Crisis ambiental en Brasil: sequía histórica afecta al 59% del país y a su población

Crisis ambiental en Brasil: sequía histórica afecta al 59% del país y a su población

La peor sequía registrada ha dejado a más del 59% del país sin agua, según el Centro de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Más de la mitad de Brasil enfrenta una crisis ambiental sin precedentes que ha dejado al país en un estado alarmante. La sequía que azota al territorio brasileño, según el Centro de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales, ha sido catalogada como la peor de la historia, afectando al 59% del país y secando más de 1,400 ciudades. Las imágenes de desolación y lucha por los recursos hídricos han comenzado a conmover tanto a los habitantes locales como a la comunidad internacional.


En el norte de Brasil, las comunidades que dependen de los ríos para su sustento se encuentran aisladas. Los ríos, que antes eran arterias vitales para la vida cotidiana, ahora están secas, dejando a los residentes a merced de la naturaleza. Mientras tanto, en el centro-oeste del país, el panorama es aún más sombrío: los incendios forestales han arrasado vastas áreas de humedales, transformando paisajes antes exuberantes en cenizas y humo. Esta devastación se suma al sufrimiento que ya sienten en el sureste, donde el aire está tan cargado de humo que las autoridades advierten a la población sobre los peligros de realizar actividades al aire libre.


A pesar de que Brasil ha lidiado con sequías en años anteriores, la magnitud de esta crisis es sorprendente. A lo largo del río Madeira, los habitantes están recorriendo las arenas calientes en busca de agua, un testimonio desgarrador de la lucha por la supervivencia. En el Pantanal, el humedal más grande del mundo, se estima que alrededor de 20,000 kilómetros cuadrados han sido devastados por los incendios, dejando un impacto irreversible en la biodiversidad de la región.


Investigadores de la Universidad de São Paulo sugieren que las condiciones actuales en el Cerrado, que experimentan la peor sequía en 700 años, son un claro indicativo de que la situación está lejos de mejorar. La calidad del aire en el estado de São Paulo se ha deteriorado tanto que las recomendaciones de evitar actividades físicas al aire libre se han vuelto comunes. Esta crisis no solo afecta la salud de los ciudadanos, sino que también plantea desafíos significativos para la agricultura y la economía del país.


Los científicos vinculan esta sequía con el cambio climático, que ha elevado las temperaturas y ha hecho que los patrones de lluvia sean cada vez más erráticos. Sin embargo, subrayan que la situación ha sido gravemente exacerbada por la deforestación del Amazonas, un fenómeno que se siente en todo el continente sudamericano. El biólogo Philip Fearnside advierte que el calentamiento global y la destrucción de la selva son causas fundamentales de esta crisis, y que la sequía actual es solo una manifestación de un problema más amplio.


La selva amazónica desempeña un papel crucial en el ciclo del agua de la región, alimentándose de un patrón de lluvias conocido como “ríos voladores”. Estos ríos transportan humedad desde el océano Atlántico, pero la deforestación está interrumpiendo este ciclo vital. La pérdida de árboles no solo reduce el volumen de agua disponible, sino que también tiene efectos en cascada sobre el clima en países vecinos como Paraguay, Uruguay y Argentina, donde la agricultura y la vida dependen de estos recursos hídricos.


Luciana Gatti, investigadora del clima, señala que la mentalidad de que el bosque es un desperdicio de tierra ha contribuido a esta crisis. La explotación de recursos naturales para beneficio económico ha llevado a una pérdida alarmante de vegetación, especialmente en el Cerrado, donde las regulaciones ambientales son notoriamente insuficientes. Con las tasas de deforestación en aumento, la situación es cada vez más desesperada.


A medida que se acerca 2024, las proyecciones son sombrías, con pronósticos de que la sequía podría alcanzar niveles históricos. Gatti advierte que esta crisis ambiental no es un evento aislado, sino el resultado de un proceso acumulativo que ha debilitado tanto el ecosistema como las comunidades que dependen de él. Las advertencias son claras: si no se toman medidas adecuadas ahora, Brasil podría estar abocado a un futuro apocalíptico marcado por sequías recurrentes y devastadoras.


La crisis de sequía en Brasil es un llamado urgente a la acción, no solo para el país, sino para toda la comunidad internacional. La deforestación y el cambio climático no conocen fronteras y sus efectos se sienten en todos los rincones del planeta. Si no se actúa rápidamente para revertir esta tendencia, el legado que dejará esta generación podría ser uno de sufrimiento y escasez, un recordatorio de que el tiempo para actuar es ahora.

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