
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En las últimas semanas, Nepal ha sido testigo de un resurgimiento de protestas pro-monárquicas, atrayendo la atención internacional y suscitando debates sobre el futuro político del país. Sin embargo, aunque las manifestaciones han recibido una atención mediática significativa, el apoyo a un regreso a la monarquía no es un fenómeno nuevo ni representa un sentimiento mayoritario entre la población nepalí. La monarquía fue abolida formalmente en 2008, una decisión que fue en gran parte respaldada por el público en ese momento. Sin embargo, un segmento de la sociedad—particularmente de clases tradicionalmente privilegiadas—albergaba disidencia y descontento con el cambio republicano. Después de años de silencio, esta minoría ha reaparecido, saliendo a las calles en recientes manifestaciones marcadas por el orgullo nacional y la nostalgia por la monarquía. A pesar de su visibilidad, la magnitud de estas protestas es modesta. Por ejemplo, la reciente reunión en Katmandú, que atrajo la atención de varios medios de comunicación, contó con solo alrededor de 10,000 a 15,000 participantes, según estimaciones policiales. Esto contrasta drásticamente con las protestas anti-monárquicas de 2006, que movilizaron a cientos de miles de ciudadanos y que, en última instancia, llevaron a la disolución de la monarquía. Una métrica más reveladora del apoyo a la monarquía se puede obtener de los resultados electorales. En las elecciones generales de 2017, el Partido Rastriya Prajatantra (RPP)—el principal partido que aboga por la restauración de la monarquía—obtuvo menos del 2 por ciento de los votos y solo un escaño en la cámara baja federal. En las elecciones de 2022, esta cifra mejoró a aproximadamente el 6 por ciento y 14 escaños, lo que indica un ligero aumento en el apoyo, pero aún refleja una falta de respaldo generalizado para el regreso de la monarquía. Si bien encuestas recientes indican una posible inclinación entre la población hacia la reinstauración de un estado hindú—un sentimiento que podría superponerse al apoyo por la monarquía—esto no se traduce de manera directa en respaldo para un regreso a la monarquía en sí. El último rey, Gyanendra, y su hijo Paras están asociados con legados impopulares, que incluyen acusaciones de autoritarismo y mala conducta personal. Las actuales manifestaciones pro-monárquicas pueden verse como un síntoma de un descontento más amplio con el panorama político de Nepal. Los principales partidos políticos—el Congreso Nepali, el Partido Comunista de Nepal-Unificado Marxista-Leninista (CPN-UML) y el Partido Comunista de Nepal-Centro Maoísta (CPN-MC)—han estado envueltos en acusaciones de corrupción, nepotismo y efectividad general. Esto ha dejado a muchos ciudadanos desencantados y en busca de alternativas. Curiosamente, el grupo demográfico juvenil, que es crucial para dar forma al futuro del país, no parece favorecer un regreso a la monarquía. En cambio, los jóvenes nepalíes se están inclinando hacia nuevas figuras políticas, como el alcalde independiente de Katmandú, Balendra Shah, y el Partido Rastriya Swatantra (RSP), que ha ganado rápidamente popularidad desde su creación antes de las elecciones de 2022. A medida que las fuerzas pro-monárquicas buscan alinearse con los partidos principales, se encuentran con resistencia. Las facciones pro-republicanas, que disfrutan de una presencia dominante en la legislatura nacional, probablemente no consideren ninguna acomodación con una institución desacreditada. Los movimientos realistas, aunque aprovechan las frustraciones públicas, enfrentan un camino difícil por delante, especialmente mientras intentan obtener legitimidad en un clima político dominado por el escepticismo hacia la vieja guardia. Además, las preocupaciones sobre influencias extranjeras complican el panorama. Si bien los informes sugieren que India podría favorecer un regreso a un estado hindú, no hay evidencia sustancial que indique un deseo de reinstaurar la monarquía. Históricamente, la monarquía de Nepal a menudo se ha posicionado más cerca de China, una relación que no ha pasado desapercibida para los responsables de políticas indias. A medida que las protestas se desarrollan, los líderes políticos de la coalición gobernante han comenzado a reaccionar de manera defensiva, lanzando ataques al ex-monarca. La administración del Primer Ministro K.P. Sharma Oli, a pesar de tener una mayoría cercana a dos tercios, ha luchado por ofrecer resultados tangibles, lo que ha llevado a un creciente sentido de frustración entre el electorado. Este descontento continuo ha reavivado las discusiones sobre la monarquía, revelando el delicado equilibrio de poder y los sentimientos cambiantes del público hacia el gobierno. Las perspectivas de la monarquía en Nepal dependen en gran medida de cómo los partidos políticos existentes respondan a estos desafíos. Deben reconocer el descontento público y esforzarse por reconstruir la confianza a través de la transparencia y la gobernanza efectiva. Sin un cambio significativo en el enfoque, el actual establecimiento político corre el riesgo de alienar a aquellos que permanecen indecisos, alimentando involuntariamente las llamas de la nostalgia por la monarquía, aunque en una capacidad limitada. En este complejo tapiz político, el llamado a un regreso a la monarquía puede verse como más que un anhelo por una era pasada; es un reflejo de frustraciones profundas con el presente y un llamado al cambio. Ahora recae en los líderes políticos abordar estas preocupaciones antes de que la situación se agrave aún más, potencialmente reconfigurando la trayectoria futura de Nepal.