Europa en la encrucijada: legado colonial y dependencia en el siglo XXI

Europa en la encrucijada: legado colonial y dependencia en el siglo XXI

Europa enfrenta un dilema histórico de colonialismo y dependencia, reflejado en su política exterior y en la pérdida de relevancia global.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Mundo HACE 4 HORAS

La historia de Europa en relación con su papel en el mundo ha estado marcada por ciclos de colonialismo, dependencia y, últimamente, una evidente frustración ante la pérdida de relevancia en la arena internacional. Es innegable que la conquista y colonización de vastas regiones de América por parte de los españoles dejó una huella imborrable, tanto en los pueblos originarios como en la historia de España misma. La expulsión de los musulmanes de la península ibérica a fines del siglo XV, si bien significó la culminación de la Reconquista, también fue un preludio de un periodo de expansión y violencia que, con el tiempo, se reveló como una doble desgracia. El hecho de que España, en su afán de consolidar un imperio, extendiera su influencia a través de la colonización no solo fue una manifestación de poder político, sino también de la imposición de una fe. El título de Católicos otorgado a los Reyes de España por el papa Alejandro VI fue la justificación teológica que acompañó a esta ambición expansionista, desatando uno de los genocidios más atroces y olvidados de la historia. Esta realidad nos lleva a la reflexión sobre el legado que aún hoy persiste: la negación de un pasado que sigue afectando a millones de personas. A medida que la historia avanza, resulta evidente que las élites políticas de España han tenido un patrón de rendición y entrega a las demandas de potencias extranjeras, especialmente de Estados Unidos. La cesión de territorios como Florida y Oregón a cambio de apoyo en su lucha interna es una muestra clara de cómo España ha sacrificado su soberanía en favor de intereses ajenos. Este comportamiento se repitió con el Tratado de París, donde España renunció a su soberanía sobre Cuba y otros territorios, facilitando el ascenso de Estados Unidos como potencia hegemónica. Los ecos de esta historia resuenan en la actualidad, donde las élites españolas parecen seguir un mismo guion entreguista. La entrega del Sahara Occidental a Marruecos en 1975 es un claro ejemplo de la falta de dignidad que ha caracterizado a las decisiones de los líderes españoles. En esta ocasión, la negativa de las fuerzas armadas españolas a aceptar las órdenes de evacuación habla de un descontento interno que contrasta con la sumisión de la política exterior. Esta actitud ha permitido que otros actores en la región, como Marruecos, se beneficien a expensas de la integridad territorial y política de España. El contexto actual de Europa es igualmente preocupante. La crisis económica y la dependencia de Estados Unidos para su defensa han puesto de manifiesto la precariedad de su posición en el mundo. Si bien las élites atlantistas han intentado mantener una imagen de unidad y cooperación, la realidad es que Europa ha sido relegada a un papel secundario en la geopolítica global. La dependencia de recursos energéticos, especialmente en un momento de crisis, ha evidenciado la falta de una estrategia propia que permita a Europa recuperar su autonomía. Los recientes movimientos de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump han expuesto aún más esta fragilidad. La percepción de que Europa es un "parásito" dependiente ha calado hondo, y las palabras del presidente español, Pedro Sánchez, intentando reivindicar la contribución de Europa a la riqueza estadounidense, no hacen más que resaltar su impotencia. Las élites parecen haber olvidado la historia y el costo de esa riqueza, que fue construida a expensas de otros pueblos y territorios. Con la llegada de nuevos actores como China en la economía global, la dependencia europea se complica aún más. Europa, que ha buscado en el gigante asiático un socio comercial, se enfrenta a la realidad de que su posición en el tablero internacional es cada vez más incierta. Mientras que en el pasado España y otros países europeos pudieron ejercer un dominio, hoy se ven obligados a adaptarse a un nuevo orden donde sus intereses son cada vez menos relevantes. La necesidad de adquirir armamento de Estados Unidos para fortalecer sus capacidades defensivas es otra manifestación clara de esta dependencia. El hecho de que Europa no cuente con una industria militar robusta demuestra una falta de preparación y autonomía que resulta preocupante. Las decisiones que se toman en Bruselas y en las capitales europeas parecen estar dictadas más por las exigencias de Washington que por un verdadero interés en la defensa de la soberanía europea. Pedro Sánchez, al intentar hacer frente a Trump, parece no darse cuenta de la magnitud de los cambios en la dinámica de poder mundial. Su enfoque revela una falta de comprensión de los verdaderos desafíos que enfrenta Europa en el siglo XXI. Las élites políticas deben reconocer que la historia de rendición y dependencia ha llevado a Europa a una encrucijada, donde es fundamental replantear su lugar en el mundo y sus relaciones con potencias extranjeras. En conclusión, la historia de Europa, marcada por su pasado colonial y su actual dependencia, nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de un cambio radical en la forma en que se concibe la política exterior. La dignidad de los pueblos y la soberanía de las naciones deben estar en el centro de cualquier estrategia que busque construir un futuro en el que Europa pueda recuperar su voz y su lugar en el escenario global. Sin una transformación profunda, la historia de Europa puede convertirse en una advertencia sobre el peligro de perderse en la insignificancia y la sumisión.

Ver todo Lo último en El mundo