Juan Brignardello Vela
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La catedral de Notre Dame de París ha vuelto a abrir sus puertas al mundo, un momento que marca un hito en la historia de Francia y de la arquitectura gótica. Este emocionante acontecimiento se produjo el sábado, cinco años y medio después del devastador incendio que destruyó parte de este emblemático monumento. El arzobispo de París, Laurent Ulrich, fue el encargado de dar la bienvenida a los asistentes, golpeando con su báculo las puertas de la catedral y proclamando: "¡Notre Dame, abre tus puertas!" Su llamado fue respondido por el coro de la catedral, que desde el interior invitó a los fieles a entrar en el templo. La ceremonia de reapertura fue testigo de la presencia de cerca de 1.500 invitados, entre ellos dignatarios de renombre como el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky. Sin embargo, el mal tiempo obligó a muchos a resguardarse en el interior de la catedral antes de que comenzara el acto. Este evento no solo celebraba la restauración de Notre Dame, sino que también se convirtió en una plataforma para la diplomacia internacional, reflejando la importancia geopolítica de los líderes que se reunieron en la capital francesa. La inauguración fue un tributo a los cientos de artesanos y bomberos que trabajaron arduamente en la restauración de la catedral. Tras la proyección de un video que destacaba sus logros, estos valientes recibieron una ovación calurosa mientras desfilaban por la nave, rodeados de monarcas y otros líderes mundiales. Entre los asistentes, el príncipe Guillermo de Inglaterra y el príncipe Alberto de Mónaco se unieron a la celebración, evidenciando el alcance global de esta ocasión. El presidente francés, Emmanuel Macron, no pudo ocultar su alivio al ver completada esta ambiciosa obra, un esfuerzo que ha estado muy presente en su agenda política. En su discurso, Macron enfatizó el significado de este logro, afirmando que "hemos redescubierto lo que las grandes naciones saben hacer: realizar lo imposible". Su mensaje fue uno de esperanza y fraternidad, en un momento en que enfrenta desafíos políticos internos significativos, incluido el reciente cambio en su equipo de gobierno. Aunque el papa Francisco no pudo asistir a la ceremonia, envió un mensaje que fue leído durante el evento. En su comunicado, el Sumo Pontífice expresó su deseo de que la reapertura de Notre Dame sirviera como un símbolo de renovación para la Iglesia en Francia. Además, mostró preocupación por las posibles tarifas de entrada, abogando por que la catedral continúe siendo un lugar de acceso gratuito para los visitantes. La catedral ha experimentado una transformación significativa desde el incendio de 2019. Ha sido restaurada meticulosamente, con un tejado completamente renovado, una nave y crucero relucientes, así como un mobiliario moderno y bien diseñado. El órgano de tres siglos de antigüedad fue cuidadosamente desmontado y restaurado, ahora listo para sonar de nuevo en las ceremonias religiosas. Los colores vibrantes de las nuevas capillas, incluido un espacio dedicado a la Virgen de Guadalupe, brindan una nueva vida al interior de Notre Dame, que fue cuidadosamente restaurado con donaciones de todo el mundo, en especial de Estados Unidos. La participación de la comunidad internacional ha sido fundamental para financiar este proyecto, destacando el valor que la catedral tiene no solo para los franceses, sino para la humanidad en su conjunto. Las celebraciones de reapertura no se limitarán a este día; se extenderán durante seis meses, con misas de agradecimiento y eventos especiales en honor a quienes contribuyeron a la reconstrucción. El arzobispo de París ha señalizado que estas actividades permitirán a la comunidad rendir homenaje a todos los involucrados en la recuperación de la catedral. La ceremonia culminó con un emotivo "despertar" del órgano, donde monseñor Ulrich invocó a los organistas a interpretar una serie de melodías que llenaron el espacio con un eco de historia y espiritualidad. La música, que fusionó clásicos con ritmos contemporáneos, trajo un nuevo aire de celebración a este antiguo lugar de culto. A medida que los dignatarios se retiraron a un banquete en el Palacio del Elíseo, quedó claro que la reapertura de Notre Dame no solo significa la restauración de un monumento, sino un renacer cultural y espiritual para Francia y el mundo. Este evento ha reafirmado el lugar de Notre Dame como un símbolo de resiliencia frente a la adversidad y un faro de esperanza para el futuro. La catedral, que ha soportado siglos de historia, ahora se prepara para recibir nuevas generaciones de visitantes, con la promesa de seguir siendo un lugar de encuentro y reflexión.