
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Mundo 14.03.2025
La estabilidad política en Nepal, un estado himalayo con una rica historia de lucha y transformación, está nuevamente bajo amenaza. La democracia parlamentaria, arduamente conquistada, parece mostrar fisuras que podrían socavar sus frágiles cimientos. A diferencia de los conflictos habituales entre partidos políticos—que típicamente se centran en la formación y ruptura de coaliciones—esta vez, las amenazas a la democracia de Nepal provienen de dos fuerzas distintas: los sectores pro-monárquicos que abogan por la reinstauración de la monarquía derrocada y el sistema político corrupto e ineficiente que ha asfixiado la gobernanza.
El 9 de marzo de 2025, las calles de Katmandú fueron testigos de una masiva manifestación con miles de partidarios de la monarquía, liderada supuestamente por el Partido Rashtriya Prajatantrik (RPP) pro-monárquico, exigiendo la reinstauración de Gyanendra Shah, el monarca derrocado de Nepal. Los manifestantes afirmaron que el gobierno actual y su sistema político han fracasado en abordar las quejas del pueblo. Aunque el llamado a un regreso a la monarquía—impulsado principalmente por un pequeño sector dentro del RPP—no es totalmente nuevo, la cantidad de participantes en las protestas del 9 de marzo plantea serias preocupaciones sobre el futuro de la democracia en Nepal.
Complicando aún más el panorama político, las recientes declaraciones del ex rey Gyanendra Shah han avivado el debate. En comentarios realizados el 18 de febrero de 2025, durante el Día Nacional de la Democracia de Nepal, Gyanendra declaró: “La política que adopta un enfoque prohibitivo no fortalece la democracia. La arrogancia, los intereses personales y el dogmatismo de los partidos y de la oposición no pueden hacer que la democracia sea dinámica.” Si bien estos comentarios no llamaron explícitamente a la restauración de la monarquía, reflejan un creciente descontento con el orden político actual y han levantado indudablemente alarmas sobre la estabilidad del marco democrático de Nepal.
El viaje de Nepal hacia el establecimiento de un sistema de gobernanza democrática ha sido todo menos sencillo. El Jana Andolan, o Movimiento del Pueblo, de 1990 inició un movimiento parcial hacia la democracia multipartidista, aunque el rey retuvo la autoridad suprema. Para 1996, el país se vio envuelto en una insurgencia armada liderada por el Partido Comunista de Nepal-Maoísta (CPN-Maoísta), que exigía la formación de una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución, establecer un sistema democrático y abolir la monarquía por completo. Este tumultuoso período culminó en el Acuerdo de Paz Integral entre la Alianza de Siete Partidos y el CPN-Maoísta, señalando el fin del conflicto armado.
Tras este acuerdo, se produjeron cambios políticos que llevaron a la abolición de la monarquía el 28 de mayo de 2008 y a la declaración de Nepal como una república secular. Sin embargo, este cambio no dio lugar a una estabilidad política inmediata. La constitución interim otorgó soberanía al pueblo, pero la lucha por institucionalizar la democracia persistió. La adopción de una nueva constitución en 2015, a pesar de importantes retrasos y controversias—particularmente relacionadas con el movimiento Madheshi que aboga por la igualdad política—fue vista como un hito crítico. Sin embargo, los problemas persistieron, y el nuevo marco democrático no logró proporcionar estabilidad.
En los últimos 17 años, Nepal ha experimentado 13 gobiernos diferentes, ninguno de los cuales ha completado su mandato. El actual gobierno de coalición, liderado por el Congreso Nepali y el Partido Comunista de Nepal-Unitario Marxista Leninista (UML) bajo el Primer Ministro Krishna Prasad Sharma Oli, está asediado por acusaciones de corrupción, ineficiencia y mala gobernanza. Las administraciones anteriores también han fallado en proporcionar un liderazgo efectivo.
El sistema político en Nepal está estructurado como una democracia, pero su implementación práctica a menudo ha decepcionado. Los partidos políticos, que son la base de la democracia, frecuentemente se involucran en formar y romper alianzas, impulsados más por la búsqueda del poder que por el bienestar público. Esta falta de gobernanza estable y la incapacidad para fomentar un espíritu democrático dentro de los partidos políticos han erosionado la legitimidad de la democracia en Nepal.
La crisis de legitimidad es un factor clave que contribuye a las fisuras en el marco democrático de Nepal. En un entorno político tan inestable, donde la legitimidad de la gobernanza democrática está en cuestión, las protestas pro-monárquicas representan un desafío significativo. Surge la pregunta: ¿tendrán éxito estas fuerzas monárquicas—y el ex rey—en sus esfuerzos? A pesar del reciente aumento en las protestas, los partidos pro-monárquicos como el RPP tienen un apoyo limitado dentro del panorama político más amplio de Nepal, asegurando solo el seis por ciento de los votos y ganando 14 escaños en el parlamento de 275 miembros en las últimas elecciones. Además, la popularidad de Gyanendra Shah ha disminuido con el tiempo, ya que muchos nepaleses recuerdan sus acciones autoritarias en 2005, cuando suspendió el parlamento y tomó el poder político.
Teniendo en cuenta estos factores, una restauración de la monarquía en Nepal parece poco probable en el futuro cercano. No obstante, la significativa asistencia a las recientes manifestaciones señala un descontento más profundo con el estado actual de la democracia. En un país políticamente volátil, tales manifestaciones masivas que abogan por un sistema que fue abolido a través de la lucha popular son motivo de preocupación. Las élites políticas, tanto en el poder como en la oposición, deben colaborar para restaurar la buena gobernanza y revitalizar los ideales democráticos para prevenir el colapso de la democracia arduamente ganada de Nepal.
Además, Nepal puede aprender lecciones de las experiencias de otros países. Un ejemplo primordial es Bangladesh, donde los fracasos en abordar problemas de gobernanza y las quejas de la población permitieron que fuerzas antidemocráticas ganaran terreno. Si los partidos políticos y los líderes de Nepal pasan por alto las necesidades del pueblo, corren el riesgo de proporcionar oportunidades a fuerzas antidemocráticas para explotar el descontento y amenazar las instituciones democráticas. El viaje de Nepal hacia la democracia ha sido largo y tumultuoso, marcado por avances y retrocesos. A medida que la nación enfrenta nuevos desafíos de los movimientos pro-monárquicos, sus líderes y ciudadanos deben reconocer la importancia de salvaguardar la democracia. Fortalecer el espíritu democrático, garantizar una gobernanza efectiva y abordar las preocupaciones legítimas de la población son esenciales para preservar el frágil sistema democrático de Nepal.
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