
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La guerra civil en curso en Sudán, que estalló en abril de 2023, ha sumido a la nación en una grave crisis humanitaria, atrayendo a una serie de actores externos con intereses en la región. En el corazón de este conflicto se encuentran las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido (RSF), que luchan por la dominación en medio de un contexto de agitación política y económica. Entre los actores externos clave se encuentran las monarquías de Oriente Medio, particularmente Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), cuya participación plantea interrogantes sobre sus motivaciones estratégicas y las implicaciones más amplias para Sudán. Históricamente, los lazos entre Sudán y Arabia Saudita tienen raíces profundas, que se remontan a la independencia del país en 1956. Las conexiones culturales, religiosas y geográficas compartidas han fomentado una relación duradera. Mientras tanto, el interés de los EAU en Sudán ha aumentado en las últimas décadas, especialmente tras los levantamientos árabes de 2011. Los Emiratos han invertido estratégicamente en varios sectores dentro de Sudán, reconociendo el potencial del país como un socio lucrativo, especialmente en agricultura y logística. La dinámica de este conflicto es compleja. Aunque los factores internos en Sudán fueron los catalizadores de la guerra civil, la influencia de las monarquías del Golfo ha exacerbado las tensiones existentes. Tanto Arabia Saudita como los EAU han mantenido alianzas distintas dentro de la estructura militar de Sudán, con Riad apoyando al líder del ejército, Abdel Fattah al-Burhan, y Abu Dabi apoyando al jefe de la RSF, Mohamed Dagalo, conocido como Hemedti. Esta alineación refleja una rivalidad geopolítica más amplia, ya que ambas naciones navegan un paisaje cambiante en el Cuerno de África. A medida que el conflicto se intensificó, la participación de Arabia Saudita y los EAU se volvió más pronunciada, aunque a través de un velo de negación respecto a su apoyo militar y financiero. El politólogo Federico Donelli enfatiza que, a pesar de sus afirmaciones de neutralidad, el respaldo de las monarquías a diferentes facciones ha alimentado la competencia interna, llevando el conflicto a un caos aún mayor. La inminente confrontación entre estos actores externos destaca cómo las dinámicas locales pueden ser influenciadas por intereses extranjeros. La ubicación estratégica de Sudán aumenta aún más su importancia a ojos de las potencias regionales. Situado como un cruce entre el Sahel y el Mar Rojo, el país enfrenta desafíos interconectados, incluyendo inestabilidad política, inseguridad alimentaria y amenazas externas. Las monarquías del Golfo ven a Sudán como crucial para su seguridad e intereses económicos, especialmente a la luz del cambio global hacia Asia, lo que ha llevado a una reevaluación de las dinámicas de poder en Oriente Medio. Además de las motivaciones geopolíticas, los estados del Golfo han invertido significativamente en el sector agrícola de Sudán, inyectando miles de millones en el país en busca de seguridad alimentaria. La vasta tierra cultivable y los recursos hídricos de Sudán lo convierten en una perspectiva atractiva para estas monarquías, proporcionando un amortiguador contra las escaseces alimentarias exacerbadas por las interrupciones en la cadena de suministro global. De cara al futuro, las perspectivas para Sudán siguen siendo sombrías. Las posiciones arraigadas de ambas facciones beligerantes sugieren que una resolución negociada es poco probable. Las partes involucradas perciben la derrota de sus adversarios como un requisito para la victoria, creando una atmósfera de suma cero que complica los esfuerzos de paz. Esta situación se ve aún más exacerbada por los cambios en el equilibrio de poder global, que brindan a los actores externos la oportunidad de mantener su apoyo a las fuerzas locales. A medida que el conflicto en Sudán continúa desarrollándose, los centros de poder duales que emergen de las cenizas de un estado fracturado probablemente se solidificarán, anunciando una prolongada y tumultuosa lucha por el control. Las implicaciones de esta crisis se extienden más allá de las fronteras de Sudán, sirviendo como un recordatorio contundente de la intrincada red de intereses que moldean el paisaje geopolítico de la región. La participación de las monarquías de Oriente Medio no solo refleja sus aspiraciones de influencia, sino que también subraya el potencial de una mayor inestabilidad en una zona ya volátil.