La tragedia de la avalancha en Uttarakhand resalta la vulnerabilidad continua a los desastres naturales.

La tragedia de la avalancha en Uttarakhand resalta la vulnerabilidad continua a los desastres naturales.

Una avalancha cerca de Badrinath mató a ocho trabajadores, subrayando la vulnerabilidad de Uttarakhand a desastres naturales y la necesidad de mejorar la preparación.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La reciente avalancha cerca de Badrinath, que trágicamente cobró la vida de ocho trabajadores, ha puesto de manifiesto una vez más la vulnerabilidad de Uttarakhand ante los desastres naturales. Este último suceso, ocurrido el 28 de febrero de 2024, tuvo lugar en un campamento de la Organización de Caminos Fronterizos (BRO) situado entre Mana y Badrinath, el último pueblo en la frontera entre India y Tíbet, a una altitud de 3,200 metros. La operación de rescate fue un desafío formidable, involucrando a más de 200 personas de diversas agencias, incluyendo la Fuerza Nacional de Respuesta a Desastres (NDRF) y la Fuerza Aérea India (IAF), mientras luchaban contra condiciones climáticas adversas durante casi 60 horas. El paisaje geográfico de Uttarakhand lo hace particularmente susceptible a calamidades naturales. El estado ha soportado una serie de eventos devastadores a lo largo de los años, cada uno dejando un impacto marcado en su gente y su medio ambiente. El terremoto de Uttarkashi de 1991, que ocurrió en octubre de ese año, reportó una magnitud de 6.8 y resultó en la pérdida de al menos 768 vidas, con miles de hogares reducidos a escombros. Este evento catastrófico marcó el comienzo de una serie de desastres que asolarían la región. En 1998, el pequeño pueblo de Malpa en el distrito de Pithoragarh fue obliterado por un deslizamiento de tierra, lo que llevó a la muerte de unas 255 personas, incluyendo a 55 peregrinos en camino a Kailash Mansarovar. El deslizamiento de tierra también causó cambios significativos en el río Sharda, bloqueando su flujo y creando nuevos desafíos para las comunidades locales. El terremoto de Chamoli de 1999, que también midió 6.8 en la escala de Richter, agravó aún más los problemas de la región, resultando en más de 100 víctimas y daños extensos en el distrito vecino de Rudraprayag. El terremoto no solo causó fatalidades, sino que también provocó deslizamientos de tierra, severas deformaciones del terreno y daños estructurales en las carreteras. Avanzando hasta junio de 2013, Uttarakhand enfrentó uno de sus desastres más severos: las inundaciones en el norte de India. Un torrencial aguacero durante varios días provocó inundaciones catastróficas y deslizamientos de tierra, reclamando más de 5,700 vidas, según estimaciones del gobierno estatal. La infraestructura se vio gravemente afectada, con puentes y carreteras arrasados, dejando a más de 300,000 personas varadas en los valles que conducen a los sitios de peregrinación de Char Dham. En febrero de 2021, otra tragedia golpeó cuando una avalancha de rocas y hielo del pico Ronti provocó inundaciones severas en el distrito de Chamoli. El desastre resultante reclamó más de 200 vidas, una vez más destacando las precarias condiciones en el estado. Menos de un año después, en octubre de 2022, una avalancha en el pico Draupadi Ka Danda cobró la vida de 27 montañistas del Instituto Nehru de Montañismo, subrayando los riesgos continuos asociados con el terreno montañoso de la región. La serie de desastres en Uttarakhand sirve como un recordatorio contundente de la vulnerabilidad de la región ante los caprichos de la naturaleza. Cada incidente no solo deja tras de sí destrucción física, sino también cicatrices emocionales en las familias y comunidades afectadas. A medida que el estado continúa enfrentando estos desafíos, se deben realizar esfuerzos concertados para mejorar la preparación y resiliencia ante desastres, asegurando que tanto la infraestructura como las comunidades puedan resistir la próxima calamidad inevitable.
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