Desinformación en redes: la estrategia para manipular el descontento estudiantil en Cuba

Desinformación en redes: la estrategia para manipular el descontento estudiantil en Cuba

"Sabemos que a Cuba la miran con la lupa que no miran a otro país, entonces termina en un foco mediático internacional", dijo Pedro Jorge Velázquez.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 07.06.2025

En un análisis reciente, el periodista cubano Pedro Jorge Velázquez ha expuesto la complejidad y la peligrosidad de las campañas de desinformación que han cobrado fuerza en la red social X, particularmente en relación con la situación estudiantil en Cuba. Según Velázquez, estas campañas buscan crear la percepción de un descontento generalizado en el país, aprovechando la reciente alza en las tarifas de Internet. La estrategia se basa en una combinación de comunicados reales y falsos, lo que confunde a la opinión pública y legitima narrativas engañosas.


Velázquez señala que el uso de comunicados auténticos tiene como objetivo dar credibilidad a aquellos que han sido manipulados o creados con fines desestabilizadores. "Usan comunicados reales, comunicados que sí se dieron para de alguna manera legitimar otros muchos falsos", explica el periodista. Esta técnica busca generar una sensación de crisis, alimentando la idea de que existe un descontento masivo que no es representativo de la realidad cubana.


El periodista advierte que estas acciones no son inocentes ni casuales. La meta final, según su análisis, es provocar un "pequeño paro" en alguna facultad de La Habana. La capital, al ser un centro neurálgico del país, tiene un peso significativo en la dinámica social y política de Cuba. Velázquez destaca que si se logra este tipo de interrupción en una universidad importante, podría desencadenar una serie de acciones similares en otras instituciones educativas, alimentando la narrativa de un levantamiento generalizado.


La intención detrás de estas manipulaciones es clara: atraer la atención mediática internacional. Velázquez enfatiza que la mirada sobre Cuba es más crítica que la que se dirige a otros países, lo que convierte cualquier incidente en un foco de atención global. Esta atención puede ser utilizada por políticos de derecha que buscan condenar al Gobierno cubano y reforzar su agenda política.


Esta campaña de desinformación no solo se limita a la búsqueda de cobertura mediática. Velázquez apunta que también puede generar un impacto social, fomentando la solidaridad y empatía entre los ciudadanos hacia los estudiantes que se encuentran en un supuesto paro. Este tipo de manipulación puede propiciar que otros sectores de la población se vean motivados a participar en manifestaciones, amplificando así el descontento y la inestabilidad.


Es importante resaltar que la estrategia de desestabilización popular no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, ha habido intentos de utilizar el descontento social como un catalizador para promover cambios en el poder. Sin embargo, lo que distingue a la actual campaña es su capacidad para difundir información rápidamente a través de plataformas digitales, lo que facilita la manipulación de la opinión pública.


La desinformación se convierte, entonces, en un arma de doble filo. Por un lado, puede desestabilizar gobiernos, pero también puede distorsionar la realidad y crear un ambiente de incertidumbre que afecta a la población en su conjunto. Velázquez advierte sobre la responsabilidad que tienen tanto los medios de comunicación como los individuos en verificar la información antes de compartirla, ya que la difusión de noticias falsas puede tener consecuencias graves.


El periodista cubano concluye su análisis subrayando la necesidad de un enfoque crítico y consciente frente a la información que circula en las redes sociales. La realidad cubana es compleja y multifacética, y es vital hacer un esfuerzo por comprenderla en su totalidad, más allá de la narrativa simplificada que a menudo se presenta en el ámbito internacional.


En este sentido, la capacidad de los cubanos para discernir entre la verdad y la manipulación será esencial para navegar por un panorama mediático cada vez más complicado. La lucha contra la desinformación no es solo una cuestión de política, sino una defensa de la verdad y la justicia social en un contexto en que la voz de los ciudadanos debe ser escuchada y respetada.

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