La manifestación pro-monarquía en Katmandú resalta la reverencia cultural, no el deseo político.

La manifestación pro-monarquía en Katmandú resalta la reverencia cultural, no el deseo político.

Una manifestación a favor de la monarquía en Katmandú atrajo a 10,000 simpatizantes, pero el sentimiento público en general favorece el republicanismo en lugar de un regreso a la monarquía.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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En medio de una impresionante manifestación pro-monarquía en el Aeropuerto Internacional Tribhuvan de Katmandú el 9 de marzo de 2025, han surgido preocupaciones sobre el posible resurgimiento de la monarquía hindú en Nepal. Los informes indicaron que aproximadamente 10,000 partidarios dieron la bienvenida al ex rey Gyanendra Shah, una reunión lo suficientemente notable como para captar la atención de los medios internacionales. Sin embargo, aunque esta demostración de apoyo puede parecer significativa en la superficie, no refleja un deseo genuino entre la población en general por un regreso al gobierno monárquico. La realidad es que, si bien un cierto segmento de la población puede sentirse nostálgico por la monarquía, este sentimiento proviene en gran medida de una reverencia cultural y religiosa más que de una aspiración política por reinstaurar un rey. La monarquía se ve más como un símbolo de identidad religiosa y cultural que como una institución política viable. Para muchos, el rey encarna un significado espiritual, similar al venerado Kumari, la diosa viviente en el valle de Katmandú, en lugar de actuar como un líder político. De hecho, el panorama político de Nepal ha evolucionado considerablemente desde la abolición de la monarquía, y cualquier entusiasmo por un regreso debe entenderse en el contexto de una lucha en curso entre facciones políticas. El actual debate no puede separarse de las dinámicas de poder históricas entre las castas Thakuri/Chhetri y Bahun. Después de la caída de la monarquía, los Chhetris se percibieron a sí mismos como marginados, sintiendo que los Bahuns han monopolizado el poder en la república. Esta lucha por el dominio político ha llevado a sentimientos populistas, con partidos como el Partido Rastriya Prajatantra (RPP) intentando capitalizar la nostalgia por la monarquía para ganar apoyo. Sin embargo, la noción de que la sociedad nepalí en su conjunto clama por el regreso de la monarquía hindú es engañosa. Un examen más cercano revela que varios grupos demográficos, incluidos los Madheshis, Tharus y la mayoría de las minorías étnicas, tienen poco o ningún interés en resucitar un sistema que históricamente marginó su identidad y derechos. Una porción significativa de estas comunidades reconoce las implicaciones que conllevaría un regreso a la monarquía, incluida una posible erosión de los derechos arduamente ganados que vinieron con el marco republicano. Además, grupos como los Dalits, que han sufrido durante mucho tiempo bajo el peso de jerarquías basadas en castas, son poco propensos a apoyar un regreso a una monarquía hindú. La perspectiva de retroceder a un sistema que consagró la discriminación por castas contradice sus aspiraciones de igualdad y representación. Las minorías religiosas también parecen preferir una república secular a un regreso a una monarquía hindú que podría poner en peligro sus derechos y existencia. Sin duda, los problemas de corrupción y las luchas socioeconómicas persisten en el actual entorno político de Nepal, pero muchos ciudadanos reconocen que la monarquía del pasado no ofreció alivio de estos desafíos. El registro histórico sugiere que la monarquía Shah fue a menudo tan corrupta, si no más, que la gobernanza contemporánea. La reciente demostración pro-monarquía sirve como una llamada de atención para los partidos políticos convencionales, instándolos a comprometerse de manera más responsable con el electorado. La emoción en torno a la llegada del ex rey no debe interpretarse como un respaldo a la monarquía, sino más bien como una señal de la necesidad de una mejor gobernanza que aborde las aspiraciones de todos los nepalíes. La realidad es clara: la gran mayoría de la población no busca un regreso al gobierno monárquico, y cualquier afirmación en contrario es poco más que un reflejo de una minoría vocal que está desconectada del pulso social más amplio.

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