Pedro Schwartz: un legado de libertad y crítica en sus memorias recién publicadas

Pedro Schwartz: un legado de libertad y crítica en sus memorias recién publicadas

Pedro Schwartz, economista liberal, presenta sus memorias "Las cicatrices de la libertad", reflexionando sobre política, libertad y su vida marcada por la opresión.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 08.03.2025

Pedro Schwartz, reconocido economista y considerado por muchos como el único liberal integral en España, ha compartido su trayectoria vital en sus memorias recién publicadas bajo el título "Las cicatrices de la libertad". En una entrevista que parece sacada de una novela decimonónica, el ambiente de su hogar, adornado con elementos que recuerdan a épocas pasadas, contrasta con la agudeza de sus reflexiones sobre la política y la sociedad contemporánea. Desde su infancia en la Viena de Hitler, donde fue testigo de la opresión que sufrían los judíos, hasta su formación en la London School of Economics, Schwartz ha vivido una vida marcada por la búsqueda de la libertad y el entendimiento. Su relato evoca no solo sus experiencias personales, sino también un profundo análisis sobre los sistemas políticos que han moldeado su visión del mundo. "El liberalismo integral es algo así como... 'Déjeme ser lo que yo quiera'", dice, sugiriendo que la libertad individual debe prevalecer sobre las imposiciones estatales. El economista no escatima en críticas hacia el sistema político actual, señalando la hipocresía que percibe en algunos sectores de la política. En particular, se refiere al Partido Socialista, cuestionando cómo puede soportar ciertas actitudes en su seno, como la de aquellos que "alquilan señoras". Esta provocadora afirmación pone de manifiesto su rechazo a la doble moral que, a su juicio, reina en la política, donde se dice defender la libertad y la justicia mientras se toleran comportamientos que contradicen esos principios. A través de su vida y carrera, Schwartz ha sido testigo de numerosos cambios políticos en España. Desde sus inicios en la Transición, trabajando junto a figuras como Joaquín Garrigues, hasta su relación con líderes internacionales, su perspectiva se ha ido formando en un contexto de constante transformación. "En la izquierda no hay liberales y la derecha está llena de falsos liberales", argumenta, reforzando su creencia en la necesidad de una verdadera representación liberal en la política española. Schwartz también aborda cuestiones candentes como el matrimonio entre personas del mismo sexo y la legalización de la marihuana, defendiendo la libertad individual de elección en ambos casos. Su frase, "Que cada uno fume lo que quiera; y yo no me meto en la cama de nadie", encapsula su postura liberal y su rechazo a la interferencia del estado en la vida privada de los ciudadanos. La relación de Schwartz con su familia y su historia personal también proporciona un trasfondo humano a su narrativa. La influencia de su padre, diplomático en un contexto tan complicado como el de la Viena nazi, lo marcó profundamente. Recuerda con claridad las restricciones y las injusticias de la época, reflexionando sobre cómo estas experiencias moldearon su carácter y su pensamiento político. "Esas cosas se te quedan grabadas para siempre", admite, al evocar recuerdos de discriminación y miedo. Sin embargo, a pesar de su fuerte postura liberal, Schwartz también reconoce las complejidades de la política contemporánea. Critica a aquellos que, en su afán por el progreso social, terminan limitando las libertades económicas, un fenómeno que considera que pone en peligro las creencias liberales. "El salario mínimo discrimina a quienes están fuera del mercado, especialmente a los jóvenes", advierte, reflejando su preocupación por las políticas que, bajo la apariencia de ayudar, pueden tener consecuencias desastrosas. Al explorar la relación entre liberalismo y catolicismo, Schwartz menciona su admiración por la Escuela de Salamanca y la lucha histórica por la libertad económica en el seno de la Iglesia. En este contexto, sostiene que el liberalismo no debe ser visto como una oposición a la moral, sino como una forma de proteger las libertades individuales que permiten a las personas vivir de acuerdo con sus propias convicciones. No obstante, su desencanto con la política también es palpable. Schwartz confiesa que una de las peores decisiones de su vida fue involucrarse en política, ya que esto significó sacrificar su compromiso con la ciencia y las ideas. "La política tiene sus propias reglas: las cuchilladas y la obligación de defender cosas en las que uno no piensa", dice con una mezcla de ironía y decepción. Finalmente, a medida que se adentra en su filosofía personal, Schwartz revela su interés por la ataraxia de Epicuro, una búsqueda de la paz mental que resuena profundamente en su visión del mundo. "Agradezco los homenajes, pero mis aportaciones son pequeñas", reflexiona, mostrando una humildad que contrasta con su formidable legado intelectual. La figura de Pedro Schwartz se erige, así, no solo como un testimonio viviente de una era tumultuosa, sino como un faro de la importancia del liberalismo integral en un mundo que a menudo parece olvidar la valía de la libertad individual. Su historia es un recordatorio de que, en la búsqueda de la justicia social, nunca se debe sacrificar la libertad personal.

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