Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La situación del exteniente Ronald Ojeda, un disidente del régimen de Nicolás Maduro que fue secuestrado y asesinado en Santiago de Chile, ha tomado un nuevo y alarmante giro. La Fiscalía chilena ha revelado que un testigo clave en la investigación sostiene que Diosdado Cabello, ministro del Interior y Justicia de Venezuela y figura prominente del chavismo, fue quien ordenó el crimen. Esta declaración ha despertado una serie de reacciones tanto en Chile como en el ámbito internacional, intensificando el escrutinio sobre las conexiones entre el régimen venezolano y el crimen organizado en el país. El fiscal nacional, Ángel Valencia, confirmó que el testigo, cuya identidad se mantiene en reserva, proporcionó detalles comprometidos sobre la implicación de Cabello en el encargo del homicidio. La investigación apunta a que el líder de la organización criminal Tren de Aragua, Héctor Guerrero Flores, conocido como el Niño Guerrero, habría recibido la instrucción de llevar a cabo el secuestro y el posterior asesinato de Ojeda. Esta conexión entre los altos mandos del chavismo y el crimen organizado es inquietante, ya que sugiere una premeditación y una estructura operativa que trasciende las fronteras nacionales. Dicha declaración ha sido corroborada por otras dos personas que también testificaron en la causa, aunque sin especificar el nombre de los responsables. Según Valencia, los "antecedentes muy sólidos" de la investigación sugieren que el móvil del crimen fue un secuestro y homicidio por encargo. Este tipo de violencia, arraigada en el contexto del crimen organizado, pone en relieve el peligro que enfrenta la disidencia política, no solo en Venezuela, sino también en países que acogieron a estos opositores. La ministra del Interior de Chile, Carolina Tohá, destacó la gravedad de los nuevos antecedentes y aseguró que el Gobierno no se quedará de brazos cruzados ante la posible implicación de autoridades venezolanas en el crimen. Tohá enfatizó que de confirmarse las evidencias que vinculan al régimen de Maduro, se tomarán acciones firmes, incluyendo la posibilidad de recurrir a la Corte Penal Internacional para buscar justicia. Esta postura refleja un compromiso del Gobierno chileno por proteger a quienes buscan refugio en su territorio y una intención de no permitir que la violencia política del extranjero se infiltre en su suelo. El caso de Ojeda ha revelado no solo las brutales tácticas del régimen venezolano, sino también la creciente influencia de organizaciones criminales como el Tren de Aragua en diversos países de la región. El exteniente, quien había denunciado la corrupción y la represión en Venezuela, fue secuestrado de manera violenta en su hogar, un hecho que resuena como una advertencia para otros opositores que se encuentran en el exilio. Su cuerpo fue encontrado bajo condiciones macabras, lo que añade un sello de horror a un crimen que parece estar vinculado a intereses políticos de alto nivel. Los arrestos realizados hasta ahora en relación con el crimen han llevado a la detención de varios miembros de la facción del Tren de Aragua, lo que ha permitido a las autoridades chilenas avanzar en la investigación. La captura de Julio Iglesias, quien está acusado de haber inhumado ilegalmente el cadáver de Ojeda, es un paso significativo en el desmantelamiento de la red criminal que operaba en el país. Sin embargo, la pregunta que persiste es qué tan lejos llega la organización y cuáles son las conexiones reales que la unirían al gobierno venezolano. Por su parte, el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, ha solicitado la extradición de los miembros del Tren de Aragua detenidos en otros países para que puedan ser juzgados en su país. Sin embargo, la ministra Tohá ha dejado claro que la prioridad de Chile es investigar y sancionar los delitos ocurridos en su territorio. Esta respuesta acentúa la complejidad del caso, que involucra tanto la justicia chilena como las dinámicas políticas de Venezuela. El asesinato de Ronald Ojeda se convierte en un símbolo del riesgo que corren los disidentes en el extranjero y la posibilidad de que las órdenes de represalias lleguen desde los altos mandos de un régimen autocrático. La investigación en curso no solo busca justicia para Ojeda, sino que también podría desvelar una red de complicidades y conexiones que podrían tener implicaciones más amplias en la región. Finalmente, la atención se centra ahora en cómo se desarrollará la investigación en los próximos meses y qué pasos tomará el Gobierno chileno. La posibilidad de que un alto funcionario venezolano esté implicado es un hecho grave que, si se confirma, podría llevar a una reevaluación de las relaciones entre Chile y Venezuela, además de abrir un debate sobre la seguridad de los asilados políticos en el continente. La comunidad internacional también observa de cerca, ya que este caso podría tener repercusiones en la política regional y en la lucha contra el crimen organizado transnacional.