Honduras enfrenta la devastación causada por la tormenta Sara en medio de la creciente crisis climática y la deforestación.

Honduras enfrenta la devastación causada por la tormenta Sara en medio de la creciente crisis climática y la deforestación.

Honduras enfrenta la devastación de la tormenta Sara, desplazando a más de 6,000 personas y destacando la urgente necesidad de acción climática en medio del aumento de desastres.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En un lluvioso día de noviembre de 2024, Honduras enfrentó otro devastador ciclón tropical, la tormenta Sara, que dejó un rastro de destrucción, reclamando al menos seis vidas y desplazando a más de 6,000 personas. Los informes de la costa norte ilustran una escena sombría donde los árboles caídos, las carreteras inundadas y las casas destruidas son demasiado familiares. Esta tormenta fue una de las alarmantes 18 que azotaron el país en el transcurso del año, un recordatorio contundente de la creciente intensidad y frecuencia de los desastres relacionados con el clima con los que Honduras está lidiando. Los expertos atribuyen la creciente severidad de estas tormentas, incluida la tormenta Sara, a las alarmantes tasas de deforestación en Honduras. Bosques que antes eran exuberantes, y que sirven como barreras vitales contra el clima extremo, han sido diezmados principalmente debido a la ganadería, la tala de árboles y actividades ilegales. Sin una vegetación adecuada para absorber la lluvia excesiva, el riesgo de inundaciones catastróficas aumenta, causando estragos en comunidades y tierras agrícolas por igual. Según Josué León, coordinador de la unidad forestal de la Universidad Zamorano, hay un reconocimiento creciente entre las autoridades hondureñas del papel crucial que desempeñan los bosques en la mitigación de los riesgos climáticos. Sin embargo, el enfoque actual del gobierno sigue estando fuertemente sesgado hacia la respuesta de emergencia en lugar de esfuerzos proactivos de mitigación del clima. Esto ha dejado muchas iniciativas críticas en manos de entidades internacionales o, en muchos casos, completamente desatendidas. Cristina Marín, jefa de cooperación de la delegación de la Unión Europea en Honduras, enfatiza la extrema vulnerabilidad del país al cambio climático. Históricamente, los huracanes han sido un aspecto de los patrones climáticos normales en Honduras, sin embargo, el cambio climático ha exacerbado su intensidad, afectando regiones que antes se consideraban seguras. El aumento de las temperaturas oceánicas está alimentando estas tormentas más fuertes, lo que genera preocupaciones entre expertos como Diego Obando Bonilla, profesor de clima en la Universidad Zamorano. Las estadísticas recientes pintan un panorama desalentador. Entre 1998 y 2017, Honduras ocupó el segundo lugar como el país más afectado por el cambio climático a nivel mundial, golpeado regularmente por desastres naturales, incluidas sequías y deslizamientos de tierra. La temporada de huracanes del Atlántico de 2024, por sí sola, vio al país azotado por 16 huracanes, con más tormentas que agravan la destrucción. Las repercusiones económicas de tales eventos climáticos son asombrosas. El Banco Mundial estima que un huracán importante puede reducir el PIB de América Central hasta en un 3.9% en el año siguiente. Sin intervención, Honduras podría perder hasta un 5.4% de su PIB anual para 2050 debido a la inacción climática. Si bien Honduras contribuyó con apenas el 0.03% a las emisiones globales de carbono en 2022, sufre desproporcionadamente los impactos del clima. Desde 2001 hasta 2023, la nación perdió aproximadamente el 20% de su cobertura forestal, impulsada en gran medida por prácticas agrícolas y la demanda de tierras. Las carreteras que una vez serpenteaban a través de bosques ahora están flanqueadas por vastos pastizales y plantaciones de palma aceitera, revelando cicatrices de degradación ambiental. Los expertos advierten que la pérdida de la cobertura forestal compromete la capacidad de la tierra para absorber agua, lo que lleva a un aumento en los riesgos de inundaciones. Como enfatizan líderes locales como Edgardo Amaya y José Medina del Instituto Nacional de Conservación Forestal, los bosques absorben agua y actúan como barreras cruciales contra las inundaciones. La compactación del suelo por la ganadería agrava aún más la situación, reduciendo drásticamente su capacidad de infiltración de agua. La dura realidad de los incendios forestales agrava aún más estos desafíos. Solo en 2024, más de 3,000 incendios forestales devastaron casi 300,000 hectáreas de bosque, despojando al país de sus defensas naturales contra el cambio climático. A pesar de la situación crítica, las comunidades locales están comenzando a comprender la importancia de las prácticas agrícolas sostenibles. Los agricultores están empezando a adaptarse diversificando cultivos, adoptando técnicas de recolección de agua de lluvia y mejorando la gestión del ganado. Organizaciones como Heifer International están trabajando con los agricultores para promover métodos que no solo pueden ayudar a mitigar el cambio climático, sino también sostener sus medios de vida. Sin embargo, el camino hacia la recuperación y la resiliencia es empinado. Muchos agricultores, como Israel Ponce Carcamo, de 73 años, de la comunidad de Dos Bocas, relatan los duros impactos de las tormentas y las inundaciones en sus vidas y medios de vida. Con la destrucción causada por la tormenta Sara, muchos agricultores no pudieron vender su leche y perdieron ganado valioso, lo que resalta la necesidad urgente de prácticas sostenibles y apoyo comunitario. Los socios internacionales están interviniendo para llenar el vacío dejado por el gobierno hondureño, que ha luchado con limitaciones de recursos y un enfoque en medidas reactivas. En mayo de 2024, el gobierno lanzó una iniciativa de "Cero Deforestación para 2029", con el objetivo de recuperar áreas protegidas actualmente explotadas por actividades ilegales. Los esfuerzos también incluyen el desarrollo de un sistema de alerta de deforestación y la promoción de prácticas de agroforestería que integren la siembra de árboles con la agricultura. Si bien se están realizando avances, los expertos enfatizan que un cambio cultural es esencial para la sostenibilidad a largo plazo. Una mejor gobernanza, educación sobre los riesgos climáticos y la participación comunitaria son críticas para proteger los ecosistemas de Honduras y prepararse para futuros desafíos climáticos. A medida que Honduras lidia con los impactos crecientes del cambio climático, la necesidad de un esfuerzo unido para proteger sus bosques y comunidades nunca ha sido más clara. Los próximos años serán cruciales para determinar si la nación puede adaptarse a estos desafíos sin precedentes y asegurar un futuro sostenible para su gente.
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