar en clase económica durante largos períodos.
La evolución de la seguridad en los aviones comerciales ha sido dramática en comparación con décadas pasadas. Peter Goelz, analista de aviación de CNN y exdirector general de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, mencionó que los asientos actuales están fijados de tal manera que pueden soportar un impacto severo. "Esto significa que en un aterrizaje de emergencia, si estás asegurado correctamente, vas a sobrevivir al impacto y tendrás la oportunidad de escapar", comentó. Esta realidad, combinada con los avances en materiales retardantes de fuego, ha transformado las probabilidades de supervivencia durante los accidentes aéreos.
Sin embargo, más allá de la ingeniería y la tecnología, la respuesta de la tripulación fue fundamental. McCormick destacó la importancia de los miembros experimentados de la tripulación, quienes fueron clave para la evacuación exitosa del avión. A pesar de que muchos pasajeros estaban colgando boca abajo en sus asientos, la tripulación logró evacuar a todos en menos de 90 segundos, un tiempo notable en situaciones de crisis.
"Esperemos que esto haga que el público sea más consciente y agradecido por los hombres y mujeres que sirven como auxiliares de vuelo", agregó McCormick, enfatizando el papel crítico que desempeñan en la seguridad de los pasajeros. La labor de la tripulación va más allá de las tareas cotidianas; son profesionales capacitados que se entrenan para manejar situaciones extremas y salvaguardar la vida de los que viajan con ellos.
El accidente del vuelo 4819 no solo sirve como un recordatorio de los avances en la seguridad aérea, sino también de la importancia de darle el reconocimiento adecuado a la tripulación de vuelo. Gracias a su preparación y a la ingeniería moderna, 80 personas regresaron a sus familias tras un aterrizaje que, en otras circunstancias, podría haber terminado en tragedia. Este evento subraya que la seguridad en la aviación es un esfuerzo conjunto que involucra tanto tecnología avanzada como el trabajo valiente de personas dedicadas a proteger vidas.
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