
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Mundo 15.03.2025
El 9 de marzo de 2025, una manifestación en Katmandú vio el regreso de Gyanendra Shah, el último rey de Nepal, quien fue destronado en 2008. Su llegada al Aeropuerto Internacional Tribhuvan, donde su abuelo había simbolizado la bienvenida a la democracia en 1951, fue recibida con cánticos que pedían la reinstauración de la monarquía. Esta reunión de entre 10,000 y 15,000 partidarios, aunque modesta en tamaño, ha reavivado las discusiones sobre el panorama político de Nepal, revelando frustraciones profundas con el actual gobierno republicano.
La transición de Nepal a una república ocurrió 17 años antes, tras protestas generalizadas contra el régimen autoritario de Gyanendra en 2005. La monarquía, que había reinado durante 240 años, terminó en medio de demandas de reformas democráticas. Sin embargo, desde entonces, el camino hacia la democracia ha sido tumultuoso, marcado por una inestabilidad política recurrente y cambios frecuentes en el gobierno. Los observadores señalan que las mismas caras familiares continúan dominando la escena política, y la insatisfacción con la incapacidad de los líderes para cumplir sus promesas ha llevado a un sentimiento general de desilusión entre la población.
Sanjeev Uprety, un profesor y comentarista sobre la política nepalí, señala que muchos de los asistentes a la manifestación no son necesariamente monárquicos, sino que están expresando su enojo por los fracasos de sus representantes electos. Los jóvenes que asistieron a la manifestación manifestaron su deseo de mejores oportunidades educativas y laborales, claramente desencantados por un sistema político que sienten que les ha fallado. Un participante declaró abiertamente: "No soy monárquico, pero tampoco estoy contento con los líderes republicanos".
El panorama económico complica aún más la situación. Nepal enfrenta desafíos significativos, incluyendo un sector manufacturero débil, un alto déficit comercial y un aumento del desempleo, lo que lleva a muchos jóvenes a buscar oportunidades en el extranjero. Este malestar económico, junto con las luchas políticas internas, ha fomentado un clima propicio para el descontento.
Al analizar las dinámicas políticas en juego, Dambar Khatiwada, un comentarista de inclinación izquierda, sugiere que la manifestación puede haber inquietado a algunos políticos no por un miedo genuino a un resurgimiento monárquico, sino porque sirvió como un recordatorio contundente de sus fracasos percibidos. Identifica tres perspectivas predominantes sobre el papel de la monarquía en el Nepal contemporáneo: un grupo que ve nostálgicamente la monarquía como una mejor alternativa, otro que reconoce las fallas del sistema actual pero no desea un regreso al gobierno real, y una facción más pequeña que busca fortalecer la democracia sin volver a los sistemas pasados.
La manifestación también encendió discusiones sobre influencias externas, particularmente el papel de India en la política nepalí. La aparición de un cartel con la imagen de Yogi Adityanath, el Ministro Principal de Uttar Pradesh, en la manifestación llevó a especulaciones sobre el apoyo indio a la monarquía, complicando aún más la narrativa política. Los políticos de todos los partidos reaccionaron rápidamente, subrayando su defensividad respecto al debate sobre la monarquía.
El Partido Rastriya Prajatantra, una entidad política con vínculos con el anterior gobierno monárquico de Nepal, organizó la manifestación, presentando un argumento a favor de la monarquía constitucional como un medio para restaurar los controles y equilibrios democráticos. Sin embargo, los críticos argumentan que la idea de la monarquía es una aspiración poco realista en el Nepal moderno, dadas las dolorosas memorias del reinado de Gyanendra, que estuvo marcado por medidas autocráticas y represión estatal.
Mientras los analistas políticos instan a los líderes a centrarse en la introspección y el compromiso genuino con el electorado, el mensaje subyacente sigue siendo claro: Nepal aún no ha encontrado una solución equilibrada que aborde las quejas de sus ciudadanos mientras fortalece el marco republicano establecido en 2008. El espectro de la monarquía puede surgir periódicamente en la conversación, pero muchos observadores creen que su reinstauración práctica es improbable. Lo que sigue siendo esencial es un compromiso por parte de los líderes políticos para abordar las causas fundamentales del descontento público y fomentar un entorno político que realmente sirva a las necesidades del pueblo.
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