Crisis política en Corea del Sur tras detención del ex ministro Kim Yong-hyun

Crisis política en Corea del Sur tras detención del ex ministro Kim Yong-hyun

Kim Yong-hyun renunció a su cargo esta semana tras la fallida orden que desató una crisis política en el país

Juan Brignardello, asesor de seguros

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Mundo 08.12.2024

El clima político en Corea del Sur se ha tornado tenso y volátil tras la detención del ex ministro de Defensa, Kim Yong-hyun, quien fue arrestado por su participación en la reciente declaración de la ley marcial. Este hecho, que ha sacudido los cimientos del gobierno del presidente Yoon Suk Yeol, se produce en medio de acusaciones de insurrección y otros delitos graves que han llevado a la Policía a investigar ambos casos.


La situación comenzó a escalar el pasado martes, cuando el presidente Yoon intentó implementar una ley marcial de emergencia, alegando la necesidad de salvaguardar la democracia surcoreana de las supuestas amenazas comunistas de Corea del Norte. Sin embargo, su declaración fue recibida con una fuerte oposición tanto en el Parlamento como en la sociedad civil. Las acusaciones de que la oposición controlaba el Legislativo y que existían elementos antiestatales en el país fueron el telón de fondo de este intento de control gubernamental.


Kim Yong-hyun, quien había presentado su renuncia inmediatamente después del anuncio del presidente, se convirtió en el centro de atención debido a su papel en la crisis. La Policía tomó la decisión de arrestarlo tras la presión pública y una serie de protestas que estallaron en respuesta a la declaración de la ley marcial. La detención fue un reflejo del descontento generalizado hacia el uso de medidas extremas por parte del gobierno.


El Parlamento, en un intento por contrarrestar la situación, había convocado una moción para destituir al presidente. Sin embargo, el boicot del oficialista Partido del Poder Popular (PPP) impidió que esta votación se llevara a cabo de manera efectiva, lo que subraya la profunda fragmentación política que enfrenta el país. De los 300 asambleístas, solo 195 apoyaron la moción, dejando la iniciativa sin el respaldo necesario para su validación.


El Partido del Poder Popular justificó su boicot argumentando que era necesario evitar "graves divisiones y caos". Esta excusa ha sido criticada por muchos, quienes ven en su actuar una falta de responsabilidad ante una crisis que afecta a todo el país. La falta de unidad en el Parlamento ha contribuido a una sensación de inestabilidad que preocupa a los ciudadanos surcoreanos.


El anuncio de la ley marcial generó un inmediato descontento entre la población, que se manifestó en las calles. Los opositores denunciaron la medida como "ilegal e inconstitucional", mientras que miles de ciudadanos se unieron a las protestas, exigiendo la defensa de los valores democráticos y el respeto a las instituciones. La rápida respuesta de la sociedad civil ha sido un factor crucial en la presión sobre el gobierno para revocar la ley.


Apenas horas después de la declaración de Yoon, el Parlamento celebró una sesión extraordinaria en la que se aprobó derogar la ley marcial. Con el apoyo de miembros del PPP y la vasta mayoría de la oposición, la Asamblea Nacional determinó que la ley marcial ya no era válida, lo que llevó al presidente a retractarse de su anuncio inicial. Esta resolución del Parlamento fue un hito relevante en el conflicto político, destacando el poder de la democracia frente a intentos autoritarios.


El presidente del Parlamento, Woo Won-sik, expresó su satisfacción por la decisión tomada, subrayando que la Asamblea Nacional trabajaría codo a codo con el pueblo para proteger la democracia en el país. Su declaración envió un mensaje claro: la voluntad del Parlamento prevalecería sobre los intentos del ejecutivo de consolidar su poder a través de medidas drásticas.


Las acciones del gobierno y la reciente detención de Kim Yong-hyun han generado un torrente de preguntas sobre el futuro político de Corea del Sur. La crisis no sólo expone la fragilidad de la administración actual, sino que también pone en tela de juicio la estabilidad de la democracia surcoreana ante amenazas tanto internas como externas. A medida que los acontecimientos se desarrollan, los ciudadanos mantienen la esperanza de que la cordura y el respeto a las instituciones prevalezcan en este momento de extrema tensión política.


La situación sigue siendo vigilada de cerca, y se espera que tanto la ciudadanía como los actores políticos continúen presionando por la restauración del orden democrático y la rendición de cuentas ante los casos de abuso de poder que han emergido en las últimas semanas. El desenlace de este conflicto será crucial para determinar el rumbo que tomará Corea del Sur en el futuro inmediato.

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