Las crecientes amenazas volcánicas exigen una preparación urgente en las comunidades del noroeste del Pacífico.

Las crecientes amenazas volcánicas exigen una preparación urgente en las comunidades del noroeste del Pacífico.

Un aumento en la actividad volcánica global genera alarmas, especialmente por la posible amenaza del Monte Rainier para las comunidades e infraestructuras cercanas.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En los últimos meses, el mundo ha sido testigo de un notable aumento en la actividad volcánica, con 38 erupciones registradas a nivel global, según Volcano Discovery. A medida que la tierra tiembla y retumba, crecen las preocupaciones sobre las implicaciones que esto tiene para las comunidades, particularmente en los Estados Unidos. Los científicos están monitoreando de cerca varios volcanes, y entre ellos, el Monte Spurr, el Monte Rainier y Yellowstone están en el centro de atención debido a sus posibles amenazas. El Monte Spurr, ubicado en Alaska, presenta un riesgo particularmente intrigante. Con una altitud de 11,000 pies, se encuentra a solo 77 millas de Anchorage, la ciudad más grande del estado, lo que convierte su posible erupción en una preocupación significativa para los residentes cercanos. Durante los últimos diez meses, el volcán ha experimentado una actividad sísmica elevada, con los científicos estimando un casi 50% de probabilidad de que ocurra una erupción pronto. Si bien una erupción a gran escala sería un evento natural espectacular, es poco probable que cause daños significativos debido a la población relativamente escasa que rodea el volcán. No obstante, la situación merece una observación cercana a medida que continúan los temblores. Por otro lado, la amenaza que representa el Monte Rainier es mucho más alarmante. Este estratovolcán, que se eleva sobre el noroeste del Pacífico, es considerado uno de los más peligrosos en los Estados Unidos, acechando ominosamente sobre las vidas de casi 90,000 residentes en las bulliciosas ciudades de Seattle, Tacoma y Yakima, así como en partes de Portland, Oregón. Los expertos afirman que es solo cuestión de tiempo antes de que el Monte Rainier erupcione, y la vulcanóloga Jess Phoenix ha señalado que la mantiene despierta por la noche, dada su proximidad a tantas comunidades. Lo que hace que el Monte Rainier sea particularmente peligroso no es solo el potencial de flujos de lava, sino la amenaza de lahares: flujos de barro de rápido movimiento que pueden devastar pueblos en cuestión de minutos. La inquietante imagen de una pared de barro sobrecalentado avanzando hacia áreas pobladas a velocidades de 50 millas por hora subraya la urgencia de la preparación. Para mitigar este riesgo, las comunidades locales han realizado importantes simulacros de evacuación, incluido el mayor simulacro de lahar del mundo, celebrado el 21 de marzo de 2024, en el que participaron más de 45,000 estudiantes. Estos simulacros, coordinados por el Equipo de Gestión de Emergencias de la Coalición Interlocal de East Pierce junto con varias agencias, tienen como objetivo asegurar que los residentes sean conscientes de los peligros y sepan cómo responder en caso de una erupción. El potencial de desastre se extiende más allá de la actividad volcánica en el noroeste del Pacífico. La región también se encuentra ubicada a lo largo de la Zona de Subducción de Cascadia, que es capaz de generar terremotos catastróficos. Los recientes eventos sísmicos a lo largo de la costa oeste han reavivado las preocupaciones sobre la inevitabilidad de un gran terremoto, con la posibilidad de que las olas de tsunami alcancen alturas de 80 pies. Un terremoto de tal magnitud no solo podría interrumpir la vida diaria, sino que también infligiría graves daños a la infraestructura, con documentos de planificación de emergencias que indican que podría afectar a más de medio millón de edificios. A la luz de estos alarmantes desarrollos, está claro que los residentes del noroeste del Pacífico deben mantenerse vigilantes. Si bien el monitoreo científico y las iniciativas de preparación son cruciales, la realidad es que muchas personas pueden no comprender completamente la magnitud de los riesgos que representan las características geológicas que los rodean. A medida que navegamos por este paisaje incierto, es esencial fomentar una cultura de conciencia y preparación entre aquellos en riesgo, asegurando que las comunidades estén equipadas para responder si la naturaleza desata su furia. El tiempo de la complacencia ha terminado; las apuestas no podrían ser más altas.
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