Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El devastador huracán Oscar ha tocado tierra en Cuba, exacerbando una crisis energética que ya se encontraba en una situación crítica. La llegada del fenómeno natural ocurre en un contexto donde la isla caribeña se encuentra sin electricidad desde el pasado viernes, debido a un fallo en la central termoeléctrica Antonio, considerada la más importante del país. Este colapso energético ha arrastrado al sistema nacional a una situación de inestabilidad, dejando a millones de cubanos a merced de un huracán que trae consigo vientos sostenidos de hasta 80 km/h y rachas de hasta 116 km/h, según reportes del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba. Este nuevo embate de la naturaleza ha hecho que el gobierno cubano, que había anunciado la posibilidad de restablecer el servicio eléctrico el lunes por la noche para la mayoría de los ciudadanos, se enfrente a una realidad mucho más complicada. En tan solo unas horas tras el anuncio, se registró otra desconexión del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). A pesar de los esfuerzos por restablecer el servicio a más de 200,000 personas en La Habana, la fragilidad de la infraestructura eléctrica se ha hecho evidente, y el desánimo entre los ciudadanos crece. El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, había señalado que su equipo estaba trabajando para mitigar los efectos de los fuertes vientos sobre las líneas de transmisión, pero la situación parece estar muy lejos de la normalidad. “Entre mañana lunes en la mañana, en la tarde, en la noche”, esperaban que el servicio se recuperara para la mayoría de los cubanos, aunque el último cliente tendría que esperar hasta el martes. Este panorama no hace más que incrementar la incertidumbre y la ansiedad en un país que ya ha vivido semanas de apagones durante las cuales la electricidad ha sido un recurso escaso. El presidente Miguel Díaz-Canel ha hecho un llamado a la población para mantener la calma y ha asegurado que se están tomando medidas para proteger tanto a los ciudadanos como a los recursos económicos. Sin embargo, las decisiones tomadas por las autoridades, como la suspensión de clases y actividades laborales no esenciales hasta el miércoles, revelan la gravedad de la situación. Mientras tanto, hospitales y otros servicios vitales seguirán operando, pero la falta de electricidad repercute en todos los aspectos de la vida diaria. Los testimonios de los ciudadanos reflejan el descontento y la desesperación que se vive en la isla. Yaima Valladares, una joven bailarina de 28 años, expresó a la AFP la dificultad de mantener la calma ante una situación tan estresante. Por su parte, Isabel Rodríguez, de 72 años, se quejaba de cómo el apagón estaba afectando su descanso y su calidad de vida. Adismary Cuza, trabajadora privada, mostró su preocupación por la comida en su refrigerador, que se encontraba al borde de la descomposición después de tres días sin electricidad. El sentir de preocupación se comparte entre generaciones. Serguei Castillo, un hombre de 68 años, cuestiona sobre el futuro de los cubanos en medio de una crisis que parece interminable. A medida que la tormenta se intensifica, también lo hace la incertidumbre de una población que ya lidiaba con problemas de escasez de alimentos y medicinas, una inflación disparada y la amenaza constante de apagones. El contexto en el que ocurre la llegada de Oscar no puede ser ignorado. Desde hace tres meses, los cubanos han enfrentado apagones prolongados, con un déficit de hasta el 30% de cobertura eléctrica en su red nacional. Esta crisis se ha visto agravada por la dificultad para adquirir combustible, un hecho que el presidente Díaz-Canel atribuyó a las restricciones impuestas por el embargo estadounidense que afecta a la isla desde 1962. La situación se agudiza, ya que en las últimas semanas, las provincias han llegado a sufrir hasta 20 horas sin electricidad. La infraestructura eléctrica cubana, compuesta en su mayoría por ocho termoeléctricas envejecidas y plantas flotantes alquiladas, es incapaz de satisfacer las demandas de una población en crecimiento. Con la dependencia del carburante, las averías y el mantenimiento de estas instalaciones han llevado al país a una crisis energética sin precedentes. Este panorama se agrava aún más por un contexto económico que muchos analistas consideran el peor en tres décadas. Así, el huracán Oscar no solo representa una amenaza natural, sino que también constituye un símbolo de las múltiples crisis que enfrenta la nación cubana. En un momento en que la población ya lucha por sobrevivir a los efectos de la inflación y la escasez, la llegada de un huracán pone en jaque la capacidad de respuesta de un sistema que ya se encuentra desgastado. Las próximas horas y días serán cruciales para determinar no solo el impacto del huracán, sino también el futuro inmediato de una nación que necesita urgentemente recuperar su estabilidad.